El cuerpo de las mujeres modernas pareciera ser el epicentro de un intenso conflicto de intereses.
Por una parte, estaría su capacidad reproductiva y, por la otra, su salud.
“Muchas mujeres ponen mucho esfuerzo en seguir lo que se les ha dicho es un estilo de vida saludable. No fuman, eliminan los alimentos grasos de sus dietas, reducen los dulces, optan por las escaleras en cambio de los ascensores y caminan hacia el trabajo”.
“Cuando se enferman de cáncer de mama, de un problema del corazón o de osteoporosis, con frecuencia se culpan a sí mismas y se preguntan: '¿Qué hice mal?'”, señala el libro The Fragile Wisdom, de la antropóloga biológica Grazyna Jasienska.
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Pero lo cierto es que echarse la culpa no tiene sentido.
Si bien, reconoce la autora, hay prácticas que son totalmente perjudiciales y se deben evitar, no nos deberíamos culpar por enfermarnos.
Y es que, le dice a BBC Mundo, hay muchas factores que intervienen en ese proceso. Por ejemplo, “podría ser genético, podría deberse a algún tipo de interacción, a un accidente en nuestra fisiología”.
Jasienska es profesora del departamento de Epidemiología y Estudios Poblacionales de la Universidad Jagiellonian, en Polonia, y trata de comprender por qué prevenir enfermedades en las mujeres puede llegar a ser tan difícil.
En la descripción de su libro, Harvard University Press resume la esencia de lo que denomina como el conflicto de intereses en el cuerpo femenino:
“La fisiología de las mujeres ha evolucionado para facilitar la reproducción, no para reducir el riesgo de padecer enfermedades”.
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Por eso, la investigadora se remonta varios miles de años atrás en busca de respuestas.
“El pasado nos permite entender lo que le está pasando a las mujeres hoy en términos de salud y fisiología”, indica en nuestra entrevista.
Nuestro legado evolutivo tiene un peso cuando se trata del cáncer y de la reproducción.
“En términos evolutivos, pasar los genes a la siguiente generación es siempre más importante que estar saludable”, sostiene.
“Claro que se necesita estar sano para pasarlos, es una parte importante de ese proceso, tienes que sobrevivir, encontrar pareja para reproducirte”, pero “sea lo que sea” que le suceda al organismo para apoyar ese traspaso, el mismo va a ser “más importante que cualquier cosa”.
Por ejemplo, explica, las probabilidades de padecer cáncer de mama en las mujeres aumentan en relación a “la exposición a lo largo de la vida a los estrógenos”, hormonas importantísimas para el embarazo.
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“Entre más alta es esa exposición durante toda la vida, más elevado es el riesgo de sufrir cáncer de seno”.
“Uno podría preguntarse: ¿por qué la selección natural, el principal mecanismo para el cambio evolutivo, no nos hace diferentes para así dejar de producir niveles tan altos de estrógeno, si el estrógeno es tan perjudicial para la salud en lo que respecta al cáncer de seno?”
La respuesta es directa: porque los estrógenos ayudan a la reproducción.
“No importa qué tipo de consecuencias dañinas tiene el estrógeno alto de por vida con tal de que apoye la transmisión de genes a la próxima generación”.
A la selección natural “no le importa tanto” la salud de las mujeres como su capacidad para reproducirse.
“Los estrógenos, un grupo de hormonas sexuales femeninas, se sabe que son carcinógenos humanos. Aunque estas hormonas tienen funciones fisiológicas esenciales tanto en mujeres como en hombres, ellas han sido también asociadas con un mayor riesgo de ciertos cánceres”.
Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU.
La profesora ha investigado el cambio dramático en el número de ciclos menstruales.
“Se estima que en lo que llamaríamos la Edad de Piedra, las mujeres tenían sólo alrededor de 100 ciclos a lo largo de sus vidas”.
No hay certeza de la razón. Se cree que es porque maduraban más tarde, aunque quizás también pudo influir que entraban en la menopausia más temprano.
“El primer período ocurría mucho después de lo que lo experimentan las mujeres ahora, no sabemos cuánto después, pero quizás alrededor de los 16 años”.
Esa variación le ha añadido algunos años de ciclos menstruales a las vidas de las mujeres que se desarrollaron a los 12, 13 años.
Además, nuestras antepasadas tenían más hijos y el embarazo y la lactancia ejercen un efecto en los períodos.
Es así como “las mujeres modernas tienen alrededor de 450 ciclos durante la vida en lugar de 100”.
“Eso es una diferencia inmensa cuando piensas sobre la exposición a los estrógenos” y es que esas hormonas, que son segregadas por el ovario, cumplen una función reguladora del ciclo menstrual.
De acuerdo con la profesora, la forma en la que se desarrollan esos ciclos también ha cambiado. Por ejemplo, tienen niveles de producción de hormonas más altos que en el pasado.
“En lo que se refiere a la exposición a los estrógenos y la vida moderna, nos encontramos con que tenemos más ciclos y de una calidad diferente” y eso se traduce en “una mayor exposición a hormonas”.
“Las células del cáncer de seno tienen receptores (proteínas) que se adhieren al estrógeno y a la progesterona, lo que les ayuda a crecer”.
Sociedad Estadounidense contra el Cáncer
“Sea lo que sea que hagas en la vida, habrá algunos costos relacionados con eso. Si fisiológicamente te concentras en la reproducción, habrá un costo”, señala la profesora.
Por ejemplo, el mismo nivel de energía que le dediques a la reproducción, no se lo asignarás a otras funciones de tu propio organismo y eso puede provocar que otros aspectos de tu salud se resientan.
“Debido a que invertiste energía en la reproducción, el sistema inmunológico va a sufrir. El riesgo de contraer infecciones va a aumentar y, debido a eso, otros aspectos en el que esté involucrado el sistema inmune van a resultar afectados”.
