El presidente Martín Vizcarra disolvió el Congreso de la República este lunes 30 de setiembre. En un mensaje a la nación, justificó decisión “ante la denegación fáctica” de la cuestión de confianza. Horas antes, Salvador del Solar la había solicitado durante una sesión del pleno.
“Ante la denegación fáctica de la confianza, y en respeto irrestricto de la Constitución Política del Perú, he decidido disolver constitucionalmente el Congreso y llamar a elecciones de congresistas de la República. Este es un acto constitucional previsto en el artículo 134 de la Constitución”.
Mandatario llamó a nuevos comicios parlamentarios el 26 de enero del 2020 a fin de completar el período legislativo. Del Solar renunció a la PCM y se nombró a Vicente Zeballos.
Por otro lado, el parlamento replicó y declaró presidenta encargada a Mercedes Araoz. Además, constitucionalistas discrepan sobre la legalidad de medida que tomó Vizcarra.
En el libro de Rafaella León, “Vizcarra. Retrato de un poder en construcción” (DEBATE), el presidente explica cómo sería gobernar el país luego de disolver el congreso. Esto fue lo que dijo cuando la autora lo entrevistó en junio de este año.
“Martín Vizcarra parecía preparado para el escenario más traumático. Había trazado un borrador mental de lo que tendría que hacer si la crisis desencadenaba la disolución del Congreso. “Gobernaríamos con la Comisión Permanente. En esos cuatro meses no vamos a aprovechar para tomar ninguna acción irracional, en absoluto. De ahí vienen nuevas elecciones, otra vez el pueblo se manifiesta, reemplaza a los congresistas y se continúa”, repasaba aquel junio incierto. Lo decía como mirando un plano o un proyecto en fases, con una controlada naturalidad. Como cuando se intuye que ya no hay vuelta atrás. Recordaba que desde el primer día de su mandato le parecía curioso escuchar una misma frase en cuanto pueblo, hospital o puente visitara: “Vizcarra: cierra el Congreso”. El presidente alzaba un brazo, intentaba cambiarle el tema a la gente, pero el tema era solo uno, convertido en clamor a lo largo de los siguientes meses. “Cuando me dicen que quiero reelegirme, que la cuestión de confianza es una medida autoritaria para capturar el Congreso y modificar las leyes para continuar… Yo pienso: o la gente es muy maquiavélica o no tiene ni idea de quién es Martín Vizcarra”. ¿Quién era Vizcarra y qué nos contaba su historia sobre nuestro tiempo?”
Rafaella León, en la columna “En la mente de Vizcarra” que escribió el mes pasado, define así al político: “Desde un principio me pareció claro que Vizcarra no es un político típico. Para empezar, el poder es para él una ‘herramienta’ de trabajo, y no un motivo de estatus o una llave para escalar posiciones. En un sistema donde nuestros políticos parecen obsesionados con el poder, Vizcarra asoma entonces como un ‘bicho raro’, sobre todo en el epicentro de la política nacional: Lima. Cuando se creía que podría ser un presidente ‘moldeable’ –él mismo se dejó ver así al inicio, ante un fujimorismo que buscaba desentrañar–, optó por desmarcarse y canalizar el descontento ciudadano. Así, mientras el Congreso y los partidos parecen siempre de espaldas al pueblo, Vizcarra lo invita a tomar decisiones.”