Desde la puerta de Canout, el teatro de Lima que resucitaron con sus populares shows en vivo, los comediantes Jorge Luna (28) y Ricardo Mendoza (31) reflexionan sobre el impensable éxito que han alcanzado en estos tres años con el fenómeno Hablando Huevadas. Su espacio de comedia que mezcla conversación con “impro”, chacota criolla y verbo callejero tiene seducidos a millones de personas que los ven en YouTube de todas partes del mundo o que abarrotan sus presentaciones en vivo, que se suelen agotar en minutos.
LEE TAMBIÉN: Jaime Ferraro: “Ahora el limeño se atreve a reírse de temas sensibles, como el racismo”
“Nos gustaría decirte una fecha para promocionar en la revista pero la cierto es que ya tenemos vendido todo hasta febrero”, dicen con sinceridad, al final de la entrevista. Se puede decir que Hablando Huevadas nace de las ganas de sus autores de trabajar con mayor eficacia. Lo explica Ricardo: “Los dos veníamos de hacer stand up y a cada uno le iba bien. Pero hacer un show de humor de una hora toma un año de trabajo, entre que escribes los chistes y los vas perfeccionando. Todo para que luego subas el show a Internet y tenga dos semanas de vida. Y esos chistes ya no los puedes volver a contar. Era insostenible”.
Buscando un formato más amable en el cual inspirarse dieron con el programa humorístico español Nadie Sabe Nada y vieron que era el camino. Pensaron que ellos podían hacer un show así, espontáneo y con público. El éxito de Hablando Huevadas fue veloz. Pasaron de shows de 30 personas a 1.600 en un año, y estaban bien encaminados hacia ese nuevo nivel de estrellato cuando les llegó la pandemia, ya con fechas compradas y giras internacionales. De hecho, ellos venían de girar por España cuando el país se cierra en la primera cuarentena.
EL SECRETO DEL ÉXITO
Un programa así, con un lenguaje tan crudo, quizá no habría pegado hace 20 años. “No existe algo así como el humor limeño o peruano. Eso sería generalizar. Creemos sí que hay algunas constantes. Al peruano le gusta la descontextualización en el humor. Poner a un personaje en un sitio donde no pertenece. Otra cosa es que el limeño actual reconoce que está cambiando el mundo, y le gusta o lo denuncia. Nosotros hacemos personajes a veces con dejos y tonalidades. Lo que hacemos es exponernos, no burlarnos, sino decir ‘esto somos’, ‘este es tu vecino’, ‘este soy yo’; ‘con nuestras diferencias la pasamos bien’. El limeño está siendo más inclusivo y ya no hay tanto tabú”.
La dupla nominada a los Premios Luces 2021 y que ha tenido de invitados en su programa a personajes disimiles como Yahaira Plasencia o la periodista Rosa María Palacios, reconoce que hay una joven promoción de comediantes que merece atención: Jean Carlo Manrique, Max Santiváñez, Joseph Argumedo. Todos con distintas formas de humor, desde el más blanco hasta el suyo. “No creemos que nuestro humor esté basado en lisuras. Si las decimos es porque somos lisurientos, nomás”.
Muchos creen erróneamente que un espectáculo con ese formato, en donde lo imprevisto es virtud, solo es cosa de prender los micros y ya, pero no, cuentan. La dupla tiene un equipo de hasta 17 empleados que se asegura que todo salga perfecto. “Tenemos 4 personas en edición de video, dos que ven la parte de sonido, y el resto… honestamente no sabemos qué hacen”. //