Las diferencias entre la primera y segunda temporada de “Luis Miguel, la serie”, transmitida por Netflix, generaron las inevitables comparaciones de sus fanáticos y posiciones encontradas entre cuál es mejor y peor. Y nos preguntamos lo mismo.
Tras su estreno en 2018, la serie sobre la vida del ‘Sol’ de México se convirtió en una de las más vistas de la plataforma de streaming y su protagonista, en la vida real, volvió a ser uno de los cantantes que más interés despertaban. Lo mismo ocurrió con algunos personajes antagónicos en su historia: Mariana Yazbek, Issabela Camil y, por su puesto, Luisito Rey y Marcela Basteri, que fueron el centro de algunos de los momentos más comentados de la primera temporada de la serie.
Sin Luisito Rey y los enigmas sobre la desaparición de Marcela cerrados (¿o en pausa?), sin duda, la segunda temporada cambió de calibre. Es la etapa adulta de Luis Miguel, con una carrera exitosa, una vida personal conflictiva y los fantasmas familiares de su pasado todavía revoloteando.
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En este versus enfrentamos ambas temporadas y defendemos cada una de ellas.
PRIMERA TEMPORADA: ROMPIENDO EL SILENCIO
(Por Melvyn Arce)
Luis Miguel ha sido por años un misterio que muchos querían descifrar. De su vida fuera de los escenarios hay historias en abundancia, pero el cantante jamás se había detenido a contestar rumores. Por eso una serie biográfica autorizada por él, era ya garantía de una audiencia numerosa. Pero siempre estaba el riesgo de tener un producto maquillado a beneficio de su hermetismo. Lo que finalmente no ocurrió. La primera temporada abordó temas muy controversiales de su historia: la explotación infantil que sufrió para convertirse en un ídolo musical, la relación abusiva de su padre con su madre y, finalmente, la desaparición de esta, que le dio a la temporada un ritmo de serie policial.
Cada capítulo representaba una nueva pista de lo que podría haber ocurrido con Marcela Basteri y ese fue un gancho que logró mantener el interés durante los 13 episodios que duró la primera temporada. A ese suspenso, se le sumó una cuota dramática muy importante. Los personajes cambiaron por completo del primer capítulo al final: el radiante niño talento se convierte en un joven desconfiado y su padre, a quien veía como la razón de su progreso, resulta ser el principal sospechoso detrás de la más grande desgracia de su vida. Toda una novela.
Como es frecuente cuando se anuncia el elenco de una producción ambiciosa, muchos pusieron en duda la pertinencia de Diego Boneta en el rol principal, pero el actor logró que el relato sea convincente en sus diferentes etapas. Funciona en el drama, funciona en lo musical y funciona cuando toca reconstruir los momentos icónicos de la viodegrafía de Luis Miguel. Especial mención merecen las recreaciones de los videos de “Cuando calienta el sol” y “La inolvidable”.
Aunque la estrella de la primera temporada fue, sin duda, el español Óscar Jaenada. Su interpretación del padre de Luis Miguel logró convertir a Luisito Rey en parte de la cultura popular. Es el villano lo suficientemente simpático como para que sus muletillas (‘pisha, pisha’ y ‘coñó, Micky’) se conviertan en stickers y lo suficientemente malo como para que se popularice el ‘merchandising’ en su contra.
Y es este villano también el que ha dejado varias escenas para la posteridad. Incluso ahora que ya está una segunda temporada al aire, todavía se sigue comentando el momento en el que Luisito Rey, con un jamón bajo el brazo, es rechazado por su hijo, y su frase final antes de morir y dejar la historia: “Tú ya sabes dónde está”. Un gran personaje para una gran primera temporada.
Calificación del autor: ★★★★
SEGUNDA TEMPORADA: EL RETO DE UNA PERSONALIDAD COMPLEJA
(Por Diana Gonzales Obando)
En la segunda temporada se explora la compleja personalidad del artista, con sus excentricidades, egoísmo, perturbaciones y temores. El look ochentero quedó atrás. Este fue un gran reto para el actor Diego Boneta, y no solo desde el lado emocional al tener que personificarlo, sino también porque caracterizó dos etapas de un Luis Miguel adulto. Boneta demoraba hasta seis horas en maquillaje para convertirse en un Luis Miguel diez años mayor que él, una transformación que suma credibilidad a la biopic.
Podríamos afirmar que esta temporada es para los fanáticos de Luis Miguel. Superados los cómos y porqués de su niñez, ahora se recrean episodios de su vida personal que los seguidores de su generación pueden identificar fácilmente porque los vivieron con él a través de la prensa: sus amores, la aparición de su hija, el detrás de las letras del disco “Aries”, el accidente, sus excesos, etc.
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Son momentos más “recientes”, especialmente los ambientados en 2005, que la gente puede recordar o googlear y contrastar cuánto de cierto sucedió en cada capítulo o qué sucedió realmente. Esta dinámica de ida y vuelta es una apuesta que alimenta esta temporada. En esa línea, se resalta la búsqueda de interacción del público en sus redes sociales. Lanzar cada miércoles la canción --en la voz de Diego Boneta-- sobre la que girará el capítulo del domingo genera entusiasmo en los seguidores.
Vale rescatar los episodios con los que se lanzó la segunda temporada, elaborados con un lenguaje visual que se distingue del resto de capítulos. Crean una atmósfera policial para ambientar la secreta búsqueda de su madre hasta descubrir los detalles de una tragedia. ¿Fueron los mejores episodios de esta segunda temporada? Es probable, pero el valor simbólico es más fuerte, pues significan el cierre de su búsqueda, aunque no el fin de su angustia. Y, ante las ausencias de padre y madre, aparecen su hija Michelle y su hermano Sergio, dos personajes esperados por el público.
Calificación del autor: ★★★ ½.
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