Muchos extranjeros eligen Buenos Aires sobre otras ciudades del mundo: este parece ser también el caso de Barbie, la rubia de Mattel, que eligió hospedarse en un lujoso hotel del barrio porteño de Puerto Madero.
Al fin y al cabo, Argentina es un país pionero en emprendimientos comerciales relacionados con la emblemática muñeca de cintura esbelta.
Por ejemplo, el hotel Hilton Buenos Aires acaba de reabrir una edición limitada de la habitación “Barbie Room”.
Este cuarto temático, que fue inaugurado en 2004, convirtió a Buenos Aires en la primera ciudad del mundo en tener el dormitorio de Barbie.
La habitación se encuentra reservada los siete días de la semana hasta el mes de diciembre. Y debido a su éxito, la cadena hotelera está pensando en extender la edición durante todo el verano.
Mientras, en 2007, la primera tienda exclusiva de Barbie del mundo se abrió también en la capital porteña.
La tienda cuenta con percheros a la altura de las niñas, una sección de maquillaje y un bar donde se festejan cumpleaños.
“Nosotros tenemos el salón reservado para fiestas hasta enero del 2015”, comentó a BBC Mundo Tito Loizeau, fundador de la Barbie Store.
Pero, ¿a qué se debe el éxito comercial de estos emprendimientos en torno a la rubia famosa y polémica, adorada por niñas de varias generaciones pero señalada por imponer un modelo extremo de belleza femenina?
SIN EDAD
Lo primero que dirán los emprendedores es que parece no haber límite de edad entre las argentinas que siguen a la muñeca.
Loizeau contó a BBC Mundo que incluso le han reservado el comercio para festejar cumpleaños de mujeres de 60 años.
Es similar el caso del Hilton. “La primera huésped de la habitación fue una ejecutiva extranjera que se hospedaba en el hotel y vio que estábamos preparando la habitación”, contó a este medio Analía Ogando, directora de Desarrollo Comercial del Hilton, aunque aclaró que la gran mayoría de huéspedes son locales.
Al mismo tiempo, la fascinación por esta mujer plástica, rubia y delgada ha mostrado algunas aristas preocupantes.
Un ejemplo de la obsesión argentina con Barbie fueron las polémicas declaraciones de Charlotte Caniggia, la hija del famoso exfutbolista de la selección nacional
Después de haber pasado por varias cirugías estéticas, la joven dijo a una revista local: “Me siento una Barbie. Es la imagen que quería de chiquita y hoy estoy cerca de eso”.
A la socióloga Matilde Mercado le preocupa la penetración cultural de este modelo.
“El fenómeno de la rubia de Mattel excede a jugar a ser alguien por un día. Es un contexto que puja por construirse a partir del consumo, esto es probablemente feroz en la Argentina”.
¿POR QUÉ ARGENTINA?
El país sudamericano no es líder en ventas de la muñeca de Mattel. Sin embargo, tanto el proyecto de la habitación temática como el de la tienda fueron ideas originales de dos porteños.
Luego de su éxito, Mattel replicó estos modelos en otros países del mundo.
El creador de la Barbie Store considera que Argentina resulta un mercado interesante de prueba, ya que el consumo es una mezcla particular entre el latino y el europeo.
“La actitud de compra en el país es diferente a la de Brasil o Chile, que se da en el shopping. Acá hay mucha venta en los comercios a la calle, que es muy típico de Europa. También juega a favor que Argentina es bastante trendy en el sentido de la moda. Además, está lo suficientemente cerca del mundo para que si el negocio funciona, se enteren todos. Y lo suficientemente lejos para que si va mal, nadie lo sepa”, declaró.
El motivo de por qué son argentinos los visitantes de la Barbie Room parece claro para Loizeau: “Es aspiracional. A través de Barbie acceden al primer mundo que les queda lejos”.
Gustavo Averbuj es el director regional de la agencia de relaciones públicas Ketchum y quien tuvo la idea de la Barbie Room.
Frente a la pregunta sobre el éxito de este proyecto en la Argentina, prefirió una explicación sociológica.
“Venimos de los barcos, somos hijos de la inmigración pobre que venía a hacerse la América…. A los hijos de estos inmigrantes les quedó una necesidad de aprobación europea y de ahí la pretensión de mostrar quiénes son”.
Matilde Mercado coincidió de alguna manera con esta afirmación: “Hay una confusión entre pertenecer y parecer, un afán por la exterioridad.”
“Esa (ambición) aspiracional que nos corre por las venas a todos nosotros se traslada de algún modo a Barbie -que tiene el estilo físico de una chica alemana y no de una brasileña- porque el modelo argentino de belleza es Claudia Schiffer”, sugirió Averbuj.
Según la socióloga Mercado, los sectores sociales en los que más se observa este fenómeno son los medios y medios bajos. “Lo que uno ve es el intercambio de modelos entre clases, la imposición de uno sobre el otro”, apuntó
¿UNA EXPERIENCIA DE CONSUMO?
En la entrada del hotel Hilton hay un área exclusiva de check-in para las niñas que, para llegar al mostrador, suben una escalera miniatura color rosada.
También, se ve un zapato gigante de taco alto color fucsia para sacarse las primeras fotos de esta aventura.
En el primer piso, la habitación 136 es la de Barbie.
La puerta rosada con brillos y una placa con su nombre sólo puede abrirse con la exclusiva tarjeta -también rosada- que lleva un retrato de la muñeca.
Alfombras suaves que invitan a recostarse sobre ellas, paredes empapeladas con retratos de Barbie y sus amigos, dos camas principescas, un escritorio, un vestidor y una pequeña pasarela con luces.
Una sobredosis de color rosa que a muchos podría resultarles kitsch.
Pero no a las nenas, quienes incluso escriben al hotel agradeciendo “haber hecho su sueño realidad”.
Mercado, quien se especializa en temas de género, derecho y equidad, acotó al respecto: “Cuando vos ves el reino de la Barbie, ves una nena que quiere identificarse totalmente con un modelo de sociedad al que puede o no pertenecer. Sueñan con tener... Barbie es más que una muñeca, es consumo”.
Lola Ibáñez Ocampo de 12 años -quien se hospedó recientemente junto a su hermana en el dormitorio de Barbie- parece darle la razón a la investigadora de la Universidad de Buenos Aires.
“Me hubiera gustado tener todo lo que había ahí. Además de todas las cosas que siempre les pedía a mis papás, había una casa enorme de Barbie, con tres muñecas adentro haciendo distintas cosas, la Barbie con esquís y la que monta a caballo”, le dijo la niña a BBC Mundo.
Silvina Ocampo es editora de la revista femenina “Para Ti” y madre de Lola y Ema. Ella cree que es posible el equilibrio entre ese modelo aparentemente frío de mujer consumista y tener unos valores esenciales.
Por ejemplo, dijo la periodista, “en la última película de Toy Story, aparece Barbie. Al principio parece la rubia tontita y después nada que ver. Toma un papel fuerte y amenaza a Kent con romperle su ropa histórica si no la ayuda”.
“O sea, podés ser rubia y te puede gustar estar divina, pero además cuando hay que ponerse las pilas, lo hacés. Una cosa no contrapone la otra”, defiende Ocampo.