El terremoto de Pisco, Mesa Redonda, Rusia 2018: doce coberturas que cambiaron el país, contadas por los reporteros de este diario

El periodismo suele responder a un llamado, a un sentido de misión. A continuación, los propios reporteros de este Diario nos cuentan los hechos que marcaron su vida periodística a través de un viaje de recuerdos y anécdotas que demuestran que este oficio es, ante todo, un acto de servicio.
SILVA
1/12
Mesa Redonda en Tinieblas, por Mariza Zapata
“El sábado 29 de diciembre de 2001 marca un antes y un después en las coberturas periodísticas de hechos dramáticos y dolorosos en la ciudad de Lima. Ese día, Marco Méndez Campos (mi querido esposo) estaba a cargo de la coordinación de la edición. Hacia las 7 p.m., todos los periodistas que trabajaban en la sede del Centro de Lima se acercaron a las ventanas del local que colindaban con el ahora Jr. Santa Rosa. Desde allí, a solo dos o tres cuadras del área de Mesa Redonda, se podía observar que decenas de personas corrían para alejarse de las ráfagas de pirotécnicos, proyectiles que se iban disparando unos tras otros y que se expandían a lo largo de la estrecha calle inundada de ambulantes. El fuego se extendió. Marco y Nancy Chappell de Fotografía no esperaron y se fueron a reportear. Entre el caos y la incertidumbre, los periodistas de El Comercio caminaron esquivando los rostros de angustia de las personas que gritaban y llamaban a sus hijos o sus padres. Dos cuadras más adentro, sorteaban los cuerpos calcinados. Marco, pálido, no llegaba a entender lo que había pasado. Me dijo: “Tú sabes que se les dijo [a los ambulantes] que no estuvieran allí. Lo que he visto esta noche es un verdadero crematorio”. La redacción quedó enmudecida por el dolor. Los periodistas no podían evitar el asombro, quizá con un poco de enojo, porque el incendio pudo haberse evitado”.
EL COMERCIO
2/12
Memorias de los Juegos Olímpicos de Seúl, por Mario Fernández
Cómo olvidar las épocas en que los peruanos nos despertábamos en la madrugada para poder alentar a la selección de vóley en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Las chicas peruanas protagonizaban partidos de infarto y cada victoria se gritaba en todas las casas. El encargado de hacer la cobertura para El Comercio era Mario Fernández, quien escribió el 2019 recordando este hecho: “Ver los partidos casi al nivel de la cancha y escribir la crónica del partido final fue muy difícil. Los partidos que jugó Perú fueron realmente dramáticos. Perú perdía 2-0 o bien daba vuelta al resultado y ganaba. Por eso, al final del partido con la Unión Soviética, arranqué mi nota diciendo que Perú siempre había estado mirando hacia el precipicio y al final terminó por caerse, porque siempre caminó por la cornisa. Ese día perdimos una medalla de oro que habíamos tenido en nuestras manos hasta el segundo set. Y en el deporte, si no eres primero, no eres nada. O es oro o es nada”. //
EL COMERCIO
3/12
Tras los pasos de ‘Lunarejo’, por Miguel Ramírez
“La primera vez que escuché el nombre de Fernando Zevallos González fue en 1995, durante uno de los viajes que hice a la selva tras la incautación de un enorme cargamento de cocaína. Cuando volví a Lima empecé a investigarlo en el archivo de El Comercio. Gracias al dato de un amigo, encontré recortes que decían que a los 18 0 19 años ‘Lunarejo’ ya traficaba droga hacia Colombia. A partir de ahí, viví prácticamente en la selva. Establecí contacto con sus enemigos. Uno de ellos era un muchacho, a quien logré convencerlo de entrevistarlo. La historia se publicó en diciembre de 1995. Zevallos nos querelló por 205 millones de dólares y quiso secuestrar a mi hijo, que se fue a vivir a Estados Unidos. El Diario me puso seguridad por varios años. Siempre voy a estar agradecido con El Comercio por su apoyo. ‘Lunarejo’ —a quien entrevisté en tres oportunidades— fue sentenciado a 20 años de prisión en 2005. Ese es el momento que más recuerdo de la cobertura. La labor del periodista es poner en evidencia los hechos delictivos”. //
Getty Images
4/12
Terror en las Torres Gemelas, por Franciso Sanz
“La caída de la primera torre la vi cuando todavía estaba en mi casa. De inmediato fui a El Comercio y, cuando llegué, la gente estaba pegada a los televisores. En esa época, yo tenía seis años en el Diario y poco más de un año en la sección Mundo. Era la época en que se trabajaba con faxes y llamadas a teléfonos fijos. No había redes sociales ni smartphones. Hay un célebre dicho que dice que el periodismo es un apostolado, y ese día lo entendí. Estuvimos 15 o 16 horas trabajando. Nuestra sección siempre ha sido pequeña, pero al día siguiente salimos con una edición especial con 14 páginas sobre el tema. Llamamos a embajadas, a los analistas porque teníamos que explicarle a la gente qué era Al-Qaeda y por qué había ocurrido algo así. Conversamos con peruanos que vivían allá. Después nos enteramos de que hubo cinco peruanos muertos en el World Trade Center. En resumen: fue un día histórico. Nunca una potencia como Estados Unidos se había visto tan vulnerable. Y fue un día especial para El Comercio también, donde mucha gente trabajamos en equipo”. //
