ZAIDA YSLA
El cantautor uruguayo Jorge Drexler se encuentra en nuestra capital para realizar mañana en el Anfiteatro del Parque de la Exposición una nueva presentación de la gira de conciertos Mundo Abisal. Pocas horas después de arribar a nuestra capital, el ganador del Óscar conversó con el elcomercio.pe sobre sus inicios en la música, su admiración por la cumbia peruana y el futuro de la industria.
Me sorprendió este dato sobre ti: eres otorrinolaringólogo En realidad, no. No terminé el posgrado en otorrinolaringología. Soy médico general y tengo el posgrado casi por terminar. Estudié y fui ayudante de cirugía durante muchos años, pero no terminé mi formación.
¿No terminaste por la música? Así es. Me fui a España a dedicarme a la música.
¿Por qué a España? No tenía pensado irme allá, pero Joaquín Sabina me invitó a inicios del 95. Me dijo: Lo que tú haces tiene un sitio más importante allá del que te puede dar Uruguay. Me llevó de gira. Me fui por un mes y ya llevo 18 años.
Y regresas al Perú por cuarta vez con una gira llamada Mundo Abisal, ¿por qué elegiste ese nombre? Me gustó el título por dos razones: una por una razón estética. Nos gustaba el hecho de aventurarnos hacia profundidades inciertas, porque en este show vamos a ir hasta el eje de las canciones. A escucharlas casi solo en guitarra y voz, en un formato más desnudo y crudo para mostrar la esencia de la canción. La otra razón es porque nos gustaba la idea lumínica: ese mundo de oscuridad absoluta y de extraños seres fosforescentes de lo abisal.
Precisamente en una reciente entrevista mencionabas la importancia de la luz en este concierto Antes de tener el repertorio de canciones, ya sabía qué entorno lumínico le quería dar (al espectáculo) y con quién quería trabajar: Carlos Fajardo, iluminador y escenógrafo. En el show hay bombitas de luz muy cerca de los rostros (de los que estamos en escena), juegos de fosforescencia y un uso muy intensivo del ciclorama, que es el panel traslucido de atrás (del escenario). No usamos luces móviles. No me gusta el concepto pop de las luces de los conciertos. Este es un tipo de iluminación muy teatral. A partir de allí empezamos a elegir canciones que nos habilitaran guiños con la luz e ideas con la luz.
También decías que estabas particularmente en la música de Los Destellos, ¿los incluirás en este concierto? Al final tenemos un medley de dos canciones diferentes en formato de cumbia y sin duda Los Destellos tienen influencia en esa sonoridad.
¿Dónde los escuchaste? Aquí en Lima preguntándole a gente que uno va conociéndonos en el camino.
Te lo pregunto porque Los Destellos tomaron mayor presencia internacional por La teta asustada, película que los incluyó en su banda sonora Sí, vi esa película. Soy muy fan de Claudia Llosa y creo que Magaly Solier es impresionante, pero yo conocía a Los Destelles mucho antes de ver la película. Me llevé su disco en la primera visita que hice al Perú.
Pero son importante acontecimientos como estos, ¿no? Presencia en otros medios, además del formato nativo en el que se mueve un músico El mundo del cine es un mundo muy mediático. Cualquier cosa que entre dentro de ese mundo, dispara. El cine lanza cualquier tipo de proyecto. Yo fui jurado del Festival de Cine de San Sebastián y lo vi muy de cerca. El mundo del cine es muy atractivo para los medios de difusión. Están todos muy pendientes. No es el caso del mundo de la música; aunque hay países como Brasil donde la música recibe mayor cobertura mediática que el cine.
¿Lo mediático puede sopesar el manoseo de la música? Lo digo recordando la versión que hicieron en el Óscar de tu tema Al otro lado del río La música es un ser vivo. Le gusta que la manoseen. Las personas necesitan que las toquen y la música también. Necesita ser tocada, pero con respeto. Para mí pasarle la mano a algo, tocarlo, es siempre positivo. Mi último proyecto, la aplicación N, es un proyecto para que la gente juegue con las canciones, para que las toque. Aunque manosearlo es un término despectivo. Digamos mejor acariciarlo.
