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Afganistán inolvidable, por Patricia Castro
“En 2001 echamos a andar la corresponsalía de El Comercio en la guerra de Afganistán. La iniciativa fue de Virginia Rosas, editora de la sección Internacional, que me preguntó si aceptaba cubrir una guerra. Virginia creía que nuestro Diario debía tener presencia internacional y que una mujer podía encargarse de la cobertura. Yo andaba de paso por Taiwán, inmersa en la religiosidad de Oriente, pero su convicción me hizo pensar que sí, que el Diario estaba destinado a informar desde los escenarios más desafiantes. La corresponsalía duró cuatro meses y reportamos inicialmente desde los pasos fronterizos hasta el camino que lleva a Jalalabad, en Afganistán. La cobertura tuvo siempre una meta concreta, la de contar las historias de los desplazados, las mujeres, los niños, los ancianos, los olvidados, pues para todo lo otro, existían los cables de las agencias noticiosas que desplegaban ejércitos de reporteros sobre el terreno. Esa “otra parte de la historia” se quedó conmigo, quizás porque me demostró que si vamos a la guerra como periodistas, es para defender la vida, la paz y el diálogo con el filo de nuestras noticias”. //