JESUS SAUCEDO / GEC
5/12
Cuando el COVID-19 llegó al Perú, por Gladys Pereyra
“‘En un solo día vimos morir a diez personas por falta de oxígeno y luego comenzaron a morir nuestros colegas’, me dice a través del teléfono un médico, quien deja a un lado su duelo personal para reportar la crisis por la falta de oxígeno en Iquitos. Es la cuarta semana de abril de 2020 y los pacientes fallecen en los pasillos y jardines del hospital de la ciudad más golpeada por el virus en ese momento. Ahí, en medio de la incertidumbre, el papel utilitario del periodismo fue más claro que nunca. Ante un escenario de pocas certezas, la cobertura de El Comercio tuvo como eje transversal el servicio al lector. Explicar qué era el virus, los signos de alarma o qué se sabía de la vacuna fueron informes claves para orientar a un país en duelo constante. Nunca escuché el llanto de tantas personas, tantos pedidos simultáneos de ayuda, de orientación, como en los crueles días de la pandemia. Al mismo tiempo, nunca sentí tan presente el compromiso por un periodismo que pueda, con el mismo interés, interpelar a autoridades y recoger historias de solidaridad y esperanza”. //
Getty Images
6/12
Perú vuelve al Mundial, por Arturo León
“La experiencia de cubrir el Mundial de Rusia 2018 para El Comercio fue verdaderamente inolvidable. Desde el primer momento, supe que estaba ante una oportunidad única en la vida. Durante mis 35 días en Rusia, tuve la oportunidad de vivir y respirar el ambiente del torneo. Desde las calles de Moscú hasta los estadios llenos de aficionados de todo el mundo, cada día era una nueva aventura llena de emoción y camaradería. Cubrir un total de ocho partidos, incluida la gran final entre Francia y Croacia, me permitió experimentar de primera mano la intensidad y la pasión que rodea a este deporte en el mundo. Como periodista, ser parte de esta historia y poder transmitirla a través de las páginas y plataformas digitales de este Diario fue un privilegio incomparable. Y ahora, al recordar esos días llenos de emoción y adrenalina, estoy más convencido que nunca del poder transformador del periodismo y su capacidad para conectar a las personas y contar las historias que nos definen como sociedad”. //
AFP
7/12
Secuestro en la embajada, por Mario Cortijo
“En esa época yo era el jefe de Informaciones de El Comercio. La edición para el día siguiente la teníamos lista cuando nos llegó el dato de que algo había pasado en la residencia del embajador de Japón. En ese momento, me entró la angustia y empecé a correr como loco por el diario, preguntando si habíamos mandado a un fotógrafo. Enviamos una unidad móvil, una Nissan amarilla, que se quedó en el lugar los tres meses que duró la crisis y que bautizamos como Base Tokyo. Y luego hicimos un cuadro especial de comisiones que cubría los dos escenarios posibles: en caso de una salida pacífica o una violenta, los reporteros de El Comercio ya sabían a dónde ir. Y tenían que dejar lo que estuviesen haciendo para ir por la noticia. Eso se vio muy bien el día del rescate de los rehenes. Creo que El Comercio se consolidó como un gran diario ahí. Teníamos todo listo, las fotografías, los testimonios, un infográfico espectacular, y la cobertura en general fue espléndida”. //
EL COMERCIO
8/12
El día que el suelo tembló, por Javier Azcue
El legendario reportero Javier Ascue fue un hombre de su tiempo, que escribía a máquina con dos dedos y recorría el país a pie, en carro o lomo de bestia en busca de historias. Uno de sus mejores reportajes fue el del terremoto de 1970. Así describió Ascue aquella comisión: “El aluvión de Huaraz de 1970 me fogueó a los 25 años. Me habían ordenado que fuera al aeropuerto para cubrir la llegada de provisiones para Chimbote, pero convencí al fotógrafo José Michilot para irnos en el avión. Cruzamos la Cordillera Negra a pie. En el camino conté 70 temblores, llegamos al río Santa, a Caraz, y encontramos las primeras víctimas. Llegamos a Yungay y estaba sepultado. Durante cuatro días solo tomamos agua”. Cuando Ascue llegó a la redacción, días después, pensó que lo iban a despedir por haberse mandado solo. El director, Aurelio Miró Quesada, le dijo: “¿Sabe lo que ha hecho? Su nota ha dado la vuelta al mundo y mire la ayuda internacional que está llegando”. Ese día lo nombraron redactor principal.
