La correcta administración de justicia es un problema que se presenta no solo en nuestro país, sino también en otras latitudes, tan lejanas como Málaga, ciudad española escenario del documental “El caso Wanninkhof - Carabantes” que comentamos en este mismo espacio, o en otra aún más recónditas como el poblado de West Cork, en Irlanda.
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Hablamos de un lugar caracterizado no solo por su belleza, sostenida por amplios campos verdes y un hermoso mar, sino fundamentalmente por la inusitada tranquilidad que brinda a la gran mayoría de sus habitantes y visitantes. Aunque siempre hay excepciones, como en casi todo.
En esa línea, un hecho que rompió para siempre esa paz tan característica de West Cork fue el asesinato de la productora francesa de TV Sophie Toscan du Plantier, ocurrido la noche del 23 de diciembre de 1996. Ese terrible hecho criminal motivó la realización de la serie documental “Sophie: Un asesinato en West Cork”, que está disponible por streaming en Netflix.
Una mujer francesa aparece violentamente asesinada en la parte exterior de su aislada vivienda. Las autoridades llegan al lugar de los hechos varias horas después. Al no cumplirse con los protocolos debidos, más de una persona tiene acceso a la zona. Así resulta inevitable que las versiones, trascendidos y rumores sobre lo ocurrido empiecen a esparcirse de forma veloz.
El crimen de Sophie tuvo varios elementos que lo hacían único. Primero, como lo dijimos líneas arriba, ocurrió en una localidad que acumulaba décadas sin reporte de hechos violentos de este tipo. En segundo lugar, hablamos de una mujer casada tiempo atrás con un famoso director de cine francés, Daniel Toscan du Plantier, quien tras lo ocurrido se desentendió absolutamente de la posibilidad de hacerse cargo de los trámites funerarios y dejó todo en manos de la familia de Sophie. Esto añadió algo de intriga a lo ocurrido.
Por otro lado, estamos ante la muerte de una francesa en territorio irlandés. Ya de por sí conseguir probar un crimen en un solo país es difícil, entonces, el escenario se torna mucho más complejo si una segunda nación entra a tallar en la búsqueda de justicia. Francia no iba a quedarse de manos cruzadas y, además, la presión que ejercería la fundación que la familia de Sophie creó tiempo después daría parciales, pero importantes resultados.
Pero antes de hablar sobre fallos judiciales nos vamos a centrar en la estructura de esta serie documental. Dirigida por John Dower, “Sophie: Un asesinato en West Cork” está dividida en tres capítulos de alrededor de una hora de duración. En el primero veremos la presentación del caso, la descripción de la zona donde ocurrieron los hechos, el surgimiento de las primeras hipótesis y, principalmente, la aparición de gran parte de los muchos testigos y curiosos de lo ocurrido tan solo dos noches antes de la Navidad del año 1996.
Es precisamente en esta larga lista de testigos del caso donde aparece un nombre que marcará claramente el capítulo dos y tres de la serie: Ian Bailey. Se trata de un personaje sumamente particular. Periodista inglés que, tras una controvertida separación de su esposa, optó por irse a vivir al apacible West Cork. Allí iniciaría una nueva vida, dedicándose a entregar reportes periodísticos, pero también dedicándole un tiempo a su otra pasión: la poesía. La serie presenta los suficientes testimonios para asumir que estamos ante un personaje que intimida a cualquiera, no solo por sus casi dos metros de estatura, sino por su comportamiento en público.
Bailey fue el primer personaje ajeno a la investigación policial que se acercó al lugar de los hechos. Allí ofreció ayudar en lo que sea necesario a los agentes, cosa que fue rechazada. Aprovechando cuánto sabía del tema –inicialmente por sus dotes como periodista de investigación—este supo sacarle rédito al caso y producir diversas piezas periodísticas que vendió a medios de distintas ciudades. Grande fue la sorpresa cuando, ya casi al final del primer episodio de esta producción de Netflix, la tortilla se voltea por completo y él pasaría de investigador a investigado.
En un giro sorpresivo, aparece una testigo que asegura haber visto a Bailey en un puente cercano a la vivienda de Sophie tan solo unas horas después de ocurrido el crimen. Aquí la serie se convierte en la cruda narración tipo “¿Es Ian el culpable?”. El espigado periodista es arrestado por la GARDA (policía irlandesa) y sometido a un controvertido cuestionario. Horas después, es dejado libre pues no había pruebas contundentes en su contra.
Aquí volvemos a otra de las características de esta serie: la multiplicidad de personajes consultados. Desde el forense de la GARDA hasta el policía responsable de la investigación, pasando por el dueño de un bar donde acudía Sophie cuando llegaba al pueblo. Todos parecen estar dispuestos a decir algo sobre este mediático caso. Cada uno aportando a su manera tal vez más confusión que claridad a la búsqueda de la verdad.
Paralelamente tenemos el lado de la víctima, representado por el hijo y los muchos familiares que declaran para esta serie absolutamente convencidos de que los indicios sobre Ian Bailey son absolutamente suficientes para sentenciarlo y enviarlo a prisión. Mención especial para los padres de Sophie Toscan du Plantier, dos ancianos desgastados por décadas buscando la verdad, lo cual puede verse reflejado en una sola frase del papá: “No hay justicia si muere tu hija”.
“Sophie: Un asesinato en West Cork” cumple con suficiencia su objetivo de poner los reflectores en un caso de violencia contra la mujer que impactó parte de Europa al cierre del milenio pasado. Su tratamiento, más allá de algunas excepciones (como cuando se cita a una mujer diciendo que su madre leyó la mano de Sophie y vio una línea que indicaba pronóstico de ‘vida corta’), resulta correcto, y su decisión de presentar la historia no necesariamente en orden cronológico resulta acertada pues ayuda a los televidentes a soportar lo que corría el riesgo de ser solo una interminable narración de hechos crudos y sangrientos.
Aunque también habría que admitir que en algún momento de la serie todos sentirán que están en una especie de laberinto sin salida. Con Ian Bailey señalado por todos, arrinconado por sus actitudes (varios juran que este les confesó haber atacado a Sophie, o por lo menos haber tenido ganas de abusar de ella), pero principalmente con unas autoridades policiales que acumularon infinidad de errores procedimentales desde el principio hasta el final de su trabajo. Todos estos pequeños detalles configuran una historia capaz de interpelarnos en lo más profundo. Porque en la tristeza del hijo de Sophie declarando tras el rechazo a la extradición de Bailey a Francia, está representada la misma sensación de millones de personas que alguna vez fueron víctimas directas o colaterales de las debilidades e imperfecciones de eso que conocemos como sistema de justicia.
LA FICHA:
Sinopsis: Un impactante asesinato ocurrido en una zona rural de Irlanda desencadena una intrincada búsqueda de justicia que abarca distintas décadas y trasciende las fronteras.
Plataforma: Netflix.
Temporada: 1 (3 capítulos)
Duración: 1 hora por capítulo (aproximadamente)
Clasificación: +18.