La muerte es el evento universal e inefable de la vida, que desde siempre ha causado fascinación en los seres humanos, y la experiencia cercana a la muerte (ECM) es uno de sus misterios más interesantes.
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La experiencia cercana a la muerte es el estado de alteración de la conciencia que sucede en ese breve momento de inconsciencia que ocurre en personas que, por situaciones de intenso peligro físico o emocional, han estado muy cerca de la muerte. Esos eventos incluyen profundas experiencias psicológicas, que combinan experiencias de desdoblamiento corporal y elementos místicos de unión con un ente divino o superior.
En esas circunstancias, las personas cuentan haber visto un túnel, una luz brillante o a sus familiares fallecidos; haber tenido una súbita claridad mental o un recuento panorámico de su vida (como que el recuerdo de su existencia pasa como una rápida película ante los ojos), y observar su propio cuerpo y el mundo como si estuvieran flotando desde fuera del cuerpo físico.
La mayoría de los pacientes describe estas experiencias como muy placenteras, pero otros como desagradables. Se presentan en todo el mundo y se han relatado desde tiempos inmemoriales.
Las ECM pueden ocurrir en hombres y mujeres, a cualquier edad, sin importar niveles educativos y socioeconómicos. Sin embargo, son más intensas en mujeres, en pacientes que han tenido su primer infarto de miocardio y en aquellas que requieren reanimación intensa en el hospital. Parecen ser menos frecuentes en adultos mayores.
Las ECM ocurren en 15% a 20% de pacientes críticos y en el 5% de la población general. Es importante entender que la incidencia de las ECM ha aumentado en las últimas décadas debido al desarrollo de técnicas de reanimación y cuidados intensivos, que han permitido una mejora progresiva de la supervivencia de los pacientes.
“El túnel de la luz blanca que dicen casi todos los que regresaron de la muerte podría ser explicado por experimentos en ratas que demuestran enorme actividad cerebral”.
Un reciente artículo, publicado el 22 de febrero en “Frontiers of Aging Neuroscience”, describe por primera vez, gracias a un hecho fortuito, el registro eléctrico del cerebro de un ser humano que murió en el hospital. Ese registro eléctrico refuerza la experiencia de que el recuerdo de toda la vida pasa como una rápida película ante los ojos del que muere.
El electroencefalógrafo, inventado en 1924, es un aparato que registra la actividad eléctrica del cerebro. Insertando delgadas agujas (electrodos) en el cuero cabelludo, se usa para estudiar los trazos eléctricos asociados a diversas enfermedades cerebrales en personas despiertas y dormidas. Es muy útil en el estudio de la epilepsia, tumores y otros trastornos cerebrales.
El caso
De acuerdo con los investigadores de la Universidad de Manitoba (Canadá), un hombre de 87 años fue llevado al servicio de urgencias tras una caída. La evaluación inicial reveló que estaba en coma por haber sufrido hemorragias en ambos lados del cerebro (hematomas subdurales), y por su rápido agravamiento, el paciente fue inmediatamente operado para evacuar los hematomas. Lamentablemente, durante las próximas 48 horas, el paciente se agravó y empezó a presentar convulsiones, por lo que fue conectado a un electroencefalógrafo para determinar la actividad eléctrica cerebral.
Estando conectado al electroencefalógrafo, el paciente sufrió un paro cardíaco eléctrico y, debido a que la familia había dado una orden de no resucitación, falleció estando conectado a la máquina de electroencefalograma. Los registros eléctricos que se obtuvieron constituyen el primer registro de las ondas eléctricas cerebrales al momento de la muerte de un ser humano.
Los autores describen que el análisis del electroencefalograma durante los 30 segundos previos y posteriores al paro cardíaco demostró una intensa actividad eléctrica en zonas cerebrales que, en sujetos sanos, están asociadas con los sueños y la memoria. Dicho hallazgo, nunca antes documentado, respalda para los autores el relato de que la persona que experimenta una ECM ve que el recuerdo de toda su vida pasa como una rápida película ante sus ojos.
Lo interesante es que, pese a que ocurrió en el 2016, los autores demoraron la publicación hasta el 2022, porque la búsqueda de casos similares en la literatura médica fue infructuosa. Lo más parecido que encontraron fueron publicaciones de cuidadosos experimentos en ratas, que demostraron hallazgos marcadamente similares: una intensa actividad cerebral en centros cerebrales asociados a la memoria y la visión al momento de la muerte.
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Corolario
Al parecer, las anécdotas contadas por personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte, tan numerosas y coincidentes, podrían tener explicaciones neurológicas.
El recuento de que “vi que toda mi vida pasaba como un flash frente a mis ojos” se refuerza por la fortuita documentación de la actividad eléctrica cerebral descrita en el artículo canadiense. El túnel de luz blanca que dicen que vieron casi todos los que regresaron de la muerte podría ser explicado por experimentos en ratas, que demuestran una enorme actividad cerebral en las zonas cerebrales posteriores, responsables de la visión.
El relato que dan las personas que regresaron de la muerte, de que sintieron que su cuerpo flotaba y fueron capaces de verse a sí mismas, se refuerza por estudios recientes que demuestran la participación de la corteza témporo-parietal en la generación de experiencias extracorporales.
El hecho es que la muerte es todavía un misterio muy profundo, pero la ciencia está empezando a ofrecer explicaciones neurológicas del fenómeno natural por el cual, tarde o temprano, todos pasaremos, y nos queda una pregunta inquietante: ¿qué recuerdos pasarán frente a nuestros ojos al momento de morir?
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