Nunca creí en la astrología, a pesar de creer en cualquier otra pseudociencia en aras del bienestar. Pensaba que las cartas eran una estafa y que las personas que iban a leerse el futuro eran algo incautas o románticas. Cuando tuve entre 14 y 16 años, a mis amigas del colegio –y si no me equivoco, a mi hermana– se les dio por irse a leer las cartas donde un adivino –cuyo nombre de pila y original no recuerdo–, que ahora se hace llamar y se ve como Oriana.
Llegaban emocionadísimas a contar todo lo que el brujo les había dicho sobre el chico que les gustaba, las amigas, las enemigas, etc. Luego, un buen día, pasó la moda y Oriana quedó en el olvido. La astrología llamó mi atención por primera vez cuando decidí por curiosidad, ya casada y con hijos, hacerme una carta astral en un instituto védico (los Vedas son textos sagrados de la India).Lo único que tuve que hacer fue dar mi fecha, hora exacta y lugar de mi nacimiento. Con esos datos numéricos, el astrólogo me recibió en su consultorio con una carta detallada de mi personalidad. Fue increíble.
Me dijo debilidades y fortalezas exactas, oportunidades, números de hijos y sexo de ambos, fue tan preciso que quedé impactada y me animé a sacarles la carta a mis dos hijos después (madres: encontré en ambos información supernecesaria para mejorar el vínculo con ambos). La carta astral te permite acceder a rasgos de tu personalidad, tu potencial, tus debilidades, tus oportunidades. Es muy interesante como parte de tu autoconocimiento.
Lo hice una segunda vez, gracias al ofrecimiento de un buen amigo: el resultado nuevamente fue sorprendente. Me estaban leyendo a mí misma. Capa por capa. Desde ahí mi curiosidad por la astrología creció: de hecho, en la página web que manejo, todas las semanas compartimos el taróscopo gracias a mi querida y acertadísima hada madrina Nory Rosell, tarotista.
Ha sido con Nory con quien por primera y única vez decidí leerme el tarot, y salí muy sastisfecha con sus consejos. ¿Por qué lo hice? Porque buscaba algunas respuestas, ja, y pasaba por un estado mental complicado. De hecho, está comprobado científicamente que uno consulta más el horóscopo en épocas de estrés. Gracias a la tecnología, la astrología está de moda nuevamente. Si no, pregúnteles a los millennials (solo el 58% de americanos entre 18 y 24 años cree que la astrología es una disciplina científica).
Ahora sigo, como millones, a Mia Astral, una astróloga, conferencista y coach que radica en Miami y da sus predicciones en redes; investigo sobre mi signo zodiacal –cáncer– y mi signo en el hóroscopo chino –soy gallo–. De hecho, el próximo 5 de febrero se da inicio al año nuevo chino y, con él, llega el año del cerdo. Un año festivo. Por ejemplo, a todos los que comparten conmigo la curiosidad y el interés, presten atención a continuación:
Este año del cerdo es un año positivo, cargado de energía, propicio para terminar de cerrar ciclos, sí: aquellos fantasmas del pasado rondarán para terminar de decirles adiós y dar los primeros pasos de proyectos que queramos ver en la luz. Créanlo o no, la intención este 2019 es, así los astros no se alineen, sacarle el mejor provecho y, por qué no, disfrutarlo como un chancho. //
Contenido Sugerido
Contenido GEC