En agosto el sol de Santa Eulalia, un distrito de la sierra de Lima a unos 60 kilómetros del centro, se confunde con el humo de las cocinas a leña y carbón donde se preparan las carnes para los oriundos y los visitantes. Por las calles aparecen desde el amanecer los vendedores de chirimoya o plátano, y hacen su distinción atlética los corredores y los ciclistas que llegan desde Chosica, Chaclacayo o diferentes puntos de la capital peruana.
Santa Eulalia, de unos 1,030 metros de altitud, es perfecto para aclimatarse antes del deporte hacia zonas de altura y aprender sobre la Historia del Perú. Este fue uno de los distritos que conformaron la recién creada provincia de Huarochirí en agosto de 1821 bajo el Protectorado del libertador José de San Martín, solo días después de declararse la Independencia. Una estatua del militar argentino luce dorada en la plaza del pueblo, flanqueada por la comisaría, la municipalidad y tiendas de colores.
El río que surca este distrito también se llama Santa Eulalia, y se desplaza a lo largo de hoteles campestres, chacras y casas que forman un valle tan vasto como extenso hasta la cordillera limeña. Todo es frescura, vapores de comida, aire puro y cielo azul.
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En tiempos de reactivación económica después de la cuarentena por COVID-19, una noche en Santa Eulalia puede costar entre 30 y 50 soles, y un buen desayuno de chicharrón de chancho, camotes y yuca frente al río costará entre 20 o 30 soles. Las personas más austeras y de aventura pueden llevar su propio refrigerio o comprar snacks en las bodegas. Comida no faltará.
La ascensión Huinco -a unos 2 mil metros de altitud y 20 km desde Santa Eulalia- puede durar hasta 6 horas en bici, si te detienes a sacar fotos, videos y, sobre todo, oxigenar el cuerpo, que es lo principal para quienes están acostumbrados a vivir al nivel del mar y con frío en Lima.
LLEGAR A LA SIERRA EN BICI
Empezamos en Santa Eulalia por una pista empinada y curva. Muchos vehículos no pasan, así que, pese a no tener ciclovía, el camino es bonito y con mucho paisaje. Desde el cruce a Callahuanca, en el sector Lúcumaseca, ya puedes apreciar la hermosa meseta de Marcahuasi, que está a unos 4 mil metros de altitud, mientras compras y saboreas helados artesanales de fruta. Es impresionante y reconfortante el extenso valle frondoso y rocoso que forma el río Santa Eulalia desde la cordillera.
Después de esta parada técnica, nos da la bienvenida una trocha que une San Gerónimo de Punán, donde conversamos con el guardián Lindolfo Caldas Rojas, quien nos explicó el camino y distancia hacia Bellavista y Huinco, donde los ronderos o guardias ciudadanos impiden el paso a los foráneos para evitar posibles contagios de coronavirus.
Para este trayecto, de unos 12 kilómetros, es necesario llevar mucha agua, bloqueador solar, casco de bicicleta, guantes, fruta y mucha concentración, pues el sol es muy fuerte al mediodía y hay pocas peñas que permiten sobra y descanso ameno.
En la entrada de Huinco, luego de pasar un puente de madera sobre el río Santa Eulalia, ya acaricias los 2 mil metros de altitud. El frío que pasa por las rocas de Marcahuasi bajan por el valle y llegan a las personas. Ya a las 4:30 p.m. tocaba la bajada, que en realidad duró cerca de 2 horas.
Al llegar a Santa Eulalia tomamos mucho líquido y proseguimos hacia Chosica, pues desde allí salen los colectivos con parrilla para llevar bicicletas hacia Lima. Se puede vivir una experiencia brutal a menos de 3 horas de Lima: una ciudad que se embellece y reactiva en frío y sol esporádico, pero que su sierra tiene mucho más sol, mucha fruta y helados artesanales de chirimoya o plátano.
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