La historia comienza una tarde de mayo de 1970, con cuatro niños piuranos jugando felices por las calles de Chimbote, en un típico domingo de calma provincial. Todo parecía transcurrir con la tranquilidad habitual, como un día de juegos cualquiera, hasta que, de la nada, el suelo empezó a temblar. Pocos años antes, los hermanitos Quiroga (José, Manuel, Teófilo y Luis) habían llegado desde Sechura a la capital de Áncash, siguiendo a su papá pescador. Eran los tiempos prósperos del ‘boom’ de la anchoveta y acababan de construirse una casa de material noble. Sin embargo, no la gozaron mucho por culpa del terremoto. Cuando llegaron a su cuadra, vieron que todo el barrio estaba en el suelo. Su casa era la única en pie, aunque rajada. A raíz de ese desastre que asoló Áncash, tuvieron que emprender el viaje de regreso a Sechura, y en ese amargo retorno, como si fuera una señal de consuelo, descubrieron en casa de un primo un objeto que cambiaría sus caminos para siempre. Era una guitarra.
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Manuel fue el primero de los hermanos en aprender a tocarla. En poco tiempo, ya estaba tocando en pequeños conjuntos de la ciudad, animando fiestas junto a su hermano mayor, José Quiroga. Seis años después, ya sin la obligación del colegio, comenzaron a considerar su futuro con mayor determinación. Su papá vendió un bote y su mamá las joyas de la familia para comprarles sus primeros instrumentos profesionales. Faltaba resolver otro tema igual de importante. Si iban a dedicarse en serio a la música, uno de los puntos capitales era encontrar un buen nombre. ¿Agrupación Sabana? ¿Los Hijos del Desierto? Nada les gustaba. Hasta que otro primo suyo llegó con una sugerencia que sonó a revelación: “su música es variada, tiene momentos calmados, y también momentos agitados. ¡Es como el agua del mar!”.
Ese día, 30 de agosto de 1976, nació Agua Marina, uno de los grupos más queridos del país, además de los responsables de volver a popularizar la cumbia en la radio peruana en los años noventa, con el extraordinario hit “Tu amor fue una mentira”, que fue un ‘boom’ de proporciones siderales en la radio FM en 1998, algo que no era para nada común entonces.
Los DJ de la época, siempre prolíficos en crear etiquetas, bautizaron su música como “tecnocumbia” debido a su sonido digital, sin trompetas. Pero esta característica suya surgió más por necesidad que por una decisión estética. ‘Al principio, teníamos una sección de vientos, como cualquier orquesta de cumbia, pero lo que ocurrió fue que algunos no eran muy profesionales. Faltaban a los conciertos, y luego sucedió que los cuarteles comenzaron a reclutar a todos los músicos de viento para sus bandas de guerra, y Piura se quedó de pronto sin trompetistas’, recuerda José Quiroga, bajista y cantante de Agua Marina. Para suplir la falta de músicos de viento, recurrieron a las frecuencias agresivas de un sintetizador que habían adquirido en Ecuador, y del cual les aseguraron que había pertenecido al grupo sueco ABBA.
Así surgió el distintivo sonido de Agua Marina, el mismo que se escucha en sus mejores éxitos “Paloma ajena”, “Pasitos para bailar”, “Así es el amor”, “Amor prohibido”, “Cenizas”, entre tantos. A pesar de que los agruparon junto al batallón de bandas de la época, como Rossy War, Ana Kohler, Ruth Karina y Euforia, al grupo hasta ahora no le gusta el término ‘tecnocumbia’. No les convence. Ellos se consideran simplemente un grupo de cumbia.
A la Conquista del Perú
Sentados en una acogedora cebichería de Sechura, después de una sesión en la playa con Somos, los hermanos Quiroga se reúnen para reflexionar sobre la increíble aventura que han vivido, donde el talento y la suerte han desempeñado roles similares. Por ejemplo, su primer contrato de grabación, con el sello Infopesa de Lima, en 1986, les llegó como una bendición de último minuto, pero en un mal momento: apenas contaban con cuatro canciones listas en su repertorio. En Lima, les dieron 15 días para aprenderse diez canciones más y así poder grabar un disco entero. “Tuvimos que correr a buscar canciones, ver qué compositores estaban disponibles, arreglarlas y ensayarlas en tiempo récord para venir a Lima a grabar”, recuerdan. Así nació el “volumen 1″ de Agua Marina.
