Las tribunas del estadio Monumental de Santiago fueron bautizadas con nombres de cada frontera chilena. Por el norte la barra de Colo Colo se ubica en las gradas de Arica; por el sur, el visitante de turno alienta desde Magallanes. Al este se encuentra la Cordillera y al oeste el Océano. El miércoles pasado, la Copa Libertadores fue el motivo por el que todos los rincones de Chile volvieron a vibrar, pero esta vez con un sabor diferente.
El rival a vencer era Alianza Lima, equipo con quien el cacique comparte lazos amistad. En 1987 el avión que trasladaba a los blanquiazules a la capital desde Pucallpa se precipitó al mar de Ventanilla. Fallecieron 16 jugadores del equipo de primera división, su cuerpo técnico, los hinchas y árbitros que se encontraban en la tripulación. Al promediar el mediodía de aquel 8 de diciembre sonó el teléfono en las oficinas del estadio Alejandro Villanueva. Al otro extremo de la línea se encontraba Peter Dragicevic, entonces presidente de Colo Colo, quien le manifestó a su par aliancista, Agustín Merino, el compromiso de prestarle jugadores para colaborar con el renacer del club.
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El resto es historia. José Letelier, Parko Quiroz, René Pinto y Francisco Huerta, todos juveniles del cacique, reforzaron a Alianza durante la temporada y la amistad entre ambos clubes se consolidó. “El Perú es mi segundo país y Alianza Lima es mi segundo equipo, pero a veces es el primero porque me desarrolló como persona, como profesional, como hombre de fútbol y no dejo de agradecer eso”, contó Huerta en el programa web Los Renegrones.
Desde 1929, los equipos se habían enfrentado en 30 ocasiones. Fueron 14 triunfos de los chilenos, 10 de los peruanos y seis empates. Ninguno fue en un partido oficial. El enfrentamiento por Libertadores era una prueba de fuego para la historia de ambas instituciones: ¿la camaradería se mantendría en el torneo más apasionado de América?
Días de Santiago
Desde tempranas horas, Santiago se pintó de blanco, azul y negro, los colores de los rivales del día. En la capital las advertencias de los peatones incrédulos y de los hinchas neutrales eran recurrentes: “la entrada al Monumental es peligrosa”, “no pueden ir hinchas con camiseta visitante, la barra no los van a dejar”, “es mejor no caminar solo durante la salida”.
La realidad contó otra historia. “Ayer quedó demostrado que ambas instituciones se estiman mucho, hay mucha ‘piel’ y compromiso entre Alianza y Colo Colo”, señaló Rodrigo Pérez, exjugador chileno del club blanquiazul.
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La principal vía de acceso al estadio Monumental de Santiago es la estación Pedrero. El viaje desde el Palacio de la Moneda dura aproximadamente 40 minutos en metro, con un trasbordo en Baquedano. Esta última parada vio los primeros encuentros entre blanquiazules y la Garra Blanca, nombre de la barra principal del cacique. Se pudo ver a ambos saludándose y cantando, compartiendo un mismo sentir. El clima no era hostil como suele ser en la Libertadores con dos equipos que juegan la supervivencia en el torneo —y millones de dólares en ingresos— en cada partido.
“El espíritu es tal que incluso las barras de Alianza y Colo Colo cantaron en el estadio al mismo tiempo que ambos eran uno. No es lo habitual, pero es la relación entre ambos equipos”, resaltó Pérez.
Una hora antes del partido, desde la pantalla gigante de la tribuna Arica se difundió el video institucional que ambos clubes compartieron en la víspera.
“En clases de historia nos contaron que Perú y Chile siempre han estado enfrentados, pero el fútbol nos enseña otra cosa”, inició el video. Océano y Cordillera murmuraron un instante antes de que las cuatro fronteras quedaran en silencio. El material, que dura poco más de un minuto, relata las coincidencias entre los equipos hermanos. Ambos son considerados el equipo del pueblo en sus países, sus escudos son azul y blanco y se dieron la mano cuando uno necesitó de auxilio.
“La historia más linda se escribe con fútbol. Por eso este 13 de abril Colo Colo y Alianza Lima no se enfrentan, juegan”, cerró la locución. Al instante las cuatro tribunas se aplaudieron unas a otras.
En la historia del fútbol se han dado gestos de aprecio y camaradería entre hinchas. Luego de la tragedia aérea que también vivió el club brasilero Chapecoense en 2016, donde murieron 77 personas, el Barcelona de España recibió a los tres sobrevivientes y organizó un amistoso contra el equipo. Todos fueron ovacionados por un Camp Nou repleto. Tras la tragedia de Hillsborough en 1989, donde fallecieron 97 aficionados de Liverpool, la barra del Milan cantó el himno de los ‘reds’ en su siguiente partido.
Un acto de aprecio entre dos rivales que estaban a punto de disputar la clasificación es difícil —acaso imposible— de encontrar.
Uno solo
Media hora antes del encuentro, la afición de Colo Colo aplaudió a los jugadores de Alianza Lima cuando salieron a calentar, enfrentando la vieja tradición de abuchear lo más fuerte posible al rival. Cuando los equipos saltaron al campo para iniciar el partido, la Garra Blanca levantó una bandera con los escudos de ambos clubes en ella.
Horas después cayó la noche y el árbitro Esteban Ostojich decretó el final del partido con el 2-1 en el marcador. Tras el grito de algarabía local, las cuatro fronteras de Chile se unieron en un solo canto: “Alianza y Colo Colo, simplemente uno solo”.
Los blanquiazules llegaron a su vigésimo quinto partido consecutivo sin ganar en la Copa Libertadores. Por su parte, el cacique ganó sus primeros dos cotejos de la competición, hito que no conseguía desde 1994.
En la salida del estadio el cántico se convirtió en una profecía. El mar de gente confundía a los 2 mil peruanos y 28 mil chilenos comiendo pollo en carretillas, comprando camisetas piratas o haciendo la interminable fila para ingresar al metro. En el umbral de Arica se pudo ver a barristas de ambos equipos saltando y cantando entre bengalas.
Fue en el primer semáforo eterno de la avenida Marathon donde dos niños colocolinos agitaban las banderas de su club cuando un peruano se paró delante de su auto. Los padres se miraron, temiendo lo peor. El blanquiazul cantó con los niños que Alianza y Colo Colo eran uno solo. La pareja suspiró con satisfacción; sus hijos, cómplices, saltaron y alentaron con más fuerza todavía. Regresaron a casa con una victoria inolvidable y con una amistad que desafía los cánones del fútbol y de la historia. //