En Miami, a miles de kilómetros de distancia de la tierra que la vio nacer y de sus seres más queridos, Maricielo Effio se reinventa y fortalece ante las dificultades. “En mi vida, hay un antes y un después de mi llegada aquí”, nos dice. Y en medio de ese proceso de cambios y adaptación, denuncia una intervención médica que, asegura, le ha generado daño físico y emocional.
En febrero del 2022, Effio Balladares pasó por el quirófano del cirujano plástico Víctor Barriga Fong. Se sometió a una mini abdominoplastia para mejorar el aspecto de su vientre bajo ya que -según indica- después de ser madre se le complicaba perder grasa localizada solo con ejercicios. Pero el resultado de la operación no fue el previsto.
“Era la primera vez que me hacía algo corporal estético. Aproveché que tenía como cuatro meses de descanso para cumplir también con el postoperatorio: las terapias, los masajes y la cámara hiperbárica. Como primeriza -obviamente- fui muy responsable y cuidadosa con todo el tema porque sabía que es totalmente vital para quedar bien. Pero al segundo o tercer mes, mi abdomen empezó a cambiar. Es ahí cuando le pregunto al médico qué está pasando. Me responde que parece que mi cuerpo presenta fibrosis”, señala.
Casi cinco meses después, al no mostrar mejoras con tratamientos de carboxiterapia, drenaje linfático y ultrasonidos, Effio fue sometida a una nueva intervención. Esta vez a una cirugía Vaser.
“Me dijo (el doctor) que con esa operación la recuperación sería más rápida y efectiva, que me tomaría dos o tres semanas a lo mucho recuperarme. Pero, pasó el tiempo y nada. No había mejoría. Me lamenté, lloré mucho. Sin embargo, seguía confiando creyendo que mejoraría pronto. Me volví a fajar, a drenar.... Era junio, y yo debía venir a Estados Unidos el 28 de agosto. Ya tenía los pasajes comprados”, comenta.
─El doctor Fong asegura que no cumpliste con los cuidados de la etapa postoperatoria y que de haberlo hecho pudiste evitar la fibrosis.
Aquí hay dos temas. El primero es que nunca me dijo que mi cuerpo podía hacer fibrosis. Y obviar información respecto a una cirugía está penado, es una violación a la ética profesional y al oficio que tiene. El segundo y el más importante, es que no hablo de una mala praxis porque tenga fibrosis. Lo que tengo es una bolsa de piel sobre mi vientre bajo debido a un mal corte y un ombligo atrofiado, manipulado, deformado, puesto hacia el fondo.
─El doctor negó haber manipulado tu ombligo.
Qué se puede esperar de alguien que comete una negligencia médica: se va a lavar las manos como Poncio Pilato, mentir y levantar injurias. En Estados Unidos acudí a tres médicos cirujanos y todos concluyeron en que tengo una mala operación. Me hicieron un mal corte.
─También mostró tu historia clínica que evidencia varias ausencias a sesiones de masajes y drenajes.
Esos documentos fueron creados con Excel por él y su equipo. No es una prueba fidedigna, no tiene mi firma. Cualquiera puede pintar con rojo un espacio. Es una prueba falsa, cumplí con todas las sesiones porque soy una mujer madura y responsable de mi cuerpo. Jamás haría algo que me perjudique. Utilizaré las imágenes de las cámaras de la Municipalidad de La Victoria y las de la Clínica Santa Catalina como pruebas para mi demanda penal, para certificar que siempre fui a mis terapias. También tengo fotografías del ombligo atroz que me dejó.
─¿Vas a demandar al doctor Fong?
Lo haré porque no me queda otro camino. Confié ciegamente en él. Puse mi mi cuerpo, mi alma y mi vida en sus manos. Gracias a Dios no terminé en un cajón. Debió ser responsable con algo tan delicado, e hidalgo para aceptar que cometió errores, que no me informó que podía hace fibrosis y que la operación no salió como esperaba. También debió asumir los gastos del daño que me causó. Me dejó abandonada con el tema y encima me calumnia a través de las redes sociales. No solamente es un mal médico, también una mala persona.
─¿Es verdad que te hizo un depósito de dinero para que continúes con tu postoperatorio en Miami?
Me envió 3,500 dólares para las sesiones de masajes y a cambio del dinero me pidió firmar un documento comprometiéndome a no decir nada en un futuro sobre esta mala praxis, a aceptar que todo fue producto de mi cuerpo. Intentaron coaccionarme, taparme la boca.
"Me dejó abandonada con el tema y encima me calumnia a través de las redes sociales. No solamente es un mal médico, también una mala persona."
─¿Firmaste el documento?
Gracias a Dios no lo firmé. También se comprometieron a pagarme una nueva operación si los masajes no funcionaban, para acabar con esto de una vez, porque a quién le gusta verse así.
─¿Vas a volver a operarte?
Como las sesiones de masajes no funcionaron, no hay otra cosa más que hacer. Hace como una semana, le mandé un mensaje al doctor Fong comentándole que el doctor Fabio Castro, en Miami, me iba a intervenir para solucionar mi problema. Pensé que asumiría los gastos porque prometió hacerlo, pero en lugar de ello, me bloqueó. Luego, a través de un comunicado, enviado por su abogada, me dijo que no lo haría.
─¿Cuánto cuesta la operación?
Una abdominoplastia brasília, que es la operación que necesito, cuesta entre 10 y 15 mil dólares, pero el doctor Fabio me cobrará 12,500 dólares.
─¿Esta dura experiencia te cambió la vida?
Muchísimo. Algo así no solamente te baja la autoestima y te deprime, también pierdes trabajos. Ahora estoy convencida que cuando hay algo que tiene que cambiar y no cambia, la que tienes que cambiar eres tú. Así que tomé el valor para denunciar lo que me pasó. Vengo de una familia constituida, soy una mujer íntegra, tengo una carrera limpia, sin escándalos, de más de 30 años. Y todo lo que tengo me lo gané a pulso. Este es un tema de salud, de integridad física y emocional que no debe ser violada ni atropellada por nadie. Me arrepiento de haberme operado. Me hubiese gustado no haberlo hecho, pero en ese momento me agarró vulnerable, con las pilas bajas. Estábamos saliendo de una pandemia, quería un cambio, me sentía sola.
─¿Con quién vives en Miami?
Con mi hija. El papá de mi hija vive acá hace ya buen tiempo. Cuando llegué necesitaba tener toda la fortaleza del mundo para poder acoplarme el sistema americano, al clima, al idioma, a las horas de trabajo, a procesar que estas solo. No sabes cuánto me costó, fue una etapa muy dolorosa. Este ese el país de las oportunidades, pero hay que pagar una factura bien grande.
─¿En qué trabajas en Miami?
Soy la hostess de un restaurante, pero antes hice muchas cosas, como todo migrante que recién llega. Y ahora que tengo mis papeles en regla, estoy armando mi reel actoral con los contactos que tengo aquí para poder comenzar a hacer publicidad y actuación. Aquí no soy la Maricielo actriz, aquí soy una más. Tuve que renunciar a mi carrera, pero nunca renunciaré a mis sueños.
─¿Qué sueños tienes?
Salir adelante con mi hija en este país y que se haga justicia con mi cuerpo. Lograr el resultado que me prometieron.
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