Los propios terremotos afectan el movimiento de las placas tectónicas de la Tierra, lo que a su vez podría afectar futuros terremotos, según una investigación de la Universidad de Copenhague.
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Este nuevo conocimiento debería incorporarse en los modelos informáticos utilizados para medir el riesgo de terremotos, según los investigadores detrás del estudio.
Como un rompecabezas gigantesco, las placas tectónicas de la Tierra dividen la superficie de nuestro planeta en piezas más grandes y más pequeñas. Estas piezas están en constante movimiento debido a la parte fluida del manto de la Tierra, sobre la cual navegan lentamente. Estos movimientos provocan regularmente terremotos, algunos de los cuales pueden devastar ciudades y costar miles de vidas. En 1999, el terremoto europeo más fuerte de los últimos años golpeó la ciudad de Izmit, Turquía, y se cobró la vida de 17.000 de sus residentes.
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Entre los investigadores y expertos en terremotos, está bien aceptado que los terremotos son causados por un mecanismo unidireccional: a medida que las placas se mueven unas contra otras, la energía se acumula lentamente a lo largo de los márgenes de las placas y luego se libera repentinamente a través de los terremotos. Esto sucede una y otra vez en intervalos de décadas o siglos, en un movimiento constante de vaivén.
Pero en el nuevo estudio, publicado en Geophysical Journal International, investigadores de la Sección de Geología del Departamento de Geociencias y Gestión de Recursos Naturales de la Universidad de Copenhague demuestran que el comportamiento de las placas tectónicas puede cambiar después de un terremoto.
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Utilizando extensos datos de GPS y análisis del terremoto de Izmit de 1999, los investigadores han podido concluir que la placa continental de Anatolia sobre la que se asienta Turquía ha cambiado de dirección desde el terremoto. Los datos también muestran que esto influyó en la frecuencia de los terremotos en Turquía después de 1999.
“Parece que el vínculo entre el movimiento de las placas y la ocurrencia de terremotos no es una calle de un solo sentido. Los propios terremotos se retroalimentan, ya que pueden hacer que las placas se muevan de manera diferente después”, explica el autor principal del estudio, el postdoctorado Juan Martín De Blas, quien agrega:
“A medida que cambian los movimientos de las placas, afecta un poco el patrón de los terremotos posteriores. Si una placa tectónica cambia de dirección o se mueve a un ritmo diferente al anterior, esto potencialmente impacta en la sismicidad de sus márgenes con las placas vecinas”.
Según los investigadores, los nuevos hallazgos brindan una base clara para reevaluar los modelos de riesgo que interpretan los datos recopilados del monitoreo de los movimientos de las placas tectónicas. Estos datos se utilizan para evaluar el riesgo de futuros terremotos en términos de probabilidad, de alguna manera como el pronóstico del tiempo bueno/malo.
“Un aspecto importante de estos modelos es que operan bajo el supuesto de que los movimientos de las placas permanecen constantes. Con este estudio, podemos ver que este no es el caso. Por lo tanto, los modelos ahora pueden evolucionar aún más para que tomen el mecanismo de retroalimentación que ocurre después de un terremoto, donde las placas cambian de dirección y velocidad”, dice el profesor asociado Giampiero Iaffaldano, coautor del estudio.
La suposición de que los movimientos de las placas son constantes ha sido en gran medida una suposición “necesaria” según los investigadores, porque antes era imposible monitorear los movimientos de las placas durante un período de unos pocos años. Pero con el advenimiento de la geodesia en las geociencias y el uso extenso y cada vez mayor de dispositivos GPS en los últimos 20 años, podemos rastrear los cambios en el movimiento de las placas durante períodos de un año.
La forma en que se monitorean las placas tectónicas varía mucho de un lugar a otro. A menudo, los transmisores de GPS se colocan preferentemente cerca de los bordes de una placa tectónica. Esto permite que las agencias públicas y los investigadores rastreen el movimiento de los límites de las placas. Pero según los investigadores, también podemos beneficiarnos de más dispositivos GPS que controlen continuamente el interior de las placas, lejos de sus márgenes.
“Los límites de las placas se deforman constantemente y representan de manera deficiente el movimiento de las placas en su conjunto. Por lo tanto, los datos de GPS de los monitores ubicados más lejos de los límites de las placas deben usarse en un grado mucho mayor. Esto puede informarnos mejor sobre el tiempo que las placas están cambiando de movimiento y cómo, y proporcionar información útil para evaluar el riesgo de eventos futuros en algún lugar distinto de los puntos críticos conocidos”, dice Giampiero Iaffaldano.
Los investigadores señalan que su estudio se limita a la placa continental de Anatolia, ya que el terremoto de Izmit es uno de los pocos eventos para los que se dispone de una combinación de suficientes datos sísmicos y de GPS. Sin embargo, esperan que el panorama sea el mismo para otras placas tectónicas del planeta.
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