De ser el “guardia civil más guapo de España”, Jorge Pérez se ha convertido también esta noche en el ganador de “Supervivientes” de 2020, un reality que se recordará por haber servido de terapia para que millones de espectadores pudiesen evadirse momentáneamente del drama sanitario que atravesaba España.
Nadie podía imaginarse que esta edición, marcada por la falta de auténticos vips en detrimento de personajes menos conocidos, iba a acabar siendo otro gran éxito de Mediaset, que, lejos de cancelar el programa, decidió tirar hacia adelante, “confinando” a participantes y equipo técnico en los cayos hondureños con el fin de tratar de dar un poquito de luz y diversión en tiempos de tanta tristeza, miedo y preocupación.
Las galas en directo continuaron pese a la emergencia sanitaria de la COVID-19, sin público y con un grupo reducido de invitados en el plató (aunque en las últimas galas la distancia social entre ellos ha sido más bien dudosa) y con Jorge Javier Vázquez, Jordi González y Carlos Sobera, desde España, y con Lara Álvarez, desde Honduras, capitaneando el concurso más extremo que se recuerda y que ha vuelto a ser todo un éxito de audiencia.
La gran final de este jueves también ha sido diferente, con los finalistas guardando la cuarentena obligatoria en el hotel donde los habían alojado a su llegada a España hace ya más de una semana.
Pero con conexiones constantes, el programa ha transcurrido con total normalidad, aunque pronto llegaría la primera sorpresa: la expulsión de Hugo Sierra en el primer televoto que le enfrentaba al que, a la postre, se alzaría con el concurso, Jorge Pérez, erigido definitivamente en el verdugo oficial del concurso.
Ivana Icardi, Elena Rodríguez y Albert Barranco habían sido los últimos en caer tras enfrentarse cara a cara con el guardia civil de Reinosa (Cantabria), que ha sido un magnífico concursante, no solo por su capacidad de supervivencia, sino también por el compañerismo, la humildad y el saber estar que ha demostrado, huyendo de enfrentamientos y tendiendo su mano a quien lo ha necesitado.
Así, Jorge se ha ido ganando a la audiencia, que en esta ocasión no ha premiado la polémica y las discusiones, y ha tomado partido por los valores que tanta falta hacen, ahora más que nunca, en una sociedad cada vez más crispada y dividida.
Tras la eliminación de Hugo Sierra, a Jorge le quedaba por delante dos pesos pesados del concurso, Rocío Flores y Ana María Aldón, quizás las dos apuestas más firmes de la productora.
A la gente le había despertado cierto interés el poder conocer a dos personajes que, hasta ahora, no se habían prodigado en los medios del corazón, sobre todo a Rocío Flores, por su historia familiar -es nieta de Rocío Jurado- y su nula relación con su madre, aunque, al final, ella ha hecho su concurso sin tener que recurrir a "vender" su vida para ganar votos.
Tanto a Rocío, como a Ana María y al propio Jorge les esperaba todavía una nueva prueba en la que la fuerza, el equilibrio y la concentración se antojaban vitales para alzarse victorioso.
De este juego salió perdedora Rocío, que posteriormente tuvo que vérselas con Jorge, después de que éste naufragara minutos después en la ya tradicional prueba de apnea contra Ana María, que, sin comerlo ni beberlo, ya se había asegurado ser, al menos, subcampeona.
Del penúltimo televoto de la noche salió nuevamente airoso Jorge, que, al igual que sus compañeros, pudo disfrutar de un encuentro con un familiar.
Encuentros, eso sí, con todas las medidas de seguridad posibles: separados por una mampara y sin contacto físico directo entre ellos, solamente el que permitía la ya famosa "puerta de los abrazos", un dispositivo con unos plásticos por donde concursante y familiar debían meter los brazos para lograr así el anhelado abrazo.
Todavía faltaba la guinda del pastel, el duelo final para llevarse el concurso y los 200.000 euros del premio. El participante más anónimo contra de una de las más fuertes, también porque la evolución en el concurso de la esposa de Ortega Cano ha sido digna de alabar.
Después de varios vídeos y confesiones de ambos finalistas, en las que coincidieron en criticar el paso de José Antonio Avilés -un personaje engullido por su propio ego y ansias de notoriedad- a la 1:30 exactas Jorge Javier Vázquez abría por última vez el sobre para proclamar como vencedor de Supervivientes 2020 a: "¡Jorge!".
Los aplausos que se escuchaban desde el plató daban todavía más valor al éxito de un hombre cabal, educado, prudente, enemigo de la polémica, buen compañero y, además de “guapo” (su salto a la fama surgió a raíz de una foto suya que subió la Guardia Civil en sus redes sociales hace unos meses), ahora también un excelente superviviente.
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