Mucho antes de hacernos reír con su personaje del “señor Barriga”, en el Chavo del Ocho, o de estudiar la carrera de Medicina, que solo ejerció dos años, Édgar Vivar (74) era ese niño bonachón al que le encantaba que lo llevaran al circo. En México, la temporada circense empezaba en diciembre, justo el mes de su cumpleaños, así que sus padres no tenían excusa: si le dejaban escoger Édgar pedía que lo llevaran al circo Atayde, su favorito, fundado en 1888. Era una experiencia sensorial, dice, desde los colores y la música, hasta los olores mismos que regalaban las fieras. Quien haya ido a un circo antiguo debe recordar algo parecido.
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“Me parece bien que ya no usen animales, pero cuando éramos niños, ir al circo era como una gran lección de zoología”, le dice a Somos a su llegada al Perú. El mexicano ha llegado a nuestro país, tal como lo hizo en el lejano 1979 junto al elenco de Chespirito, para reencontrarse con un público que se deshace como pan remojado en leche, como una mazamorra de sentimientos cuando lo ve caminar por la calle, con más años y menos kilos encima. “Perú es el país de Sudamerica que más he visitado y el que más cariño me ha dado a nosotros”, nos había dicho días antes, durante una charla por zoom.
Édgar Vivar se presentará, desde el 21 de julio al 14 de agosto, en el espectáculo Volar, del Gran Circo Estelar. El show, creado por la actriz Patricia Barreto, se puede ver en la carpa de Mall del Sur (Explanada Los Lirios, San Juan de Miraflores). Lima y esa humedad que corroe los huesos es la ciudad que lo alberga por estos días. No es la época favorita para su artritis, pero así es la vida trashumante del circo. Semanas antes estuvo en Colombia, en Brasil y en Estados Unidos.
Es por ello que el actor quiere hacer un anuncio. “Este viaje me permitirá cerrar un círculo. Así como aquí en Lima empecé la gira de despedida del personaje de ‘Ñoño’, por respeto al personaje y a mí mismo, acá comienza también mi despedida de los circos. Prefiero que la gente me vea en mis facultades, haciendo un trabajo razonablemente bien. Esta es una vida hermosa, pero estar viajando es muy agotador”.
Lejos del retiro, Vivar cuenta que empleará su energía en proyectos más manejables, como la actuación y la producción de cine, un medio que le fascina desde siempre. “Si ves fotos de mi primer viaje a Perú, observarás que tengo una cámara de Super 8 conmigo. Tengo aún las películas de ese viaje”, recalca. El mexicano ya ha actuado en algunas cintas peruanas (Buscando Nirvana, Cementerio general 2) y espera que no sean las últimas. Mientras, su mente está concentrada en la carpa. “Será la oportunidad de poder ver a mis amigos perua- nos cara a cara y decirles un cariñoso hasta siempre. //