Cuando me preguntan por qué me gusta viajar a Piura, mi respuesta nunca es la misma. Son varios los motivos que me llevan a visitar, cada cierto tiempo, la ciudad norteña, pero podría decir que la principal tiene que ver con su gastronomía. Ahí se puede comer bien, variado, rico y en diferentes lugares sin necesidad de pasar horas de estrés en el tráfico. Es más, hasta se puede hacer una ruta a pie.
Hace poco me tocó estar poco menos de 24 horas en la Ciudad del Eterno Calor. Llegué la mañana del sábado y regresé a Lima la mañana del domingo. Mi primera recomendación es que no desayunes. Sobre todo si arribas a eso de las 10 a.m. en adelante. Mientras llegues a tu hotel, ordenes tus cosas y estés listo para salir, será una buena hora para iniciar un pequeño itinerario plagado de delicias.
Una de las zonas más conocidas y concurridas de Piura es la que está entre la Avenida Country y la UDEP (Universidad de Piura). Ahí limitan varias urbanizaciones: Santa Isabel, San Felipe, El Chipe, entre otras. Un pequeño paréntesis: no importa si te hospedas por otro lado, todo es cerca y un taxi no te sube de los cinco soles.
Sigamos. Cuando uno llega a Piura (y está con hambre) lo primero que piensa es en ceviche. Se dice que allá está el mejor del Perú y lo más probable es que sea así. Pero antes de disfrutar del plato más típico de todos, la leche de tigre piurana merece un espacio en nuestro organismo.
No es fría como la que conocemos en Lima: en Piura la leche de tigre se toma caliente. Se puede confundir con un chilcano (caldo de pescado), pero no es lo mismo. Lleva pescado, cebolla, choclo y otros ingredientes según cada preparación. ¿Dónde probarla? Te la ofrecen en muchos lugares a modo de aperitivo, pero la mejor forma de disfrutarla es en vaso grande.
Caminando por la calle auxiliar de la Avenida Andrés Avelino Cáceres me encontré con un lugar llamado La Barra del Chino. Si Barra Chalaca, creación de Gastón Acurio, tiene un símil en Piura, éste es el lugar. Conocí al dueño, Ricardo Paulini (30 años), y me confirmó lo que se notaba desde afuera: se inspiró en el concepto del restaurante limeño. ¿Por qué la leche de tigre caliente tiene tanta acogida?, le pregunto. “Es buena para la resaca”, comenta su esposa y socia Alexandra, mitad en serio, mitad en broma. No llegué en ese estado, ni mucho menos, pero es cierto. Tiene todo para ser el mejor ‘levantamuertos’.
También probé un trío con los tres ceviches más vendidos: caballa, pescado y conchas negras. Estaban tal como los imaginé: frescos, jugosos y en el punto perfecto de limón y sal. Gracias, Piura, pienso mientras los disfruto.
A solo tres cuadras de esta cevichería -que, para ser justos, ya estaba casi llena a las 11:00 a.m.- La Bocca (que cuenta con dos locales) abre sus puertas a los paladares más exigentes de Piura. Me recomendaron el lugar antes de subirme al avión. Es amplio, tiene dos terrazas (una delantera y otra trasera), un salón grande con aire acondicionado, otro más pequeño para eventos privados y una carta variada. Hasta ahí caminé –me tomó cinco minutos- para probar dos de los platos piuranos más vendidos: pulpo a la parrilla y pescado pasado por agua caliente. Espectaculares ambos.
Por la noche, y solo unas cuatro cuadras más allá de La Bocca, está El Molino Boulevard. Podríamos decir que es lo más parecido que existe a Mercado 28 en Lima. Cuenta con varios locales de comida, bares, e incluso una discoteca. El ambiente, la música, los tragos y todo lo que sirven ahí es de primera calidad. Las pizzas y carnes en L Ancora, por ejemplo, no tienen pierde. Así terminó el sábado.
Si vas a Piura no puedes regresar sin una bolsa de chifles en la mano. Es un deber hacerlo. El domingo por la mañana, camino al aeropuerto, me enteré vía Instagram de una nueva marca. Me sorprendió por dos cosas: tiene sal de maras y el empaque es ziploc. Los busqué en el aeropuerto –la oferta es amplia- y los encontré. Se llaman Chifles de la Casa. Los probé y, más allá de las dos primeras características que me gustaron, estos platanitos fritos son más delgados y crocantes que otros. Sin duda, adictivos.