La estrategia del martillo y la danza es la que muchos países –incluyendo el Perú– han empleado para contener el SARS-CoV-2 y mitigar su impacto. Pero ante un incremento en la transmisión comunitaria, asociado a la reapertura de ciertas actividades, es necesario replantear y fortalecer la estrategia. Así lo proponen en un informe especialistas de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica. El Comercio conversó con Theresa Ochoa, coautora de este trabajo y directora del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH).
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—¿En qué consiste la actual estrategia y qué proponen modificar?
La estrategia del martillo y la danza surgió con la actual pandemia. El martillo se refiere a realizar una acción muy drástica de confinamiento para cortar la cadena de transmisión. En los países de la región es fundamental esta medida porque, a diferencia de otras naciones, no tenemos una gran capacidad hospitalaria. La danza hace referencia a las medidas de restricción más flexibles. Lo que nosotros planteamos es que esta parte –la danza– tiene que llevarse a cabo de una forma muy pensada, segura y enfocándose en la educación; es decir, que las personas sean conscientes y apliquen las medidas de autocuidado. Además, los protocolos que se establezcan tienen que estar adecuados a las diversas actividades, a los riesgos y a las condiciones de cada distrito o región. Esto es de suma importancia porque se tiene que ir controlando la pandemia pero sin descuidar otros temas, como la seguridad alimentaria, la vacunación, la alfabetización, la salud mental y las enfermedades crónicas.
—¿Se han observado ya retrocesos en otros aspectos de la salud pública?
En el tema de la vacunación tenemos una brecha. En comparación al año anterior, son más o menos 600.000 niños menores de 2 años que no han sido vacunados, porque obviamente no podían salir de sus casas, los establecimientos estaban cerrados o por el temor de los padres. Asimismo, muchos países están reportando un aumento de casos de violencia doméstica y consumo de alcohol y drogas en adolescentes, asociados al aislamiento social. Si nos descuidamos, después de controlar la pandemia, vamos a tener una situación sanitaria y de salud crítica por estos y otros factores.
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—En una carta dirigida a la ministra de Salud, y firmada por usted, se recomienda optimizar los servicios de teleseguimiento...
En el hospital Cayetano Heredia realizamos un plan piloto para monitorizar a los pacientes que iban a emergencia pero que no necesitaban ser hospitalizados. Hicimos un monitoreo basado en un servicio de inteligencia artificial que hacía preguntas, y si el paciente presentaba signos de alarma, este se conectaba con el médico. Todo esto permitió una evaluación, un seguimiento y un trato adecuado con las personas. Optimizar este tipo de servicio ayuda a la atención oportuna de casos con factores de riesgo y signos de alarma. Por eso, en la carta –firmada también por dos miembros del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt– mencionamos la necesidad de distribuir oxímetros de pulso.
—¿Opina que cada familia, o barrio, debería contar con un oxímetro de pulso?
Sí. Lo ideal, más que kits de medicamentos, pues no tenemos la certeza de que alguno funcione, y así lo recomendamos, es que se puedan hacer kits familiares que tengan alcohol en gel, mascarillas y, sobre todo, el oxímetro de pulso. Esto es algo que creo que es indispensable. No toma más de medio minuto medir la saturación con este aparato. Aquellas personas que están con saturación baja son las que deben buscar oxígeno. Un paciente con una saturación de oxígeno por debajo de 80% tiene una muy alta probabilidad de fallecer.
—¿Se deben realizar más pruebas moleculares que rápidas?
Fortalecer las capacidades para detectar el SARS-CoV-2 implica, en un escenario ideal, tener pruebas moleculares, pues estas detectan la presencia del virus justamente cuando se encuentra en la fase infecciosa, a diferencia de las pruebas rápidas o serológicas. Pero mientras nos abastecemos, porque obviamente va a tomar tiempo, se debe priorizar el manejo sindrómico, es decir, la identificación de signos de riesgo. Si uno tiene síntomas o tuvo contacto cercano con un paciente con COVID-19, no es indispensable tener una prueba de detección confirmatoria para poder autoaislarse. El diagnóstico debe hacerse por los síntomas y por la exposición. Hay que dejar claro que lo más importante es cortar la cadena de transmisión.