Un hombre comenta una de las fotos que Karina Borrero ha subido a Instagram donde muestra su panza; le dice, tajante, que no debe usar tacos durante el embarazo. En otra imagen, una mujer le advierte que no es adecuado que tome sol: puede dañar al bebé. Y así en adelante. Karina los lee, respira, y contesta únicamente para no asustar a otras personas –sobre todo a quienes también esperan un hijo– que podrían dar por ciertas esa clase de suposiciones.
El pasado 14 de diciembre Borrero cumplió 40. Tan solo unas semanas más tarde, la periodista anunció a través de redes sociales que estaba embarazada. Quienes se enteraban de la noticia, se enteraban también de su edad. ¿Por qué era tan importante? Para ella, definitivamente, no lo era. Y nunca lo fue. Saber de su estado tampoco fue una sorpresa: Karina y su pareja habían buscado al bebé con paciencia y con la firme convicción de que ocurriría de manera natural. Algunos años antes, Karina había contemplado la idea de congelar sus óvulos, pero desistió cuando el doctor le afirmó que no tendría problemas para concebir. Así que eligió hacer exactamente eso: no preocuparse. Con lo que sí ha tenido que lidiar es con la desinformación, los miedos y los prejuicios que hay en torno a un embarazo a los 40.
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¿A qué atribuyes ese tipo de comentarios?Imagino que es porque socialmente no es muy común, o al menos no somos muy visibles. Pienso que con los años será más normal, porque las mujeres estamos comenzando a planificar mejor nuestra vida profesional, personal y familiar, y eso suele traducirse en postergar la maternidad por algunos años. ¿Te molesta que sea relevante cuántos años tienes?No me molesta, pero sí me llamó la atención. Muchas mujeres (y también hombres) me escribían al principio para preguntarme si mi embarazo había sido asistido y, de ser así, que les comparta con qué médico. Eran mujeres que querían quedar embarazadas o que ya lo estaban pero tenían miedo de estar en alguna clase de riesgo por su edad. Me siguen escribiendo para hacerme consultas y pedirme información que creen que puede ser útil sobre mi experiencia. A mucha gente le da curiosidad este perfil de mujer embarazada a los 40 que se ve normal y que lo lleva con naturalidad. ¿Te pasó que, cumplida cierta edad, te empezaste a estresar o preocupar por la maternidad? No, y tampoco tenía una pareja con quien pensase en un plan más a futuro o alguien que yo viese como el padre de mis hijos. Todo eso me llegó más tarde, y elegí que así sea: el comenzar a planificar una familia. En ese camino contemplaste congelar tus óvulos, buscar otras alternativas. Saqué una consulta para lo primero. Cuando me hacen toda la evaluación –tenía unos 36 o 37 entonces–, una de las dos cosas con las que me quedé de esa serie de citas y exámenes es que el médico me dijo que mi edad biológica era más joven que mi edad cronológica. Me dijo también que mi útero estaba en perfecto estado y que era muy fértil. Recuerdo que cuando tuve que tomar la decisión de hacerlo o no, le pregunté: ¿no entiendo por qué, si me dice que estoy en tan buenas condiciones para ser mamá, tendría que congelar mis óvulos? ‘Esa es tu elección’, me contestó él. Y así fue. No los congelé.
El margen para ser madre de manera natural puede ser bastante corto a partir de ahí. Precisamente por eso es que el doctor me dijo que, en caso de que no pudiese tener hijos más adelante, podía contemplar un tratamiento. En ese momento pensé que no tenía sentido adelantarme a un problema que no tenía y que no sabía si se iba a presentar. Es algo que yo aplico como filosofía de vida en general.De alguna manera, también es un acto de fe. De mentalizarte con que las cosas se van a dar bien. No sé por qué, pero nunca lo dudé ni pensé que no iba a ocurrir. Sabía que podía demorar; sabía que si algo salía mal, recurriría al doctor al que había ido. He tenido muchas conversaciones con amigas que han congelado óvulos o que estaban preocupadas por la edad, y que estaban muy empecinadas en ser madres. Daban por hecho que naturalmente no podía ocurrir y que era mejor estar preparadas. No fue mi caso. Tal vez es porque mi madre tuvo a la última de mis hermanas a los 44 años. Lo veía muy normal. Claro, cuando llevas cinco o seis meses intentándolo, te preocupas, entran las dudas, se te sale alguna lágrima, te preguntas si eres tú o es tu pareja. Todas esas cosas pasan por tu mente.Tu pareja, de hecho, es bastante menor que tú. ¿Crees que ha tenido algo que ver en el éxito de tu embarazo? Él es menor que yo por nueve años. Creo que eso ha sido una gran ayuda [ríe]. Es una fórmula que posiblemente tenga mucho que ver.
Tendrás una niña. Es un momento complicado para ser mujer y crecer en el Perú. ¿Tienes alguna idea de cómo prepararla para esto?Yo leo noticias todos los días. Y no hay uno solo en el que no me sienta asustada del país en el que nos estamos convirtiendo. Hay gente muy valiosa y emprendedora, por supuesto. Pero comienzo a tener una sensación de que estoy viviendo en una alerta constante, con un miedo permanente. No quisiera exponer a mi hija a todo esto. Cuando llegue el momento de prepararla, imagino que seré, como con todo lo que hago, lo más directa y sincera al respecto. Intentaré que sea independiente y darle las herramientas para lidiar con situaciones de vulnerabilidad o peligro. ¿Cómo contemplas tu vida laboral de aquí en adelante? De un tiempo a esta parte, cuando he cambiado de trabajo, una de las preguntas que más me han hecho en las entrevistas laborales es si pienso ser madre pronto. Como si ser madre le restase valor a tu capacidad y eso pudiese ir en contra del puesto al que postulas. Lo siento en carne propia ahora, porque es evidente que una mujer embarazada o con hijos –no en todos los casos– es vista como una profesional en condiciones laborales más complicadas que las de una persona soltera o que es, bueno, hombre. No conozco a ningún compañero a quien le hayan preguntado si quiere ser papá pronto, y que eso sea tomado en cuenta en su elección.