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NUEVA YORK. Documentos pertenecientes a los “padres” fundadores de Estados Unidos podrán consultarse pronto en todo el mundo gracias a un ambicioso proyecto de digitalización puesto en marcha por la Biblioteca Pública de Nueva York.
Un proceso que acaba de recibir un fuerte impulso, porque la fundación Polonsky, londinense, donó la pasada semana medio millón de dólares al emblemático centro para digitalizar 50.000 páginas de esos históricos archivos.
Papeles de George Washington, Thomas Jefferson, Alexander Hamilton o John Adams podrán verse próximamente desde pantallas de cualquier rincón del planeta.
Entre ellos estará, por ejemplo, el “Boston Committee of Correspondence”, que narra las misivas de un grupo de patriotas liderados por Samuel Adams, y que es el documento favorito del comisario de manuscritos de la institución, el historiador Thomas Lannon.
“La correspondencia del comité ayudó a difundir el distanciamiento entre las colonias y precipitó la Revolución Americana”, explicó, ilusionado, este historiador a Efe. “Es muy interesante porque nos enseña la manera en que las noticias viajaban en el siglo XVIII”, agregó.
Pero no tan solo los atraídos por la historia estadounidense están de suerte, sino que la biblioteca está muy centrada en la digitalización de todo tipo de escritos para facilitar el acceso y el estudio de joyas históricas.
Una de ellas, escaneada este pasado diciembre, es la transcripción más antigua, fechada en 1596, de la “Relación de la jornada de Cibola”, donde Pedro de Castañeda de Nájera relata las exploraciones españolas en la costa oeste de EE.UU. en 1540.
Otra, que se digitalizará en los próximos años, es el diario de los viajes en Europa del quinto presidente de los Estados Unidos, James Monroe, quien gobernaba el país cuando se compró Florida a España.
Este diario, escrito con tinta negra entre 1803 y 1804, relata su experiencia como diplomático y sus viajes a Francia y a España durante la negociación de la compra de Luisiana.
“La digitalización de estos documentos sacará a la luz otra información que todavía no sabemos. Por ejemplo, este libro ha sido estudiado por diplomáticos, pero investigadores españoles que no estén interesados en James Monroe, pero sí en la cultura de su país en el siglo XIX, ahora también podrán leerlo”, dijo Lannon.
Pero aunque las nuevas tecnologías faciliten la lectura y las “nuevas interpretaciones” de las piezas -Lannon considera que los manuscritos deben ser entendidos como obras de arte, ya que al estar escritos a mano permiten múltiples lecturas- siempre quedarán aquellos nostálgicos del papel que querrán viajar a las entrañas del templo neoclásico.
Decenas de universitarios, investigadores, escritores e historiadores se trasladan cada día al edificio de 1911 que tantas veces ha sido llevado a la gran pantalla.
Es el lugar donde Holly (Audrey Hepburn) leía con sus ya míticas gafas oscuras en “Breakfast at Tiffany's”, el mismo en que la icónica neoyorquina Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) planeaba su (catastrófica) boda en “Sex and the City”.
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Porque, tal y como subrayó el experto, “la investigación en una biblioteca nunca se ha limitado a los libros, sino a la alabanza del estudio de la cultura y de las Humanidades. Aunque la tecnología está cambiando constantemente, nuestros investigadores seguirán viniendo a usar el material digital de la misma manera que siempre, representando lo que significa hacer investigación”.
Incluso se desplazan de otros países, como el historiador mexicano Iván Escamilla que quiso consultar en la biblioteca el original “Nican Mopohua” de 1540 que escribió San Juan Diego acerca de la aparición divina de la Virgen de Guadalupe.
“La gente continúa amando a los libros, y la biblioteca apoya todos los formatos”, señaló la publicista Amy Geduldig, que trabaja en el centro.
Una cápsula del tiempo adaptada ahora a las nuevas tecnologías, donde los leones Paciencia y Fortaleza -apodados así para dar ánimos a los neoyorquinos durante la Gran Depresión- dan la bienvenida al estudio de los más de dos millones de manuscritos que nunca se van a poder acabar de digitalizar, según Lannon.
“Nunca podremos dar la tarea por terminada porque siempre hay algo incorrecto en lo digitalizado. Mientras mejore la tecnología todo lo anterior nos parecerá insuficiente”, afirmó.
Fuente: EFE