Imagine la siguiente cadena de sucesos. Una mujer que trabaja en el piso 6 sube al ascensor a las 8 de la noche, y este desciende sin que ella haya apretado botón alguno. El elevador se detiene en el piso 3 y sube una compañera de oficina. Debido a que esas personas suelen retirarse alrededor de las 8 de la noche, el ascensor las lleva al primer piso, nuevamente sin ninguna indicación. En el camino quedan en almorzar al día siguiente a las 2 en la cafetería de la empresa. Al día siguiente, el ascensor a esa hora, conduicirá a ambas personas hasta el piso 9, donde se ubica la cafetería.
Esta es una forma sencilla de describir cómo funcionará el ascensor en el que trabaja Microsoft Research aprovechando todas las posibilidades que la inteligencia artificial ofrece. La máquina reconocerá y almacenará las rutinas de cada usuario, hasta conocer y casi “leer” sus necesidades de transporte. Y todo esto, sin programación extra.
De acuerdo a una entrevista que Peter Lee, jefe de investigación de Microsoft ofreció a Bloomberg, su equipo de investigación probó durante tres meses el comportamiento de sensores ubicados frente a un ascensor y las personas siguieron su rutina normalmente. Estos sensores no tuvieron programación adicional ni tenían software de reconocimiento facial. El sistema logró aprender el comportamiento de las personas para predecir sus deseos. La siguiente fase consistió en apagar el sistema de aprendizaje y dejarlo actuar.
Para Lee, una de las revoluciones de la tecnología que la inteligencia artificial traerá en el futuro es el abandono de la operación de máquinas, pues estas trabajarán por intuición de nuestros deseos.