EL COMERCIO
9/12
El terremoto de Pisco, por Ricardo León
“El periodismo es un oficio que exige tolerancia a los cambios. Eran las 6:40 de la tarde de un miércoles. Estaba acabando de escribir una nota, después iría a mi casa. Pero todo empezó a temblar, se escucharon vidrios rotos, gritos, alarmas de autos. Algunos bajaron las escaleras de mármol del edificio antiguo de El Comercio; yo preferí quedarme en la redacción, seguro de que aquellas viejas columnas me protegerían. El periodismo exige estar listo siempre: no hubo tiempo para armar una mochila, solo llevé una libreta, un lapicero y la grabadora. Iba con el fotógrafo Luis Choy, y Lucho García era nuestro conductor. Fue un ejercicio difícil: el reporteo sobre la hora, los traslados trepidantes, tantas historias, las réplicas, las balaceras en la oscuridad. El ’Chino’ Choy y Luchito ya fallecieron. Me encantaría sentarme otra vez con ellos a recordar lo vivido: la destrucción completa, el miedo en otros ojos, el olor a tierra removida. Y allí estuvimos nosotros para contarlo”.//
EL COMERCIO
10/12
Afganistán inolvidable, por Patricia Castro
“En 2001 echamos a andar la corresponsalía de El Comercio en la guerra de Afganistán. La iniciativa fue de Virginia Rosas, editora de la sección Internacional, que me preguntó si aceptaba cubrir una guerra. Virginia creía que nuestro Diario debía tener presencia internacional y que una mujer podía encargarse de la cobertura. Yo andaba de paso por Taiwán, inmersa en la religiosidad de Oriente, pero su convicción me hizo pensar que sí, que el Diario estaba destinado a informar desde los escenarios más desafiantes. La corresponsalía duró cuatro meses y reportamos inicialmente desde los pasos fronterizos hasta el camino que lleva a Jalalabad, en Afganistán. La cobertura tuvo siempre una meta concreta, la de contar las historias de los desplazados, las mujeres, los niños, los ancianos, los olvidados, pues para todo lo otro, existían los cables de las agencias noticiosas que desplegaban ejércitos de reporteros sobre el terreno. Esa “otra parte de la historia” se quedó conmigo, quizás porque me demostró que si vamos a la guerra como periodistas, es para defender la vida, la paz y el diálogo con el filo de nuestras noticias”. //
EL COMERCIO
11/12
El caso Wikileaks, por Rossana Echeandía
Wikileaks parecía inaccesible, hasta que sonó mi celular con un mensaje muy especial. “Soy de Wikileaks, ¿podrás viajar a Londres?”. La intriga se instaló en una cobertura que terminaría siendo extraordinaria por todo el proceso más que por la información que se halló. Llegué a la capital británica y recibí la llamada: “Debes estar mañana a las 10 a.m. en esta dirección. Toma nota”. Finalmente me terminaron llevando a otro lugar, donde pude conocer al equipo de Wikileaks. Me estaban explicando cómo acceder a la información, cuando se abrió una puerta y apareció este hombre inconfundible: Julian Assange. Ese día, el famoso hacker australiano y yo hablamos de lo que había hecho y sus consecuencias. Trece años después, Assange sigue en una prisión de alta seguridad del Reino Unido”. //
AFP
12/12
El golpe de Castillo, por Hécto Villalobos
“Nos habíamos preparado para una cobertura larga. Ese día estaba previsto que el Congreso vote la tercera moción de vacancia contra Pedro Castillo. Un sondeo previo que habíamos realizado entre legisladores indicaba que no contaban con los votos necesarios para destituirlo. A las 11:41 de la mañana, sin embargo, un tembloroso Castillo anunció la disolución del Congreso. De inmediato, el WhatsApp empezó a reventar con mensajes. En algo coincidíamos todos, periodistas, editores y el director del Diario: “Esto es un golpe de Estado”. Con el transcurrir de los minutos, la redacción habitualmente vacía empezó a verse colmada por decenas de periodistas que llegaban para cubrir la noticia más importante de nuestro país en mucho tiempo. De inmediato y, en forma simultánea, se realizaron entrevistas y paneles en vivo, se coordinó la distribución de los espacios en la edición impresa mientras se lanzaba notas en la página web con la información al instante. En cuestión de horas vivimos lo que en redacciones de otros países se vive en el transcurso de varios años. Fue el día en que ocurrió de todo. Y ocurrió de golpe”.

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