¿Te gustó la versión del Óscar de Al otro lado del río? No, ¿a quién le gustó? No le gustó a nadie. Me alegró de no haberla cantado con ese arreglo. Antonio se portó muy bien en esa circunstancia y sé que no la paso muy bien. El arreglo era muy kitsch, muy feo y la escenografía también.
¿Cómo se te ocurrió lo de N, la aplicación que permite que las personas cambien la canciones? Tengo amigos que diseñan aplicaciones y me dijeron: ¿Te gustaría hacer algo con tus canciones? Yo dije: ¿Algo cómo qué?. Las primeras propuestas fueron cosas como un buscador y clasificador de canciones. Pero no me parecía muy interesante. Entonces pensamos en algo original. Hacer canciones que sean de un formato nativo para aplicaciones, que solo puedan existir allí: canciones que sean softwares, que uno pueda cambiar y no tengan un final definido. A mí me intereso eso mucho poéticamente y a nivel de composición, porque tuve que investigar mucho en los componentes de una canción, en cómo y cuáles se pueden combinar. No fue fácil. Fue un año y medio para hacer tres canciones. Alguna de esas canciones me tomo nueve meses escribirla y eso es muchísimo tiempo. Fue muchísimo trabajo y N es un proyecto del que estoy muy orgulloso. Hicimos cosas de programación que no se habían hecho nunca. No se había hecho nunca en ningún software un multipistas que combinará 100 pistas de audio como la que llevábamos nosotros. Fue un logro de diseño de software, pero yo estoy sobretodo orgulloso de la parte poética.
¿Qué piensas de las redes sociales como herramientas de difusión? Creo que hay un montón de herramientas muy útiles en Internet para comunicarse con la gente. Facebook no me gusta, no me entendí tampoco con My Space, pero Twitter me gusta mucho por sus limitaciones. En Twitter tienes el marco restringido de, dentro de 140 caracteres, encontrar gracia. Tienes que ser breve, concreto. Hay gente que utiliza mucho la simetría. Se investiga mucho en palíndromos. La gente trabaja con rima, escribe aforismos, epigramas. Trata de encontrar un interés en el texto. Twitter tiene una limitación textual y por eso se vuelve una herramienta textual. Muchas veces las cosas son definidas por sus limitaciones más que por las cosas que tienen.
¿Son una alternativa para los nuevos músicos ante la actual caída de las casas discográficas? Es muy confuso. Tengo un hijo de 15 años que es músico y no sé cómo va a ser su futuro musical. Por un lado estás a un click de distancia de miles de millones de personas, pero por el otro hay tanta información (en la red) que no necesariamente vas a llegar a las personas. Yo creo, sinceramente, que no hay nada, ni siquiera las redes sociales, que puedan reemplazar el impulso, del contacto directo. Si tuviera que dar un consejo a los nuevos músicos sería decirles que, como alguna vez hice yo, vayan al boliche de su barrio, le pregunten al dueño qué tienen los martes por la noche y que se ofrezcan a tocar ese día. No pierde nadie. Ese día no va mucha gente. Si tienes suerte, el primer martes hay cinco personas. Seguramente cuatro serán tus amigos y el restante cayó de casualidad. Y, si tienes más suerte, a los tres o cuatro meses hay gente que se conoce alguna de tus canciones. Lo que digo es lo siguiente: si tienes algo para comunicarle a miles de personas, primero lo tienes que testear en 10, 20 o 50 personas. Cuando ya tienes un público, así sea pequeño, allí sí lo puedes empezar a mover en una red social. Lo primero es escribir desde adentro, con la verdad y no tenerle miedo a trabajar en pequeña escala.