Excitación y tensión: así es como Rusty Whitman dice que sentirá los 30 días que le esperan después del lanzamiento del histórico telescopio espacial James Webb, ahora programado para el sábado.
Desde una sala de control segura en Baltimore, Maryland, Whitman y sus colegas contendrán el aliento mientras el telescopio se conecta.
Pero ese será apenas el comienzo.
En los seis meses siguientes al lanzamiento, Whitman y el equipo del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial monitorearán el telescopio las 24 horas, haciendo pequeños ajustes para garantizar su perfecto calibrado para que astrónomos de todo el mundo exploren el universo.
Pero el momento crucial será al comienzo de la misión: el telescopio debe colocarse en una trayectoria precisa, mientras que al mismo tiempo despliega su enorme espejo y un parasol aún más grande. Una operación sumamente peligrosa.
“Al final de los 30 días, podré respirar aliviado si nos mantenemos según lo programado”, dijo Whitman, gerente de ingeniería del sistema de operaciones de vuelo.
Whitman dirige el equipo de técnicos que instaló la sala de control del James Webb, un centro de alta tecnología con decenas de pantallas para monitorear y controlar el aparato espacial en tiempo real.
En la primera fila, una sola persona tendrá el poder de enviar comandos a la máquina valorada en 10.000 millones de dólares, que eventualmente se establecerá en una órbita a más de 1,5 millones de km de distancia.
En otros puestos, los ingenieros monitorearán sistemas específicos para detectar anomalías.
Después del lanzamiento, las operaciones del telescopio estarán en gran parte automatizadas, pero el equipo en Baltimore debe estar listo para manejar cualquier problema inesperado.
En el transcurso de una docena de simulaciones, los ingenieros practicaron cómo hacer rápidos diagnósticos y correcciones de fallas pensadas por el equipo, así como por expertos llegados desde Europa y California.
Durante una de esas pruebas, se cortó la energía en el edificio.
“Fue totalmente inesperado”, dijo Whitman. “La gente que no sabía, pensaba que era parte del plan”.
Afortunadamente, el equipo se había preparado para un evento semejante: un generador de respaldo restauró rápidamente la energía a la sala de control.
Pese a la preparación, a Whitman le preocupa que algo salga mal: “Estoy nervioso por la posibilidad de que olvidemos algo. Siempre estoy tratando de pensar ‘¿qué olvidamos?’”
Eligir los proyectos
Además de su trabajo de mantener al James Webb en funcionamiento, el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial, con sede en la prestigiosa Universidad Johns Hopkins, gestiona quiénes pueden utilizar la costosa herramienta científica.
El telescopio funcionará prácticamente las 24 horas del día, los siete días de la semana, lo que solo deja 8.760 horas anuales para repartir entre los científicos que claman por su oportunidad para un descubrimiento revolucionario.
Agujeros negros, exoplanetas, cúmulos de estrellas: ¿cómo decidir cuál experimento tiene prioridad?
A fines de 2020, investigadores de todo el mundo presentaron más de 1.200 propuestas, de las cuales 400 fueron finalmente elegidas para el primer año de funcionamiento.
Cientos de especialistas independientes se reunieron durante dos semanas a principios de 2021, en línea debido a la pandemia, para debatir las propuestas y reducir la lista.
Las propuestas fueron anónimas, una práctica que el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial puso en marcha por primera vez para el proyecto del Telescopio Hubble, que también gerencia. Como resultado, se eligieron muchos más proyectos de mujeres y científicos en etapas iniciales de sus carreras.
“Este es exactamente el tipo de personas que queremos que use el observatorio, porque se trata de nuevas ideas”, explicó Klaus Pontoppidan, director científico de James Webb.
El tiempo que requiere cada proyecto para las observaciones varía en duración, algunos necesitan solo unas pocas horas y los más largos unas 200.
¿Cuáles serán las primeras imágenes reveladas al público? “No puedo decir, se supone que es una sorpresa”, dijo Pontoppidan.
La publicación temprana de imágenes y datos permitirá a los científicos comprender rápidamente las capacidades del telescopio y configurar sistemas que funcionen al unísono.
“Queremos que puedan hacer su trabajo científico con él rápidamente”, explicó Pontoppidan. “Entonces pueden regresar y decir ‘oye, necesitamos hacer más observaciones basadas en los datos que ya tenemos’”.
Pontoppidan, él mismo un astrónomo, cree que el telescopio conducirá a muchos descubrimientos “mucho más allá de lo que hemos visto antes”.
Antes del lanzamiento del Hubble, no se habían descubierto exoplanetas (planetas que orbitan estrellas fuera de nuestro sistema solar). Desde entonces, los científicos han encontrado miles.