Un beso puede ser el simple acto de presionar los labios en cualquier superficie del cuerpo de otra persona, pero también la máxima expresión de amor (incluso por sobre el sexo, según algunos expertos). Se dice que los besos son mágicos y te pueden transportar a otro mundo, a otra realidad de fantasía. Y no es por arte de magia, pues un beso desata una vorágine química de sensaciones que hace que este acto de amor se convierta en pura ciencia. En conmemoración al Día Internacional del Beso, la neuropsicóloga Sivian Córdova nos explica qué pasa en nuestro cerebro y nuestro cuerpo cuando besamos.
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Antes de dejarnos llevar por su connotación romántica y sentimental, conviene recordar que los besos son una construcción social. Durante siglos, este ritual ha sido entendido y practicado de acuerdo a las costumbres de cada sociedad. Sin embargo, todos han de coincidir en que existe una ciencia detrás de este gesto, pues un beso tiene la capacidad de afectar física y emocionalmente a las personas.
El ‘backstage’ químico en el cerebro
Como dice el “Rey de la Bachata”, Romeo Santos, en la icónica canción del grupo Aventura, un beso puede dominar los sentidos con solo tocar la piel. Tan solo al juntar nuestros labios con los de otra persona para un beso, automáticamente, el sistema límbico -situado en el centro del cerebro- transmite esta información a otras áreas como la corteza o el tronco del encéfalo, el cual regula los mecanismos vegetativos de la respiración, de acuerdo a la especialista.
Las alteración de la respiración es solo una parte del proceso, pues a la par, aumenta el ritmo cardíaco, la tensión arterial, los músculos se contraen, se empieza a segregar saliva, se liberan neurotransmisores, moléculas como los péptidos opioides (endorfinas, encefalinas y las dinorfinas), entre otras hormonas.
De acuerdo a la neuropsicóloga, un solo beso genera toda una cascada de químicos como la oxitocina, conocida como “la hormona del amor”, la dopamina u “hormona del placer”, la serotonina u “hormona de la felicidad”, la adrenalina y la vasopresina por sus efectos en la frecuencia cardíaca y respiratoria, entre otras.
El ‘after party’ de los efectos en la salud
“Besar es una experiencia íntima con notables beneficios para la salud”, según la especialista, pues “un beso apasionado aumenta los latidos del corazón de forma saludable y ayuda a disminuir la presión sanguínea”. Se dilatan los vasos sanguíneos permitiendo que la sangre fluye correctamente y llegue a todos los órganos vitales. Además, los besos tienen un efecto analgésico, pues reducen distintos tipos de dolor (de cabeza, espalda o por calambres menstruales), así como contribuyen en la disminución del estrés y la mejora del sistema inmune.
Es así como un simple beso tiene el poder de generar toda una revolución física y emocional en cuestión de segundos y ni siquiera nos damos cuenta. Este acto que muchos practican a diario tiene el poder de mantenerlos unidos, pues como seres sociales, buscan crear o reforzar vínculos a través de muestras de afecto como el tradicional beso.