El Perú vive desde hace semanas un marcado descenso en nuevos casos de COVID-19 y fallecimientos, lo que ha significado el fin de la llamada segunda ola de la pandemia en el país. En tanto, la vacunación sigue avanzando: hasta el momento se han administrado 15,2 millones de dosis y 6,3 millones de peruanos están completamente inmunizados.
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En este contexto de relativa calma, la discusión en torno a cómo sería una tercera ola ha comenzado a tomar fuerza. El Ministerio de Salud (Minsa) proyecta que, en el peor de los casos, una nueva ola de COVID-19 tendría 3,2 millones de casos y más de 115 mil fallecimientos. Estas son estimaciones, no predicciones:
El impacto de las primeras olas fue grande: el Perú se convirtió en el país con la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo. En mayo de este año, el Grupo Técnico de Trabajo determinó que desde el inicio de la pandemia hasta el 22 de mayo de 2021 fallecieron más de 180 mil personas a causa del COVID-19, casi el triple de la cifra reportada hasta ese momento. El análisis incluyó a la primera ola y gran parte de la segunda.
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Entonces, ¿cuáles podrían ser las características de la tercera ola? ¿Qué debemos hacer para estar preparados? ¿Cómo influirá el nivel de vacunación? Estas son algunas de las preguntas que se repiten. Los expertos coinciden en que no se pueden hacer predicciones o pronósticos sobre la tercera ola, pero sí se deben tomar precauciones.
La clave: avanzar al máximo con la vacunación
La campaña de vacunación sigue su curso en el país, con picos importantes como el registrado el último fin de semana en que se inmunizaron más de 730 mil peruanos. Sin embargo, pese al avance, aún hoy hay un importante grupo que no ha recibido ninguna dosis: solo el 18,6% de la población peruana tiene el esquema completo.
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Además, dentro del grupo vulnerable de 60 años a más, todavía hay 1,4 millones de personas que no han completado las dosis necesarias. Estas son necesarias para que puedan afrontar un eventual contagio, ya que se ha demostrado que ante las nuevas variantes, como Delta, ambas dos dosis son necesarias para evitar que la persona requiera hospitalización o fallezca.
En ese sentido, identificar a los más vulnerables que no tienen ninguna dosis o no han completado su inmunización será fundamental para evitar que enfermen en la tercera ola. El ministro de Salud, Hernando Cevallos, anunció que el Gobierno implementaría un plan para “buscarlos casa por casa”. Esta es una estrategia ya aplicada en el país para la vacuna tetravalente, por ejemplo. Desde antes de la pandemia, con el fin de cerrar brechas de cobertura, se implementaban brigadas itinerantes que recorrían el país.
“Tenemos que incrementar la vacunación porque a mayor proporción de población vacunada, el potencial impacto de una tercera ola vinculada a la variante Delta va a ser mucho menor. Entonces, el principal factor [para la gravedad de una nueva ola] está vinculado con vacunación. Si aumentamos vacunación, el impacto va a ser menor. Si no aumentamos vacunación, entonces sí podría generarse un escenario similar al de las olas previas”, advierte el médico Percy Mayta-Tristán, director de Gestión de Proyectos y Promoción de la Investigación de la Universidad Científica del Sur.
El investigador considera, al igual que el Minsa, que la labor que se debe realizar en este momento es identificar a las personas mayores de 60 años que no tienen segunda dosis o no se han vacunado para inmunizarlas, además de continuar con la vacunación a la población general.
¿Qué hacer mientras esperamos la tercera ola?
“¿Va a haber una tercera ola? Sí, una tercera y quizás una cuarta. ¿Qué se ha visto en otras regiones? El predominio de la variante Delta, que tiene como característica transmitirse más rápido”, nos dice Percy Mayta. Entonces, ¿qué hacer mientras llega?
La médica peruana Ángela Uyen, asesora en políticas de salud de Médicos sin Frontera, considera que las condiciones son distintas ahora. “Yo creo que los problemas ahora no son los mismos de la primera ola. Por ejemplo, ahora ya está mejor mapeado el oxigeno, el personal de salud conoce mucho más lo que sirve y lo que no [para tratar a los pacientes]. La clave es movernos rápido”.
Para la experta, estos son las medidas que se deben priorizar:
- Se debe suplir de oxígeno a los hospitales.
- La vigilancia genómica debería llevarse a cabo en las regiones.
- Identificar a poblaciones vulnerables desde ya.
- Aumentar ventilación en espacios cerrados.
- Repartir mascarillas KN95.
- Reforzar la idea de que el COVID-19 se transmite por aerosoles.
¿Quiénes estarán en mayor riesgo en una tercera ola?
