Rebeca Escribens no tiene claro en qué momento se convirtió en una mujer de la PM, pero sabe que fue cuando apostó por sonreír, cantar y bailar, hasta en los momentos más desesperanzadores, sin importarle el qué dirán. “Ser feliz siendo yo misma es mi única opción, no hay otra”, nos dice la actriz y presentadora del bloque “América Espectáculos”, quien este último sábado, a las 10 p.m., junto a Almendra Gomelsky, Katia Condos y Gianella Neyra inició una nueva etapa de “Mujeres de la PM” por América TV.
“Hemos vuelto en un nuevo formato creado por nosotras mismas. Estas cuatro mentes locas junto a nuestra productora Madeleine Fierro hemos mezclado un poquito de todo: música, risas, color, conversas, interacción, juegos subidos de tono y ayuda social, cada sábado ayudaremos a una institución”, destaca Escribens Pásara tras aclarar que el detrás de cámaras del renovado espacio será compartido en su canal de YouTube.
“Esta idea surgió de la necesidad de reinventarnos y de buscar crecer profesionalmente. De nuestras tertulias salen ideas locas, como este programa o el ‘Planchando el despecho’, un musical exitosísimo que estamos preparando de la mano de Tondero para la segunda mitad de este año. No cabe duda, que somos mujeres bendecidas porque hacemos lo que nos gusta y trabajamos en lugares donde, realmente, sentimos mucho placer y bienestar”, enfatiza.
Pese a tener personalidades distintas, Rebeca aclara que con Katia, Almendra y Gianella han logrado construir un inquebrantable lazo de amistad, el cual les ha permitido sacar adelante varios proyectos laborales y personales.
“Somos muy diferentes, pero hay dos cosas que tenemos en común: las ganas de reinventarnos y ser mejores personas. Katia y yo, por ejemplo, somos las más bromistas y las que más nos reímos en el escenario, pero fuera de este, soy la más callada de todas. Probablemente sea por mi etapa de duelo: mi viejito falleció hace ocho meses y mi segunda mamá, ‘Gabucha’, quien es la madre del papá de mi hijo mayor, murió en diciembre de un derrame cerebral. La quería demasiado, tuve que viajar a Washington para despedirme de la mujer más maravillosa que conocí, y agradecerle por todo lo que hizo por mí”, asiente la artista y no puede evitar quebrarse al recordar a sus seres amados ausentes.
“Y este año, mi hijo también se va a estudiar afuera. Quiero evitar sentirme triste, pero no puedo, uno nunca termina de aprender a convivir con el dolor. Y aprovecho lo que me está pasando: estas lágrimas que estoy derramando, para invitar a la gente a permitirse transitar por la tristeza, y si no pueden lidiar con esta solos, busquen ayuda profesional. Cuando perdí a mi mamá, tenía 22 años y un hijo de seis, era la hermana mayor, comandaba una familia. Tenía que levantarme a las 5 de la mañana para cocinar, llevar a mi hijo al colegio y volar a grabar mi primera telenovela como protagonista con Gianella Neyra”, recuerda.
─¿Te refieres a “María Rosa, búscame una esposa”, donde nace la gran amistad que tienes con Gianella?
Así es, en esa telenovela nos conocimos, nos volvimos hermanas, inseparables. Gianella es muy importante en mi vida, fue mi bastón cuando falleció mi mamá. Ahora vuelvo a enfrentar una pérdida, pero ya sé por dónde ir, aunque en este momento soy como un vehículo con la gasolina mínima. Ya no hay papá, ni mamá, no tengo a quién llamar para pedirle un consejo asertivo, incondicional y desinteresado. Es verdad que tengo amigas que pueden darme consejos, pero creo mucho en la experiencia de vida, y esa la tenía mi viejo.
─¿Tu papá estuvo de acuerdo en que seas artista?
Siempre se rehusó, pero cuando llegó la convocatoria de “Buscando a la Paquita peruana, lo busqué para preguntarle si podía ir, recuerdo que estaba sentado en su trono, con El Comercio abierto, y me dijo que sí. No lo podía creer. Me llevó a tomarme la foto, mandé mi cartita y pasé varias pruebas, llegué a la final. Después se formó un taller que duró como cuatro años, con los mejores profesores de teatro, expresión corporal, dicción, canto y danza moderna.
─Te convertiste en mamá a los 17 años, ¿cómo fue asumir a esa edad una responsabilidad tan grande?
En lugar de estar enfocada en mis estudios, tenía que ver si mi hijo había hecho la tarea, con quién lo iba a dejar para irme a trabajar. De hecho no fue fácil.
─¿Qué fue lo más difícil de esa etapa?
Lidiar con una sociedad hipócrita. A los 17 años conocí la maldad, esa doble moral que tienen muchas personas, y te hablo de madres de muchas amigas y compañeros de colegio. Pero nunca reparo en ellos sino en la suerte que tuve de tener unos papás maravillosos y al papá de mi hijo que también es un gran papá.
─¿Cómo manejaste el tema de trabajar, estudiar y ser madre a la vez?
Mi mamá me ayudó los primeros seis años, luego tuve que llevar a mi hijo a las grabaciones, se quedaba sentadito jugando con sus carritos, horas de horas, haciendo sus tareas en una esquina. Diego era obediente y tranquilo, sin embargo hubieron momentos duros (llora). Cuando trabajaba como anfitriona -odiaba ese trabajo- tuve que dejar a mi hijo en el baño con la señora de limpieza. Se me parte el alma cuando recuerdo ese momento.
─¿Por qué odiabas el trabajo de anfitriona?
Porque me llegaba que esta sociedad doble moral y machista me viera como un pedazo de carne, aunque realmente se trataba de un trabajo respetable. Por esa razón también sigo luchando en mi crecimiento personal, el enfrentarme conmigo misma ha sido mi mejor terapia. Quería comerme al mundo, hacer mil cosas: quise entrar en el certamen de belleza en el que fue coronada Mónica Chacón, pero tuve que abstenerme porque las candidatas no podían tener hijos.
─¿Cómo recuerdas la experiencia de haber trabajado en la serie erótica “Latin Lover”?
Fue una telenovela donde se exponía evidentemente más de la cuenta, pero yo no me saqué ni la pestaña, es más, comía bastante para engordar y no se les ocurra pedirme que me saque la ropa. Para mí fue un trabajo como cualquier otro.
─¿Qué personaje te gustaría revivir?
Antes de morirme, me gustaría volver a dar vida a Eva Perón. Tenía 25 años cuando lo hice por primera vez, con el gran productor y director musical, Jean Pierre Gamarra. Hoy, a mis 45 años, estoy segura que la rompería, pues estoy en una etapa distinta, más segura e imparable.
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