Antes de que entráramos al siglo XXI, muchos lo verían como un futuro inalcanzable. Una quimera o incógnita asociada sobre todo a escenarios hiperdesarrollados o paisajes posapocalípticos, pero siempre anclados en la ciencia ficción. Y sin embargo aquí estamos. Con una pandemia de por medio y algunos logros tecnológicos importantes, pero sin las alucinadas predicciones que, 50 o 100 años atrás, conjeturaron las mentes más imaginativas.
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Varios de esos vaticinios han ido alcanzando su fecha de caducidad. Allí tenemos a “2001: odisea del espacio” (1968), la película de Stanley Kubrick que proyectaba un inicio de siglo con viajes a Júpiter, entre otras hazañas; o “Blade Runner” (1982), que esbozaba un hipotético 2019 habitado por androides replicantes; e incluso el anime “Akira” (1988), también ambientado en el 2019, pero con el marco de una Tercera Guerra Mundial que, por suerte, no se ha desatado en el mundo real.
En esa genealogía de futuros no cumplidos, hay algunos ejemplos bastante populares que tienen como marco el 2022 que acabamos de alcanzar. Coteje usted qué tanto se parecen la ficción y la realidad.
“Los Supersónicos” (1962)
Si bien la serie se desarrolla en el año 2062, su protagonista principal, el padre de familia George Jetson, tiene 40 años. Es decir, el noble y trabajador papá Supersónico nació en el 2022, según la serie animada creada por William Hanna y Joseph Barbera. Una ficción que mostraba naves espaciales y casas flotantes, y hasta una trabajadora del hogar hecha de metal y circuitos: la recordada Robotina.
“Los Supersónicos” eran la contraparte de “Los Picapiedra”, comedia animada familiar ambientada en la prehistoria. Sin embargo, aquí un dato curioso: de acuerdo a cierta teoría, ambas series se desarrollan en tiempos paralelos en el futuro, solo que mientras “Los Supersónicos” viven en el espacio, “Los Picapiedra” serían parte de la civilización humana que sobrevivió a algún tipo de catástrofe en la Tierra. De allí que, aunque rústicas, posean ciertas tecnologías como televisores de piedra y madera, o aviones propulsados por pájaros. Como para pensar.
“Soylent Green” (1973)
Es llamativo que el título en español de esta película haya sido “Cuando el destino nos alcance”. Pues bueno, el destino alcanzó ese 2022 que imaginó el director Richard Fleischer y que protagonizó Charlton Heston: un futuro distópico, marcado por la crisis climática y la contaminación (lo cual se corresponde con nuestra realidad). En ese contexto, la comida escasea pero surge un alimento procesado conocido como Soylent Green, supuestamente hecho con plancton. Sin embargo, el producto esconde un secreto bastante más siniestro que no revelaremos aquí.
El subtexto de esta cinta, muy acorde con la época de la Guerra Fría, tiene que ver con el miedo de una sociedad parecida a la de los regímenes comunistas de entonces. Vale recordar, además, que la película está inspirada en la novela “Make Room! Make Room!” (1966), de Harry Harrison, que se queda aún más corta en su proyección, pues se ambienta en un futurista 1999.
“Doom” (1993)
Este clásico videojuego, a menudo considerado uno de los mejores de todos los tiempos, sentó un antes y después en la modalidad FPS (‘first person shooter’, o juegos que se desarrollan en primera persona, desde la perspectiva del protagonista). Su influencia es tal que allanó el camino para otros muy populares como “Half-Life” (1998), “Counter-Strike” (1999) y “Call of Duty” (2015).
¿De qué va? De un soldado espacial que debe luchar contra una invasión de demonios salidos del mismo infierno, en escenarios como los dos satélites de Marte, Fobos y Deimos. Aunque la información no es del todo precisa, algunos fans han encontrado referencias sobre la fecha en que se desarrollaría la historia, pues el portal especializado Hobby Consolas señala que “según el manual de instrucciones de DOOM en Super Nintendo, el juego transcurre en 2022″.
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