Aunque su nombre figure hace tiempo entre los grandes, por su talento e influencia, la valía de Ringo Starr como músico no llegó a ser consenso en su tiempo. El mismo beatle llegaba a dudar de sí mismo. No estaba seguro de su lugar al lado de compañeros tan dotados para componer ni sentía que tocaba suficientemente bien. Un 22 de agosto de 1968 sintió que había estado bueno de todo y se fue del grupo, justo durante las sesiones de lo que vendría a ser el Álbum Blanco.
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Richard Starkey, nacido en Liverpool en 1940, había entrado a los Beatles justo cuando estos estaban por grabar su primer disco, Please Please Me (1963). Fue llamado de urgencia por John Lennon y Paul McCartney luego de que el productor George Martin les dijera que si querían llegar lejos en la música se deshicieran de su baterista original, Pete Best, quien no podía mantener el ritmo y “clavar” la tarola incluso en un tema tan sencillo como Love Me Do.
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Lo curioso es que Ringo, un viejo conocido de los Beatles de su época de bares de Liverpool, tampoco impresionó mucho a Martin y fue reemplazado para el single por un músico de sesión (Alan White). El grupo siguió apostando por él y lo conservó por su carisma y su aporte al sonido grupal, que no era poco. El sonido de los Beatles en los primeros años de la beatlemanía es el sonido del charles abierto de Ringo, esos pequeños platillos que el zurdo Starr golpeaba y producían un efecto efervescente en temas como I Want to hold Your Hand o She Loves You.
Lo cierto es que si uno hace el ejercicio ocioso de poner a Ringo al lado de bateristas jazzeros como Buddy Rich o de rockeros como Keith Moon (The Who) o Ginger Baker (Cream) quizá no salga bien parado. Ringo sabía bien que su tempo era caprichoso y muchas veces involuntario, que su condición de baterista zurdo tocando una batería para diestros lo hacía sonar “excéntrico”; que los redobles no eran su fuerte. Prefería no sonar “perfecto” pero darle humanidad a su toque antes que sonar como una máquina.
Muchos años después, cuando a Jeff Lynne (ELO) le tocó producír las nuevas canciones de los Beatles para el proyecto Anthology, en los años 90, chocaría con Ringo por eso mismo. El productor le exigía a Starr que tocase con una pista rítmica de apoyo (click track) que le serviría para cuadrar su tempo y no apurarse ni retrasarse. El británico no entendía, se desesperaba. “¡No necesito un click track, Jeff. ¡Yo soy el maldito click track!”, le dijo una vez.
Ringo probó ser esencial en la evolución que tuvieron los Fab Four en los siguientes discos en los que John, Paul y George, junto con su ingeniero de sonido Geoff Emmerick empezaron a experimentar con las capacidades del estudio. Aquellas eran horas interminables en las que se pasaba jugando poker para matar el rato mientras el resto se la pasaba seteando sonido, como en el ambicioso Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, curiosamente el disco que menos le gusta a Starr. Pero cuando al fin lo llamaban y le tocaba sentarse, imponía su autoridad rítmica.
Ringo Starr volvió a los Beatles en setiembre del 68, luego de echarse algunos días de descanso que le sirvieron para calmar su crisis existencial. Alejarse de McCartney, que solía ser muy quisquilloso con la forma en que quería que tocara sus temas -y hasta lo reemplazaba secretamente en algunos- fue un alivio. El grupo lo recibió emocionado. Previamente habían mandado cubrir su batería con flores como un gesto de aprecio. Quizá Ringo no fuese el mejor baterista de su generación, pero como ellos mismos le dijeron, era el mejor baterista que un grupo como los Beatles podía tener. //
Cinco grandes momentos de Ringo Starr con los Beatles
1. I Want To Hold Your Hand
La canción que desató la beatlemanía en Estados Unidos y el resto del mundo ejemplifica el aporte de Ringo al sonido de los de Liverpool. Sus platillos están tan abiertos que suena casi como el brillo de una pandereta; su toque de tambores es tan urgente que parece que todo su set se va a desplomar. Era un sonido nuevo, pantanoso, que exuda juventud. Cómo no iba a conquistar el mundo.
2. Ticket To Ride
La primera muestra de que los Beatles podían innovar sonoramente en el mainstream fue esta canción que a Lennon le sonaba un poco como a “heavy metal”, sobre todo por la forma en que Starr aporrea su instrumento. Su patrón rítmico partido, sus redobles breves y veloces, resultaron inspiradores para músicos que empezaban a volcarse a la experimentación sonora de la psicodelia. Un toque similar aplica en la igualmente elogiada Tomorrow Never Knows
3. Strawberry Fields Forever
Ya inmersos en su etapa experimental, Ringo probó ser tan osado como sus pares con elementos tan sencillos como dos baquetas y tres tambores. La forma en que Ringo “rellena” los espacios en una canción fantasmal como Strawberry Fields Forever, añadiendo profundidad y hasta narrativa (por un momento parece un ejercito marchando), es emocionante. En los años siguiente haría uso extensivo de sus tambores toms-toms, como texturas, en temas como A Day In The Life.
4. Rain
Rain es posiblemente la canción más admirada por los bateristas y ciertamente la preferida de Ringo de todas las que tocó tras su paso por los Beatles. De aquellas sesiones recuerda haber estado como poseído, ha dicho, por la forma como resolvió rítmicamente el tema de Lennon. “Me gustaba la tarola y el hi-hat. Creo que fue la primera vez que usé este truco de comenzar un descanso golpeando el hi-hat primero. […] Pienso que es lo mejor que he hecho””, dijo alguna vez.
5. Come Together
Come Together cuenta con un distintivo patrón de batería de Ringo, tan pegajoso que funciona casi un gancho pop más de la canción. Es un ritmo que te atrapa y es bastante sencillo: dos golpes de bombo, cuatro de hi-hat y un redoble de toms. Luego acompaña al cantante, que es otra característica tuya. Es la muestra definitiva de que Ringo, antes que un genio de la precisión y el tempo, era altamente creativo con las texturas y sonoridades de su instrumento. Hacia cantar a sus tambores.
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