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Una vez más, “La reina Charlotte: Una historia de Bridgerton” nos demuestra que la realidad supera la ficción. Además de dejar a todos encantados con su propia versión de la romántica y agridulce historia de amor entre la reina Carlota y el rey Jorge III, Netflix también incluyó algunas referencias de la vida de la icónica pareja real. Y no, no nos referimos a rumores, teorías u otra curiosidad similar. Hablamos de la famosa mascota que el rey le regaló a Carlota: un tierno perrito pomerania que terminó robando el corazón de la reina y los fanáticos de la serie.
En la serie, la mascota, un perrito pomerania llamado Pompón, llega al palacio real como un regalo que el rey Jorge le hace a Carlota para animarla y disculparse por su inexplicable y prolongada ausencia. Al comienzo, ella lo recibe de mala gana, comparándolo incluso con un conejo ya que no lo consideraba digno. Después, termina encariñándose con él hasta el punto de criar varias generaciones de pomerania a través de los años, como se ve cuando la historia salta a tiempo real y se ve a una Carlota convertida en reina regente con su fiel mascota al lado.
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El perro de la reina Carlota
El perrito Pompón que se convirtió en el fiel compañero de Carlota se inspira en la vida real. Sí, la verdadera reina Carlota de Inglaterra era ‘dog lover’, al igual que su heredera, la icónica Isabel II. Una historia muy similar, pues Victoria, una de las nietas de la reina, regresa de su largo viaje a Italia con un perrito llamado Marco, el cual también capturó el corazón de la familia real y se dice que el de la misma reina Carlota, quien en ese entonces tenía a Phoebe y Mercury, dos perros que se llevó consigo cuando llegó a Inglaterra y que, como dato curioso, quedaron inmortalizados en un retrato real del pintor Thomas Gainsborough.
Y aunque era toda una pequeña ternura el Pompón que vimos en la serie, en la vida real lucía diferente y tenía una función muy diferente a la de una exclusiva mascota faldera. La verdadera historia del pomerania (rebautizado con ese nombre a su llegada a la región de Pomerania en Europa) se remonta a una época en la que la raza original proveniente de el Ártico era mucho más grande que el tamaño que tiene ahora (el cual surgió luego de siglos de cruces).
Y no solo era el increíble cambio físico, sino también de función, pues cuando habitaba en el Ártico se utilizaba como perro de trineo ya que era parte de la familia de los Spitz, una raza con una espesa capa de pelo ideal para criar en lugares con bajas temperaturas.
El amor de la reina Carlota por los pomerania llegaba a tal punto en el que era conocida por regalar perros a sus cortesanos y estar siempre rodeadas de pomeranias incluso dentro de sus aposentos. Un amor que incluso heredó a algunos de sus hijos, pues el rey Jorge IV tenía preferencia por ellos y la reina Victoria también, siendo esta última una ferviente impulsora de programas de cría canina.
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