En estos tiempos de Mundial, y también en las Eliminatorias, emergió un placer culposo. Ver en You Tube eternos videos de cómo los periodistas argentinos, sobre todo los de Fox Sports, diseccionaban a su selección. Y, sobre todo –lo siento–, cómo se retorcían de rabia ante la eliminación temprana del equipo.
Y no porque a uno le guste ver sufrir al prójimo, sino porque los periodistas deportivos argentinos –cancheros como siempre– han sido muy histriónicos en manifestar su desazón absoluta ante este equipo dirigido por Sampaoli, al mismo tiempo en que confiaban en llegar a la final por una simple razón: Argentina es Argentina, che.
Martín Liberman –que cae espeso, sí; pero no deja de decir varias verdades, también– lo apuntaba: “Entramos al Mundial por la ventana, entramos a los octavos de final por la ventana. Somos Argentina y nos creemos una potencia mundial. ¿Pero qué es Argentina ahora futbolísticamente hablando?”.
Y es que, como suele pasar, las victorias, aunque sean con las justas, minimizan los errores y magnifican los aciertos. Apenas la selección albiceleste le ganó a Nigeria de manera angustiosa, los programas deportivos se llenaron de confianza, cuando días antes denunciaban una guerra interna irreparable entre el técnico y los jugadores.
El Mundial sigue, pero las preguntas sobre qué pasó con su selección continúan ad infinitum. ¿Messi se va de la selección? ¿Cuándo se va Sampaoli? ¿Cuándo contratan a Guardiola? ¿A qué hora llega Simeone? ¿Pueden clonar a Maradona?
Mientras siguen hallando respuestas, el placer culposo continúa. Felizmente desde este modesto país futbolero, nosotros estamos un poquito más acostumbrados a la derrota.