Lo primero que hizo la familia de Eduardo Romay, tras recuperarse de la sorpresa de verlo regresar por pocos días a Lima para pasar Navidad, fue pedirle hacer Tik Toks. “Tengo estas ideas...”, le dijeron sus dos hermanas. Cuando el capitán de la Selección Nacional de Voley empezó a generar contenidos en esa red social, allá por abril a.C., su intención era pegarle un mate al tedio del confinamiento. Era una plataforma, pensó, en la que podía mostrar cómo era él. Su lado como deportista de élite. Pero también su natural vena hacia el humor, que fue la que terminó apoderándose de la cuenta. Allí podía burlarse de su 1.99 m de altura; de cómo junto a su papá intentan atrapar a un rata que se ha metido a su casa o la forma en que trata de convencer a sus compañeros del VC Amstetten, donde es el mejor anotador de la liga austriaca, de hacer dúos con las últimas tendencias. También vacilar a su mamá Patty en cuanta situación sea posible -quien por una cuestión llamada genética se presta a meter vicio sin remilgos-. Fue de hecho, con ella, con quien protagonizó el gracioso video que lo hizo despegar en Tik Tok, el cual tiene ya 15.8 millones de vistas. Él, por su lado, ha acumulado ahí, en menos de un año, 400 mil seguidores. Y así, con las misma intensidad con la que consiguió ser considerado uno de los mejores deportistas del país, se ha propuesto ir por el millón. “Hay gente que me ha escrito este año contándome que en lo peor de sus propias pandemias vieron mis videos y se rieron tanto que se han sentido mejor. Yo pienso que es un privilegio que haciendo tan poco pueda sacarle un sonrisa a alguien, especialmente en estos tiempos”, le cuenta Eduardo a Somos un día antes de volver a Europa donde seguirá compitiendo por cuatro meses. Luego regresará para entrenar con la escuadra bicolor, con la que también viene moviendo sentimientos desde hace 10 años.
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Cuestión de altitud
Eduardo Romay Dammert nació en Lima hace 25 años. Según narra, a los 15 ya medía 1,92 m. “Como comprenderás, mis padres me metieron a todos los deportes posibles pero ninguno me atrapaba. Un día ellos conocieron al entonces entrenador de la Selección Nacional de Voley, el cubano Antonio Pérez, y mi papá le preguntó si aceptarían a su hijo que era alto. Él, acostumbrado a relacionar ese concepto a 1,85 m en los peruanos, casi se cae de espaldas cuando supo mi talla. ‘Tráelo mañana’, le dijo. Yo fui al entrenamiento sin ningún tipo de expectativa, la verdad, pero me quedé para siempre. Además me consintieron mucho para que mis dos metros no se fueran”, dice Eduardo y se muere de la risa.
La experiencia, de saque, no fue sencilla. Al no tener noción de los principios básicos del deporte y verse obligado a acoplarse a una selección adulta, lo tuvieron realizando cientos de voleos y antebrazos contra la pared por cuatro meses. “Todos en Perú pensamos en vóley y automáticamente lo asociamos al femenino. Pero el masculino es un espectáculo. Es más fuerte, veloz, más agresivo. Eso fue lo que me conquistó”, señala el también tiktoker, quien todavía tiene una proyección de juego de cuatro años. Después de haber competido en ligas de Arabia Saudita - a decir suyo, la mejor y más dura experiencia de su vida- y España, hoy lo hace en Austria. Le han pedido ya que se quedé la próxima temporada, pero aún el asunto está en evaluación.
Ha sido allá también, que Romay contrajo COVID-19 en noviembre, afortunadamente sin síntomas graves. “Uno de los compañeros del equipo llevo el virus y seis nos enfermamos. Hicimos la respectiva cuarentena y todos estamos bien ahora”, afirma.
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“En el vóley, debo decirlo, yo encontré mi sitio. Mi talla fue motivo de bullying siempre. Yo sufría mucho. Encima era entonces introvertido, padecía de ansiedad social. Todo cambió con el deporte. Allí todos querían medir como yo, pero sobre todo, gané mucha confianza en mí mismo.La disciplina te forma el carácter. Y ahora, ya ves, me tiene haciendo videos que tienen alcance de millones de personas”, detalla. Más allá de su carrera, añade Eduardo metiendo broma, no le ve ninguna otra ventaja a ser tan alto. “Nunca hay ropa de mi talla, debo pedir los asientos de emergencia en los aviones y, bueno, siempre tengo hambre”.
El capitán, quien a su vez es comunicador por la Universidad de Lima, vivió toda la cuarentena junto a su familia. Llegó en uno de los últimos vuelos antes de que cerrarán aquí las fronteras. “Me vine, me recluí en un departamento porque en mi casa nadie quería que me acercara (ríe) y luego volví con ellos. Ahí fue que arranqué con el Tik Tok, comencé a decirle a papá, mamá y a mis hermanas que participaran y al principio no querían, se hacían de rogar. Ahora hay que exigirles que dejen de de robar cámara”. Los partidos tanto con ellos, como con la selección nacional, siempre son los mejores.//
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