Desde su ingreso a Netflix el 20 de enero, la serie “Madre solo hay dos” se mantiene en el primer puesto de Perú, superando a la francesa “Lupin” y la cinta de acción estadounidense “Zona de riesgo”. Esta ficción trae de regreso a Ludwika Paleta, la recordada María Joaquina de “Carrusel” (1989-1990); y narra desde distintos puntos de vista cómo es la maternidad.
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La historia
La serie original de Netflix cuenta la historia de dos mujeres: Ana (Ludwika Paleta) y Mariana (Paulina Goto), quienes por cosas del destino dan a luz en el mismo hospital y una enfermera despistada intercambia a sus hijas.
Meses después del parto, ambas protagonistas se enteran por una llamada del hospital del inoportuno incidente. Devastadas, intentan intercambiar nuevamente a las bebes, pero esto no es posible: ambas han creado lazos muy fuertes con las pequeñas.
Ana, una empresaria acaudalada, ha sido muy estricta con la crianza de Regina: no leche materna, no cargarla y no generar dependencia. En cambio Mariana, una madre soltera y estudiante universitaria, hizo lo contrario: leche materna exclusiva y mucho apego. En ese contexto, la empresaria lleva a la universitaria a vivir a su casa. Esta última, que estaba peleada con su propia madre, acepta sin dudarlo.
Maternidad y prejuicios
“Madre solo hay dos” es divertida, fácilmente disfrutable en maratón. Creada por Carolina Rivera, guionista de la exitosa “Jane, the virgin” (The CW), retrata la maternidad desde diferentes aristas, lo que genera que quien vea esta ficción se sienta alguna clase de identificación.
Aquí encontraremos a Ana, mujer empoderada que trabaja en un mundo corporativo dominado por hombres, donde intentará hacerse un lugar, demostrando que tener tres hijos no es impedimento para lograr sus sueños profesionales. ¿Por qué elegir entre tener una familia numerosa y un trabajo soñado si puedes tener ambos? De otro lado, a Mariana su exnovio la abandona por no sentirse “preparado para ser padre”; algo que ocurre en la realidad y que esta serie lo muestra sin un tono condescendiente.
Las madres de Ana y Mariana también aparecen, sobre todo la de Mariana, quien será un punto clave para los dramas que se hilvanan. Estos personajes, si bien son secundarios, justifican el porqué es necesario mantener comunicación en la familia.
Mariana, al terminar la relación con el padre irresponsable, encuentra un apoyo en Elena (Oka Giner), quien se convertirá en su novia/amiga. La serie muestra varios temas que en una sociedad como la latinoamericana aún siguen siendo un tabú. Es oportuno rescatar que esta serie muestra, sin juzgar, la crianza que Ana y Mariana ejercen con sus hijas. Nadie cuestiona que Ana no de leche materna a Regina o a Mariana por tener una vida sexual activa siendo “madre soltera”.
Veredicto
“Madre solo hay dos” supera a varias ficciones mexicanas disponibles en Netflix. No solo la historia es creíble, sino que balancea el humor y el drama lacrimógeno. Finalmente, la actuación de Ludwika Paleta es uno de los grandes aciertos de la serie. Esperamos con ansias la segunda temporada.
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Tráiler de “Madre solo hay dos”
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