Steve Jobs, cofundador de Apple y una de las figuras más influyentes en la industria tecnológica, reveló que uno de los hábitos clave que le llevó al éxito fue aprender a pedir ayuda sin temor desde una edad temprana.
El empresario relató cómo, a los 12 años, se atrevió a llamar a Bill Hewlett, cofundador de Hewlett-Packard, para solicitar piezas que necesitaba para construir un contador de frecuencia. Esta audaz acción no solo le proporcionó los componentes requeridos, sino que también le valió una invitación de prácticas de verano en la prestigiosa empresa.
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Esta anécdota no solo destaca la audacia del joven Steve, sino también su capacidad para aprovechar oportunidades. “El ‘no’ ya lo tenemos”, solía decir el innovador, sugiriendo que no deberíamos temer al rechazo. Su enfoque proactivo le enseñó que pedir ayuda puede abrir puertas inesperadas y es una habilidad crucial para el éxito.
El creador del iPhone también enfatizó la importancia de la reciprocidad. Entendió que, así como es vital pedir ayuda, también lo es ofrecerla. Este principio, aplicado en su vida y carrera, le permitió no solo avanzar en sus proyectos, sino también construir relaciones sólidas y duraderas en el mundo empresarial.
Aunque seguir este consejo no garantiza convertirse en el próximo creador de Apple, puede ser un paso significativo hacia el éxito personal y profesional. Jobs demostró que muchos grandes sueños requieren colaboración y que no hay que temer solicitar apoyo cuando sea necesario.
La historia de Steve Jobs nos enseña que el verdadero liderazgo no se trata solo de tener grandes ideas, sino también de saber cuándo y cómo pedir ayuda para convertirlas en realidad. Esta humildad y apertura para aprender de otros fue, sin duda, uno de los factores clave en su extraordinario éxito.