“Me sorprendió que todavía existiese”. El “reloj parlante”, el primer sistema automatizado de horario hablado en el mundo a través de una llamada telefónica, tiene el tiempo contado: el 1 de julio se detendrá por falta de usuarios en plena era digital.
Francia pierde un icono casi un siglo después de la puesta en marcha de este servicio que daba la hora legal francesa. El “reloj parlante” nació en 1933 gracias a la idea de Ernest Esclangon, astrónomo y director del Observatorio de París.
“Cuando era joven, mi madre no paraba de pedirme de utilizarlo. Como si ella no tuviera nada más que hacer”, recuerda entre risas Claire Salpetrier, una profesora de inglés de 51 años de Magnanville, a unos 50 kilómetros al noroeste de París.
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Antonio Garcia, director de una clínica en la cercana Meulan-en-Yvelines, expresa su sorpresa de que aún funcionara. “Era algo que conocí cuando era pequeño, cuando todavía no había celulares. Era muy útil cuando teníamos que tomar el tren o el avión”, apunta.
Orange, compañía heredera del operador histórico de telecomunicaciones, aseguraba este servicio casi centenario, accesible en todo el territorio a través del número 3699. Desde 1991, su precisión horaria era de 10 milisegundos.
“Como la cámara analógica”
“Era realmente una cosa de niños, de adolescentes, lo que se necesitaba cuando había un corte de luz y tenías que volver a poner todo a su hora”, recuerda Charlotte Vanpeen, que se dice “triste y nostálgica” al conocer su desaparición.
“Es como la cámara analógica contra la digital”, agrega esta responsable de relación con la prensa, de 43 años. “Los niños de hoy en día tienen toda la tecnología y no conocen lo que nosotros hemos conocido. Las cosas buenas se pierden”, lamenta.
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La desaparición de este servicio histórico es la consecuencia del “fin de vida programado” de los materiales indispensables para su funcionamiento y, sobre todo, de la caída “regular e importante” del número de llamadas al 3699.
“En 1991, eran varios millones de llamadas anuales. Tenía una utilidad bastante importante entonces, pero poco a poco vimos una caída” hasta “decenas de miles de llamadas en 2021″, explica a la AFP Catherine Breton, directora de mercadotecnia de Orange.
Para sus últimas horas de existencia, el precio del servicio es de 1,57 dólares, más el costo de la llamada.
Celulares, computadoras, tabletas, objectos conectados... Con la digitalización y el aumento de los aparatos que pueden dar la hora, “la necesidad de usar el servicio del ‘reloj parlante’ se redujo con el tiempo”, asegura Breton.
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La última versión de este horario hablado se basaba en el “tiempo universal coordinado” del Observatorio de París, generado a partir de un conjunto de relojes atómicos del laboratorio SYRTE, alojado en una sala segura y permanentemente climatizada.
“Forma parte del patrimonio nacional. Me molesta que se detenga ahora que yo me ocupo de él”, confiesa el ingeniero Michel Abgrall, quien intenta tranquilizar al gran público: la hora exacta podrá seguir consultándose... en la página web del Observatorio.
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