La conquista de Lima fue lenta. En los años 80 e inicios de los 90, los traían para tocar en el Callao o en la zona norte de la ciudad. Por eso mismo, un concierto que no olvidan fue el primero que dieron en la carpa Grau, el emblemático templo victoriano de la cumbia tropical andina, como teloneros de Lorenzo Palacios, ‘Chacalón’. Ese día, los Quiroga esperaban saber, con impaciencia e incertidumbre, cómo sería recibida su propuesta. El público de la carpa Grau era muy exigente y tenía formas muy creativas de expresar su disgusto. “Para nuestra sorpresa, nos informaron que ‘Chacalón’ había decidido salir antes que nosotros. Ahí, nos dimos cuenta de que el 90% del público en la carpa Grau eran norteños, era nuestro público que había venido a vernos”.
Agua Marina forma parte de la élite de la música tropical norteña, la llamada trilogía de la cumbia, que se completa con los también piuranos Armonía 10 (‘la universidad de la cumbia’) y el Grupo 5 de Monsefú. Están entre los más antiguos en actividad. Durante la última pandemia, tuvieron un gesto notable junto a sus pares chiclayanos, cuando grabaron en conjunto el sencillo “Quédate en casa” para prevenir los contagios de COVID-19, enfermedad que se llevó a Tomás Espejo, uno de los integrantes de Agua Marina. “La pandemia nos afectó a todos de formas distintas. Como grupo, teníamos una gira por Europa que cancelamos cuando cerraron los vuelos. Luego me deprimí. Un día, mi hijo me encontró llorando en la casa. Pensamos que era el fin de todo”, relata José Quiroga sobre esos días complicados.
Pero, incluso en esos momentos de desesperación, el grupo mostró solidaridad y empatía con su público, que tampoco lo estaba pasando bien. Lo demostraron en el Año Nuevo de 2021, cuando decidieron realizar un concierto vía ‘streaming’ de forma gratuita para animar las celebraciones de fin de año en los hogares de sus seguidores. “La verdad es que lo hicimos con cariño y no nos pareció apropiado cobrar por ello, en la época en la que todos se morían”, menciona José, aunque respetan la decisión de otros artistas de ofrecer conciertos de pago en esa época. Para ellos, fue más bien una inversión en su relación con los seguidores. El espectáculo se dio en su fundo de Sechura, un lugar lleno de árboles de algarrobo plantados por su madre, Paulina, quien falleció hace algunos años. Para asegurar una conexión estable, tuvieron que tender ellos mismos sus propios cables de fibra óptica desde lejanas zonas pobladas. El día del espectáculo, 56 mil personas estaban conectadas, esperando al grupo para bailar en sus casas. Llegado el momento, Manuel tomó su guitarra y sintió nervios, como si estuviera parado en un estadio aunque solo estaba rodeado de sus hermanos y un silencio propio de las transmisiones por streaming. Para calmarse, se encomendó a su madre. La emoción hizo que tocaran como nunca. //
Los piuranos tenían todo listo para llevar a cabo un concierto especial con motivo de su aniversario 47 en el estadio de San Marcos el 30 de setiembre. se trataba de un show con la calidad de los megaespectáculos que se habían presentado en ese mismo lugar recientemente, como los del Grupo 5 y Eva Ayllón. sin embargo, este se ha visto interrumpido debido a la decisión de la Municipalidad de Lima de clausurar el estadio por dos meses a raíz de las quejas de vecinos relacionadas con el ruido. El grupo ha reprogramado su concierto para el 25 de noviembre, en el mismo local.. La clausura afectaría a otros shows en ese lugar, como el de The Weeknd, manowar, rauw alejandro, entre otros. esta situación llega en un momento de incertidumbre para los espectáculos en general. el festival Lima Music Fest 2023 (Café Tacvba, Nicki Nicole) se canceló debido a la decisión de utilizar el Estadio Nacional para los partidos de la selección. por la misma razón, el concierto de Fito Páez tuvo que ser trasladado del nacional de regreso al arena 1, en la Costa Verde.