La semana pasada, se dieron a conocer dos buenas noticias para los recientemente adoptados octógonos de advertencia en alimentos y bebidas industrializados. La primera es un estudio científico que viene de Chile, y que demuestra el extraordinario impacto que han tenido los octógonos en el sistema escolar de ese país. La segunda consiste en una encuesta nacional en el Perú que revela datos positivos relacionados al conocimiento y actitud de la población con respecto a esa medida de protección.
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Los octógonos de advertencia en alimentos y bebidas industrializados, que alertan a los consumidores sobre el contenido de azúcar, sal, grasas saturadas y grasas trans, fueron implantados en Chile por la Ley de Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad 20-606/2012, que entró en vigor el 29 de junio del 2016. Uno de los elementos de la norma dispone que se dejen de vender productos que contengan octógonos en los quioscos escolares.
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- [Los octógonos empezaron a ser obligatorios desde junio?]- [Males detrás del azúcar, sodio, grasas saturadas y trans]- [Octógonos de advertencia, gran victoria para la salud]- [La experiencia de Chile con los octógonos]
Investigadores chilenos publicaron en el “American Journal of Public Health” del 18 de julio pasado la primera evaluación hecha para medir el impacto de la ley sobre la venta de alimentos y bebidas industrializados en las escuelas de Santiago de Chile.El estudio comparó la disponibilidad y composición de los alimentos y bebidas industrializados en 21 escuelas de esta ciudad en dos momentos: en el 2014, antes de la implementación de la ley, y en diciembre del 2016, seis meses después de que entrara en vigor.Nutricionistas entrenados visitaron los quioscos escolares en esas dos fechas, documentando no solo la presencia de alimentos y bebidas industrializados, sino también la composición nutricional de los productos que encontraron.El impacto de la ley es extraordinario. La disponibilidad de productos industrializados sólidos no saludables (golosinas, galletas, queques, bizcochos, etc.) en las escuelas disminuyó de 97% en el 2014 a 14% en el 2016. En otras palabras, casi todas las escuelas analizadas vendían productos industrializados sólidos no saludables antes de que se implementara la ley; seis meses después de implementada, esos productos casi desaparecieron. Con respecto a las bebidas azucaradas, el 76% de los colegios las ofrecía en el 2014, mientras que en el 2016 bajó a 14%.Tan importante como la disponibilidad de alimentos y bebidas no saludables es demostrar que la cantidad de calorías, grasas y azúcares de esos productos también se redujo. Al respecto, los investigadores demostraron que entre el 2014 y el 2016, por cada 100 gramos de productos sólidos que compraron los niños chilenos, estos tuvieron 178 menos calorías, 21 gramos menos de azúcares, 5,6 gramos menos de grasas saturadas y 173 gramos menos de sodio. Una tendencia similar fue demostrada en los productos líquidos.Por otro lado –y en un tema que merece atención–, la oferta de frutas y vegetales frescos solo se incrementó de 0,7% a 3,2% en el 2014 y el 2016. Asimismo, la oferta de productos industrializados sólidos como queques y bizcochos disminuyó significativamente durante ese período.En resumen, concluye el estudio, el impacto de la ley en la disponibilidad y composición de alimentos y bebidas industrializados ha sido muy positivo en el sistema escolar chileno. Es muy importante –dicen los autores– reconocer que esos alentadores cambios obedecen –en parte– a que el 18% de la industria chilena de alimentos procesados y bebidas azucaradas ha cambiado la fórmula de sus productos para eliminar los octógonos. Obviamente, demostrar el impacto de la medida sobre la obesidad de los niños demorará por lo menos 10 años, y deberá tomar en cuenta factores ajenos a las escuelas, tales como la alimentación en la casa y la actividad física.
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La semana pasada, se dio a conocer la encuesta Pulso Perú de Datum, destinada a medir el conocimiento y actitud de los ciudadanos peruanos frente a los recientemente implementados octógonos. Los resultados apuntan al éxito de las advertencias. En primer lugar, ante la pregunta “¿Ha tenido oportunidad de ver o leer los octógonos que aparecen en el empaque de algunos productos donde se advierte a los usuarios sobre los altos niveles de azúcar, grasas trans, sodio y grasas saturadas?”, el 66% dijo que sí los había visto, 29% que no. En el nivel A/B, el 89% dijo que sí los vio, comparado con un 77% en el sector C y 62% del D. Hace falta trabajar en el sector E y en el rural, donde solo 53% y 48%, respectivamente, vieron los octógonos.En segundo lugar, ante la pregunta “¿Cuál es o será su actitud al ver los octógonos en el empaque de algunos productos que usted consume, consumirá más de estos, consumirá igual o consumirá menos?”, el 64% dijo que consumirá menos y el 25% indicó que consumirá igual. En los niveles A, B y C, el 66% dijo que reducirá el consumo de productos con octógonos, comparado con 64% en el D y 65% en el E.Esa actitud difiere por regiones. En el oriente, 75% dijo que consumiría menos los productos con octógonos, mientras que en Lima y Callao, la proporción es 72%. En el norte, centro y sur, esta actitud la tuvieron el 70%, 56% y 54%, respectivamente.
–Corolario–Es gratificante ver el éxito de los octógonos en Chile, país que le lleva tres años de ventaja al Perú. También es gratificante comprobar la actitud positiva inicial del público peruano ante esas sencillas y útiles advertencias.Es ahora imperativo que el Ministerio de Salud y las escuelas de salud pública del Perú –al igual que en Chile– estudien y documenten el impacto positivo de la ley en niños y adultos peruanos.[El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.]
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