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Al migrar de un país a otro no solo se cambia de lugar, también se modifica el punto de vista desde el cual se afronta la vida. Eso le pasó a Sol Oreña, una directora de arte argentina que desde junio de 2016 organiza la versión limeña de los Ladies, Wine & Design - LWD, una serie de conversaciones que buscan empoderar a las mujeres de la industria creativa.
“Mudarme de país y salir de todo lo que conocí hizo que me cuestionara mucho más qué era lo que se esperaba de mí como mujer y qué es lo que yo en verdad quiero ser. No es que fueran antípodas, pero el feminismo hizo que abriera los ojos y dejara de vivir en piloto automático. Ese sentimiento de libertad es el que queremos transmitir en cada encuentro“, señala.
La iniciativa LWD original nació hace tres años en Nueva York de la mano de la diseñadora gráfica Jessica Walsh, con la intención de hacerle frente a las tristes estadísticas que señalaban que las mujeres en los Estados Unidos solo ocupaban el 3% de los puestos de dirección creativa.
“Hoy en día hay aproximadamente un 10%. Se avanza, perolento, o lo que es peor, muchas agencias ponen directoras creativas porque ‘está bien visto’ y no necesariamente por méritos, lo cual sigue reforzando el machismo. En el Perú el caso no es mejor, sino todo lo contrario: las directoras creativas se cuentan con los dedos de las manos”, dice Sol.
Hacia fines del 2016 se sumó una nueva voz a la organización de los eventos: la de Marité Cánepa, diseñadora gráfica y gestora cultural de Los Únicos, un espacio cultural independiente o art garage con múltiples usos, que difunde la ilustración a través de exposiciones colectivas e individuales, y que fue sede de los primeros encuentros de LWD.
La experiencia profesional y personal de Marité hizo que se uniera a Sol sin dudarlo. “Ser mujer y conducir un espacio, que inicialmente fue dirigido junto con un hombre, fue difícil. Por encima de mi esfuerzo, el hecho de ser mujer me ponía en desventaja. El feminismo me ha ayudado a entender, reaccionar y contestar sobre las experiencias que he tenido, no solo personales sino como gestora y diseñadora. Creo que haciendo pequeñas cosas como las charlas de LWD y otros eventos similares, dando a conocer proyectos de mujeres creativas, ayudamos a cambiar algo de lo que se vive día a día en nuestra ciudad”, agrega Marité.
Los encuentros LWD en otros países suelen ser con una sola expositora y un cupo pequeño de seis participantes, pero ellas decidieron darle una vuelta y hacerlo distinto. “Nosotras queríamos llegar a tantas personas como nos fuera posible porque creemos que la visibilización del talento de las mujeres y tener esta conversación no solo entre nosotras sino con todos es sumamente relevante para cambiar las cifras”, reseña Sol.
En la versión local no hay cupo máximo de asistentes y, además de la expositora principal, presentan un proyecto que recién comienza y montan una esquina con el emprendimiento de una artista.
Después de cada evento, cuando se acaban las coordinaciones y se quedan charlando con las asistentes es cuando sienten que el esfuerzo realizado se convierte en satisfacción personal. “Es increíble que con tan poco podamos hacer tanto. Todos se van inspirados, con ganas de hacer, de tomar decisiones, de retomar estudios, de cambiar carreras. Se van con información, porcentajes y números, y eso es lo que te abre los ojos”.
Su propuesta no solo contribuye a evitar que se perpetúe la elección de un hombre para un trabajo porque no se conocen mujeres en el rubro, también “a que las mismas mujeres empiecen a ser mentoras de otras, ayudándolas a tener esa confianza en su talento que muchas veces le cuesta a nuestro género”.
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