De Jefferson Agustín Farfán Guadalupe (Lima, 1984) se sabe que no tuvo una vida fácil. Hace un año, cuando la pandemia empezaba a asomar, cerca de un millón de espectadores llegaron a las salas de cines para conocer la historia del futbolista que abrió la puerta para que Perú clasifique a una Copa del Mundo después de 36 años, gracias a un gol suyo. “La Foquita: el 10 de la calle” retrata su ascenso en el fútbol, el proceso para convertirse en crack y también lo bueno y lo malo que llega con la fama y los goles.
Jefferson siempre se ha sentido orgulloso de sus raíces. Creció en Villa el Salvador, en una casa humilde, donde doña Charo hacía hasta lo imposible para que no le falte nada, aunque a veces faltaba. Creció, además, mirando en la TV como sus tíos Roberto Farfán y Luis Guadalupe jugaban en Primera. Su sueño, cómo no, era ser futbolista como ellos.
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Por influencia de sus tíos fue llevado a probarse a Universitario. Sin embargo, su carrera futbolística empezó en las ligas menores del Deportivo Municipal para luego, a los 14 años, trasladarse a Alianza Lima, donde forjaría una fuerte amistad con Paolo Guerrero. Debutó en el 2001 y al año siguiente, con 21 años, ya era promesa. Logró un bicampeonato, se fue a Europa, jugó en las ligas alemana y holandesa y se codeó con la élite del fútbol mundial.
Hoy su futuro es incierto, pero pocos han logrado lo que él ha logrado, tanto en los clubes que le tocó vestir como en la selección.
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Jefferson Farfán es alguien a quien la autora y socióloga estadounidense llamaría un “riser”: una persona que lucha sin importar los obstáculos para alcanzar sus sueños. No solo tienen una meta diaria, sino un claro propósito en la vida.
Partiendo de la historia de Farfán, Motorola tiene por objetivo difundir mensajes y alentar a las personas a perseguir sus sueños, utilizando la tecnología para expresarse, aprender y educar. Para esta campaña global, la marca de telefonía móvil ha incluido a otros “risers” del mundo, como el motociclista serbio Daniel Gizird, los hermanos nigerianos Victory y Marvel Ebinum y los bailarines brasileños Victórya Devin y Eddy Soares.
“Para mi ser un riser tiene muchos beneficios, ya que a través de la fama que he ganado, puedo llegar a muchos niños y personas para ayudar y dejar un legado. Creo que dentro de lo que he realizado en mi vida, puedo ser un referente para los niños; me baso mucho en el hecho de que también pasé por todas esas situaciones, para poder ayudar”, ha dicho el futbolista.
Por estos días, en las redes oficiales de Motorola, Jefferson contará su historia se estará de primera mano, y cómo la tecnología lo ayuda a darle voz a las diferentes causas y proyectos que él apoya, con el objetivo de inspirar y ayudar a niños y niñas de bajos recursos a que luchen por sus sueños y, como él, puedan hacer historia con su talento y habilidades en el deporte. //