Un paciente no solo necesita medicinas para su recuperación -que son indispensables-, también requiere de una buena nutrición. Esto es aún más relevante en los pacientes graves como los que se encuentran en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), quienes -por su estado- muchas veces no pueden ingerir alimentos sólidos.
Alguien recién operado del estómago o que está inconsciente, por ejemplo, no puede recibir el mismo tipo de alimentación que una persona que se encuentra en mejor estado de salud. Personas como las que indicamos primero deben recibir una nutrición artificial, alimentos compuestos de mezclas nutricionales que contienen todos los nutrientes fundamentales como carbohidratos, proteínas, grasas, minerales y vitaminas. Este tipo de alimentación se suministra por vía endovenosa –nutrición parenteral- o directamente al tracto gastrointestinal por sonda –nutrición enteral-.
Y en un hospital debería ser la unidad de soporte nutricional la encargada de brindar este tipo de atención a los pacientes graves, ya que está conformada por un equipo multidisciplinario especializado justamente en dichos casos.
Sin embargo, un estudio realizado en ocho países de Latinoamérica -incluido el Perú- encontró que cerca del 74,1 % de pacientes internados en una UCI están en riesgo de desnutrición moderada y grave, una condición en la cual el organismo carece de los nutrientes esenciales resultado de los desbalances en su nutrición por procesos quirúrgicos o enfermedades crónicas o complejas durante su estancia en hospitales.
Asimismo, según un estudio realizado en el Hospital Nacional Dos de Mayo, cerca del 50% de pacientes internados graves no tienen acceso a una adecuada terapia nutricional.
“El paciente requiere calorías, pero cuando no recibe el aporte nutricional adecuado va a utilizar sus propios recursos; es decir, sus propias proteínas endógenas, las cuales se van a ir consumiendo. Al gastar esos recursos, se va a desnutrir”, explica el doctor Juan Carlos Plácido, presidente de la Asociación Peruana de Terapia Nutricional (Aspeten) y jefe de servicios de la unidad de cuidados críticos del Hospital Santa Rosa.
Según el especialista, “la desnutrición hospitalaria puede complicar la condición de un paciente, propiciar infecciones, alargar el tiempo de recuperación e -incluso- incrementar el riesgo de mortalidad”. Esto, a su vez, genera mayores costos para la institución y encarece el sistema de cuidados críticos.
Sin embargo, a pesar de su importancia, en el Perú solo existen 21 unidades de soporte nutricional para más de 500 establecimientos de salud: 12 en Lima y únicamente 9 en provincias, una cifra muy inferior a la demanda de pacientes que las requieren.
Una unidad de soporte nutricional debe estar integrada por un grupo de cuatro especialistas: médico, nutricionista, enfermero y químico farmacéutico; todos ellos capacitados en terapia nutricional.
En ese sentido, el doctor Plácido resalta la necesidad de que las autoridades destinen sus esfuerzos a la creación de más de estas unidades, que permitan reducir las brechas de acceso para estos tratamientos. “Es un tema que debería ser tomado como prioridad. Todos los hospitales de nivel III requieren contar con una unidad de terapia nutricional y metabólica que ayude a la recuperación de estas personas”, expresa.
Los hospitales tienen personal dispuesto a capacitarse y aprender, lo que hace falta es crear una normativa que estandarice todos los procesos de la terapia nutricional clínica, que permita a los médicos, nutricionistas, enfermeros, y químicos farmacéuticos contar con los insumos, herramientas, y equipos de alta tecnología necesarios para una atención óptima.
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