“En cierta forma, acumulas daños durante los años reproductivos por el hecho de que estás en esa función”.
“Y, por supuesto, la selección natural no se preocupa mucho por nosotras en la etapa postreproductiva”.
“La reproducción en hembras humanas es costosa, en términos de energía, nutrientes y ajustes metabólicos. Por lo tanto, es previsible que las mujeres que experimentaron un alto esfuerzo reproductivo como resultado de múltiples eventos reproductivos envejezcan más rápido. Sin embargo, la evidencia de los efectos negativos a largo plazo de la reproducción no es concluyente”.
“Muchos estudios han documentado que las mujeres con reproducción intensa tienen un mayor riesgo de enfermedades relacionadas con la edad”.
“En los humanos, como en cualquier otra especie, la selección natural ha favorecido rasgos que son beneficiosos para una reproducción exitosa, aunque pueden no serlo para la salud, especialmente en la vejez”.
Jasienska en Costs of reproduction and ageing in the human female (Costos de reproducción y envejecimiento en la hembra humana).
Sin embargo, la experta asoma la llamada hipótesis de la abuela, la cual plantea que las mujeres al llegar a la etapa en la que no pueden tener más descendencia, aunque “no pueden pasar genes directamente a las siguientes generaciones”, de cierta manera lo hacen al ayudar a sus hijos y nietos a transmitirlos.
“En ese sentido, uno podría decir que la selección natural no nos mata inmediatamente cuando nos volvemos postreproductivas porque todavía hay un sentido evolutivo”.
“En muchas especies, las hembras viven mientras puedan reproducirse y consiguen hacerlo hasta el final de sus vidas”.
“Nosotras podemos vivir mucho más (después de esa etapa) y existe mucha discusión sobre eso desde la perspectiva de la biología evolutiva”.
“¿Por qué mantenernos vivas por tanto tiempo si no somos capaces de pasar genes, que es el propósito biológico evolutivo de la vida?”
La hipótesis de la abuela es una explicación, dice. “Quizás las mujeres todavía tienen un rol evolutivo”.
La docente cree que si bien el cáncer también está relacionado con el estilo de vida moderno, hay otros factores que pueden intervenir en esa enfermedad.
Lo mismo sucede con otras dolencias.
The Fragile Wisdom plantea una realidad: escuchamos a diario cómo distintas enfermedades se pueden prevenir llevando una vida saludable, pero cuando nos enfermamos, el sentimiento de que de alguna manera fracasamos en el intento por seguir lo recomendado, puede llegar a ser abrumador.
“¿Qué es una dieta apropiada? Algunas personas proponen lo que llaman la dieta de la Edad de Piedra”, le comenta a BBC Mundo.
“La dieta de la Edad de Piedra no existía porque había una inmensa variedad de dietas que dependían de si se estaba en un clima frío o en el desierto o en la costa”.
“Existe la idea de que si comemos de la forma en que lo hicieron nuestros ancestros, vamos a estar saludables, delgados y bellos, pero no, no funciona así porque ellos comían muchos tipos de alimentos y los humanos, en general, evolucionaron para comer muchas cosas”.
“Creo que eso fue algo que pasó en la evolución: no necesitamos una dieta muy particular para sobrevivir. Hemos evolucionado para comer cosas muy diferentes y estar bien.
Y eso es algo maravilloso de nuestro pasado“.
“Sólo somos humanos, no podemos ser perfectos. Además, no sabemos cómo serlo porque algunas de las recomendaciones de salud con frecuencia cambian”.
Y un ejemplo de ellos son precisamente las dietas.
“La gente te dice una cosa: los huevos son realmente malos, pero después un estudio diferente señala que son buenos. Sale un artículo que dice que el café es dañino y después otro que asegura que es perfecto y que con tres o cuatro tasas diarias tu salud va a estar mejor”.
“Muchos de los mensajes de salud son muy confusos”, aunque otros son absolutamente claros y están comprobados: “si fumas arruinas tu vida y ahí sí podrías culparte a ti mismo”.
Tratar de cuidar nuestra alimentación y hacer ejercicios es importante.
Pero lo cierto es que es que en materia de salud es muy complicado: “hay muchas interacciones, no hay que tratar de ser perfectos todo el tiempo”.
“Nos debemos cuidar y no sólo por nosotras mismas, sino por nuestras familias y amigos, no queremos ser una carga para nadie”.
“Sería bueno ser activa y saludable en la vejez, pero si no lo somos, no significa que sea culpa nuestra”.
“Nunca sabemos si podría ser genético, podría deberse a algún tipo de interacción, un accidente en nuestra fisiología”.
Otro aspecto es la actividad física, algo en lo que nuestros ancestros nos superaron.
“Claro que la actividad física es muy buena para la salud. Pero ¿cuánta deberíamos hacer? Aún no lo sabemos. Hay muchas organizaciones que te dirán que tres veces a la semana, otras que tantos minutos, algunas recomendarán otra cosa”.
Pero depende de los requerimientos y del estado de salud de cada persona.
En algunos de sus artículo académicos, Jasienska evoca la célebre frase del genetista ucraniano Theodosius Dobzhansky: “Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución”.
De hecho, en el texto Public health needs evolutionary thinking, la investigadora la parafrasea: “Nada en demografía y salud pública tiene sentido si no es a la luz de la evolución”.
Y es que cree que “no podemos realmente entender el funcionamiento de ningún organismo hasta que aplicamos el enfoque evolutivo”.
Como indica Laura G. Goetz en un artículo de Yale Journal of Biology and Medicine: “Tan fascinante como educativo, The Fragile Wisdom deja tantas preguntas como respuestas, de la mejor manera posible”.