“Te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía”, es un verso de la gran obra poética de Mario Benedetti, uno de los escritores más grandes de todos los tiempos y el favorito de los románticos. Quizás porque el uruguayo, fallecido hace once años, también lo fue.
Según contaba en sus entrevistas, todos los poemas que escribió Benedetti se los dedicaba a su esposa Luz López, con quien estuvo junto casi sesenta años. Ambos vivían en el segundo piso de un departamento cerca a la Plaza La Libertad, en Uruguay.
“Era una relación de mucha armonía. Tenían bien distribuidas las tareas domésticas. Por ejemplo: Mario se encargaba de preparar el té de la tarde. Luz era una mujer con muy buen humor, irónica y se divertía tomándole el pelo a su esposo. Cuando ella falleció (2006) a Mario le afectó muchísimo, fue un golpe demasiado duro para él”, dice a El Comercio, desde Uruguay, Hortensia Campanella, presidenta de la Fundación Mario Benedetti y autora del libro biográfico del escritor “Mito discretísimo”.
Ante la pregunta ¿por qué la poesía de Benedetti cala tanto?, Hortensia Campanella responde: “En su poesía Mario exalta la fuerza del amor entre los seres. Él siempre quiso relacionarse de manera directa con sus lectores, y consideraba que el amor era esa fuerza, no concebía otra”.
“Consiguió lo que quiso desde su juventud que es conectar con los sentimientos de los seres humanos, con sus líneas que emocionan y llegan profundamente a tanta gente, en distintos lugares y con distintas visiones de la vida”, agrega.
Mario Benedetti falleció tres años después de la muerte de su esposa Luz. La profunda tristeza que sintió por la partida de su compañera y algunos males, acabaron con su vida. Pero había algo que le causaba particular gracia: las computadoras.
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“Le entusiasmaba escribir en computadora, de hecho, le gustaba variar los modelos, y a pesar de que no iba acorde a su época trató de adaptarse muy bien a lo que le ofrecía la tecnología. Sus novelas y textos los escribía en computadora y también sus criticas literarias”, cuenta Campanella.
¿Y la poesía? No, la poesía hasta sus últimos días la escribió a mano. No sabemos si por respeto, tradición o costumbre. Hortensia Campanella comenta que a Benedetti le gustaba llevar a todas partes una libretita, así donde lo sorprendiera la inspiración se ponía a escribir. Sin horario, sin lugar.
“Supongo que escribía a mano porque en sus escritos tachaba, o cualquier cambio podía hacerlo ahí mismo, si iba en un ómnibus, de pronto”, revela.
Mario Benedetti: Un mito discretísimo.
Es la biografía del poeta uruguayo que Hortensia Campanella, gran amiga de Mario Benedetti y presidenta de la Fundación Mario Benedetti ha escrito. Le tomó hacerlo cinco años, y para alimentarla mantuvo conversaciones con muchas personas cercanas a él, y por supuesto entrevistas con el mismo Mario Benedetti.
“Tenía una visión positiva de la vida. No diría optimista, pero sí de mucha fuerza que lo llevó a sobrellevar algunas dificultades (las veces que estuvo exiliado) en el camino con ánimo, buen humor, modestia y ternura”, explica.
“El sentido del humor de Mario, podemos verlo en su obra. Era sencillo, y sabía dominar muy bien su ego, era llano, y siempre tenía muchas ganas de comunicarse con los demás, una facilidad para dialogar con todo tipo de personas. No era una persona distante”, añade.
¿Y de la muerte qué pensaba? Según Campanella, para el escritor la vida era un lapso entre dos olvidos, entre dos nadas. “Él pensaba que no había una vida después de la muerte”, aclara.
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