En el clímax del concierto, una piedra salió del público, cruzó un mar de cabezas e impactó de lleno contra Claudio Narea, el guitarrista de Los Prisioneros. El músico estaba tocando El baile de los que sobran cuando sintió el golpe. “¿Quién fue el imbécil?”, gritó al micrófono. No era el primer proyectil arrojado pero sí el más certero. En ese punto, Jorge González, cantante de la banda, decidió que ya había sido suficiente: “Les apuesto que si viene un gringo cualquiera no le tiran cosas”, dijo al público mientras abandonaba el escenario por un momento.
LEE TAMBIÉN: “Hablando Huevadas”: la historia de la irreverente dupla cómica que arrasa en redes
¿Por qué el concierto del trío chileno se interrumpía de esa forma, entre objetos e insultos xenofóbicos? Esa tocada de Acho de noviembre de 1987 fue tan legendaria que durante años fue uno de los casettes más copiados en Lima. Le ponías play y te imaginabas al grupo de rock dando pelea, entre canción y canción, contra un sector anárquico que había ido solo para fastidiarlos.
Sobre esa visita, el grupo ha dicho que se sintió engañado, pues no les dijeron que eran populares en Perú. Tocaron con tarifa promocional, sin saber que los organizadores agotaban una discoteca (Reflejos) y un coliseo para 12 mil personas. Por si fuera poco, se consintió que gente ajena a la banda se subiera al escenario, convertido en una zona VIP informal, como se ve en las inéditas fotos que forman parte del Archivo Histórico de El Comercio. La incomodidad de los chilenos se lee a leguas en sus rostros.
El melómano y DJ Guillermo Melgarejo tenía 18 años cuando fue a ese show, acompañado de su hermano de 14. De la tocada recuerda, además de la buena música, las nubes de tierra y de arena que se generaban por los saltos en el coliseo, que no dejaban respirar. ““Me acuerdo que estaba con mi hermano y de pronto vimos pasar un gringo con la cabeza rota”. Precisa que el sector que hacía problemas en Acho era bastante pequeño comparado con el resto de fans. Era un grupo reducido, pero muy ruidoso.
Lo que cuenta la serie Los Prisioneros sobre el Perú (ALERTA SPOILER)
Este sábado 15 de enero se estrenó a través de la plataforma Movistar Play la serie biográfica de la banda chilena, en la que podemos apreciar parcialmente la reconstrucción de este hecho. Como en todo ficción se toman algunas licencias narrativas, por propósitos dramáticos. En la serie, el grupo llega a Lima en la época de su disco La Cultura de la Basura, cuando la dictadura de Augusto Pinochet les cerraba espacios para tocar por su apoyo a la campaña del NO. Fue una época en la que tuvieron que buscar nuevos mercados fuera de su país por ese boicot.
Lo cierto es que a Lima llegaron no por ese disco sino por su segundo elepé Pateando Piedras, en el que estaban los clásicos Muevas las industrias y El Baile de los que Sobran. En la serie, se los ve aterrizar en la tugurizada Lima de los 80s al ritmo de El Aguajal, de los Shapis. De inmediato los vemos en un taxi de cuyo retrovisor cuelga un banderín del Sport Boys (el co director de la serie, Salvador del Solar, es un conocido hincha del club rosado).
En imágenes de stock podemos ver las calles de la ciudad llenas de ambulantes. Es mientras van en el taxi que el grupo se entera que el show que darán se realizará en una plaza de toros, una idea que al menos en concepto no les fascina por el prospecto de tocar “entre bostas de vaca”, dicen.
Su sorpresa es grande cuando se dan cuenta que hay 12 mil personas reunidas en una Plaza de Acho que ha sido llenada, para la ficción, gracias a la magia del CGI. Es un testimonio fiel lo que apreciamos en esos breves minutos, con un público enfervorizado y un Gonzalez salido de sí, improvisando frases durante el tema Sexo. Después del show, unas fans peruanas los llevan a bailar salsa a una discoteca al ritmo de Los Titanes de Colombia.
No vemos una sola piedra en esa reconstrucción bastante acertada, por lo demás, pero nos enteramos después, por un periódico que leen ya en Santiago, que la prensa chilena ha exagerado los incidentes para dejarlos mal: “Los Prisioneros fueron apedreados en Perú”, es lo que leen en el titular. “¡Oye pero si fueron cuatro pelagatos en medio de 12 mil personas que cantaban eufóricas”, dice el actor que hace de Miguel Tapia, el baterista, bastante fastidiado. Luego discuten si el éxito de Perú se podría replicar en otros países. El sello ha olido el dinero, les cuenta su manager, Carlos Fonseca. “Pero la próxima vez que vayamos a Perú, sí cobramos”, le piden. Más adelante en el capítulo, un tema de la banda peruana Los Trece Baladas es usado para ambientar el fin de una relación. //
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- ¿Cómo vemos a la Lima de hoy, a 487 años de su fundación? Esto dicen nuestros lectores
- La marca peruana que recuperó el arte del bordado en las artesanas de Chinchero
- Mérito: ¿en qué consiste el nuevo concepto del premiado restaurante peruano-venezolano?
- ¿Vas a la playa? Sigue estas recomendaciones para evitar al COVID-19