Luego de cinco años, el jueves de la semana pasada, Paul McCartney lanzó su decimoctavo álbum de estudio en solitario, bajo el nombre de Egypt Station. Curiosamente, es la primera vez que un disco suyo debuta en primer puesto en el Billboard 200. Aunque ya había llegado al segundo puesto en 1997 con Flaming Pie y luego en el 2001 con el recopilatorio de Wings, su banda en los 70, llamado Wingspan: Hits and History. McCartney después de 36 años volvió a liderar la lista de ventas en Estados Unidos.
Sin duda un álbum victorioso para el ex Beatle, quien demuestra que aún tiene mucho por dar. El disco ha sido grabado en Los Ángeles, Sussex y Londres, en los estudios Abbey Road, lugar permanente de trabajo del músico desde 1962. El productor fue Greg Kurstin, arreglista de Britney Spears, Adele, Foo Fighters, Sia, Beck, etc.Paul cuenta que le gustó mucho el nombre del álbum porque ve al proyecto como un viaje musical en el cual cada canción simboliza una diferente estación o escala.
“Considero el álbum como un lugar de ensueño del que emana música. Hice una pintura hace unos años que involucraba iconografía egipcia escogida de varios libros. Y nombré a la pintura Egypt Station. El cuadro terminó siendo la portada del álbum y el título”, explicó el músico.
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Su cuenta de Twitter tuvo un rol importante en su campaña de intriga. Se mostró fecha a fecha cómo se llevó a cabo el plan de expectación en el cual Paul nos daba pequeñas pistas sobre el disco. El 20 de junio, Paul anunció por primera vez la existencia de su nuevo proyecto, junto con el lanzamiento de un sencillo. Ocho días después ya había comunicado que la fecha de lanzamiento oficial sería el 7 de setiembre. El 14 de agosto se le hizo a conocer al público el tracklist completo con las 16 canciones que constituirían el proyecto. El día anterior al lanzamiento, Paul apareció en el Tonight Show de Jimmy Fallon haciendo una especie de broma a sus fans. Esta consistía en posicionarse McCartney y Fallon frente a la puerta de un ascensor, sentados leyendo el periódico o jugando ping pong con mesa y todo, y que el elevador se abra por error revelando ambas estrellas a los sorprendidos pasajeros. Las afortunadas víctimas de la cámara escondida no solo se toparían con el reconocido showman norteamericano, que siempre revela su rostro primero, sino también con el icónico ex Beatle, que remata el acto revelando su cara sin piedad alguna, pues los atónitos pasajeros caen en shock para luego ser prohibidos de salir por el ascensorista, que decide cerrar abruptamente la puerta y continuar con el viaje.
El jueves por la noche también, y para no alejarse de la temática del disco, Paul planeó un concierto sorpresa en la famosa estación Grand Central de Nueva York. Ya se había corrido la voz del plan, pues hizo lo mismo hace poco en un bar de Liverpool. Pero la ubicación no se reveló. Salvo algunos avispados fans que vincularon el título del álbum con la Grand Central. El concierto sorpresa dejó atónitos a 300 pasajeros que esperaban el fin del mundo antes que ver al ex Beatle tan cerca y gratis.
El show no fue un espectáculo convencional. McCartney, de 76 años, interpretó canciones que no tocaba hace más de 50 años. Ejecutó casi medio Álbum Blanco, pues este año el inigualable disco doble de los Beatles cumplió 50 años, y de pronto bajó del escenario y se metió en la pasmada audiencia caminando con su guitarra para cantarles Blackbird. También hizo una inusual versión de Let It Be con un intro de cajita musical a cuerda que el mismo Paul sostuvo en su mano mientras giraba la manivela con la otra.
McCartney también está hablando de los Beatles como nunca en prensa. Es un zorro viejo disparando salvas. Como la semana pasada, cuando contó que una vez los jóvenes John, Paul y unos borrachos más se masturbaban juntos imaginándose a Brigitte Bardot. Hasta que John arruinó la fantasía gritando “¡Winston Churchill!”. //