Los expertos consultados por El Comercio coinciden en que, si bien el nivel de vacunación aún no es alto en el país, la prevalencia -es decir, la cantidad de personas que tuvieron COVID-19- ha sido mucho más alta que otros países. Entonces, ante una eventual tercera ola, se tendría un porcentaje importante de personas vulnerables protegidas a través de las vacunas, además de otro grupo que tiene la inmunidad natural. La cantidad de casos confirmados a través de pruebas de diagnóstico es de 2,1 millones, según la Sala Situacional COVID-19.
Y, en consecuencia, en una tercera ola podría repetirse el escenario que ya se está viendo en las unidades de cuidados intensivos del país: la mayor cantidad de personas que requieren una cama de este tipo son aquellas que no han sido vacunadas o las que solo tenían una dosis, según señala la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva. El Ministerio de Salud aún no publica los datos a nivel nacional de personas en UCI no vacunadas o parcialmente inmunizadas.
En esa misma línea, James Gutiérrez, médico infectólogo y presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Interna, señala que “los casos más recientes de complicaciones y hospitalizaciones se dan en personas no vacunadas o en aquellas que solo han recibido la primera dosis”.
Este no es un fenómeno que ocurre solo en Perú. “Es un escenario que se repite en algunos países de la región […] Aunque las personas vacunadas pueden infectarse, estas suelen ser asintomáticas o con síntomas leves. En tanto haya una proporción importante de no vacunados o parcialmente vacunados, esas personas tendrán mayor riesgo de padecer COVID-19 grave y requerir manejo en unidades de cuidado intensivo. De allí la importancia de contar con la vacunación completa en la población objetivo”, explica a El Comercio Sylvain Aldighieri, jefe de incidentes para COVID-19 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“Lo que podría pasar en una tercera ola es lo que se ha visto en otros países: una ola con predominio de personas no vacunadas y sobre todo en personas más jóvenes. Entonces, avancemos con la vacunación”, recomenda Mayta-Tristán.
Países como Chile, que lideró la cobertura de vacunación en la región, e Israel, considerado un ejemplo mundial, registraron picos de contagio en las últimas semanas, pero las muertes y hospitalizaciones no se incrementaron. En tanto, naciones de Europa como Francia ya reportan incluso su cuarta ola impulsada por la variante Delta, mientras que Alemania se prepara para ella.
Los investigadores consultados por este Diario afirman que cada país tiene características distintas, tanto a nivel epidemiológico como de políticas de salud pública, por lo cual hacer comparaciones es complicado, ya que, por ejemplo, lo que en algunos lugares sería considerado una ola, en otros sería solo un rebrote, e incluso estos conceptos aún están en discusión.
Mayor experiencia en el manejo de pacientes
Ha pasado más de un año desde que el COVID-19 llegó al país y mucho más desde que se registró el primer caso en el mundo. Hoy los médicos conocen mejor cómo manejar a los pacientes, tanto a nivel ambulatorio como hospitalario.
Si bien hay todavía mucho por conocer, ya se han descartado alternativas terapéuticas que en un primer momento fueron incluidas en los lineamientos del Ministerio de Salud: fármacos como la ivermectina e hidroxicloroquina, así como la azitromicina, no han demostrado ser eficaces para el COVID-19.
Además, se conoce que los corticoides como la dexametasona funcionan cuando el paciente está hospitalizado. Sin embargo, la automedicación aún es un problema, y puede resultar fatal si estos medicamentos de fácil acceso son usados sin supervisión médica y cuando la enfermedad está en sus primeros días.
También se ha comprobado que la identificación de signos de alarma, como el descenso en la oxigenación, son claves para evitar muertes. De ahí la importancia del uso del pulsioxímetro en casa y de la disponibilidad y buen manejo del oxígeno medicinal.
Ahora se suman a las alternativas de tratamiento los antagonistas de la interleucina-6, medicamentos que han demostrado reducir el riesgo de muerte y la necesidad de ventilación mecánica en pacientes con COVID-19 grave o crítico. La OMS recomendó su uso, aunque aclaró que “estos medicamentos ofrecen esperanza para los pacientes y las familias que sufren el impacto devastador del grave y crítico del COVID -19. Pero siguen siendo inaccesibles para la mayoría del mundo”, señaló Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la entidad.
La Administración de Drogas y Medicamento de EE.UU. (FDA) y la Agencia de Medicamentos Europea (EMA) también han aprobado los anticuerpos monoclonales en adultos y niños mayores de 12 años, con COVID-19 de leve a moderada y alto riesgo de progresar a COVID-19 grave. Este medicamento aún no está disponible en el país.
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