Cuando Erik Robertson, ejecutivo de cuentas de una agencia de relaciones públicas de San Francisco, se reúne con sus clientes más conservadores siempre se asegura de vestir traje y corbata.
Pero si lo hace con su cliente de videojuegos, está perfectamente bien llevar una camisa manga corta con el cuello abierto.
Sus opciones de vestuario no sólo deben estar acorde al de los clientes. A veces, Robertson quiere ocultar los tatuajes que cubren sus brazos y pecho porque considera que podrían ahuyentar a ciertos clientes.
“Uno debe ser inteligente y no correr el riesgo de ofender a los clientes actuales o a las nuevas perspectivas de negocio”, dijo Robertson, de 29 años.
“Me gustaría tener mis manos y cuello tatuados pero no lo hago porque no podría cubrirlos. Solo me alegro de no haber ido demasiado lejos cuando estaba en la universidad”.
Cada vez más, los empleados jóvenes tienden a tener tatuajes, piercings en la cara o ambas cosas, lo que a menudo conlleva reacciones escépticas o incluso negativas por parte de los reclutadores y gerentes.
Aunque en la última década, el arte corporal se ha vuelto algo más común, aún carga silenciosamente un estigma entre muchos empleadores.
Cuando el sitio de empleos en línea Career Builder preguntó a los empleadores cuáles eran los atributos de apariencia personal que los disuadiría de ascender a un trabajador, los piercings fueron los más mencionados (37% de los encuestados) mientras que los tatuajes visibles ocuparon el tercer lugar (31%).
Esas actitudes están claramente fuera de sintonía con los cambios demográficos en los trabajos. Una encuesta realizada por el Centro Pew de Investigaciones encontró que el 38% de los encuestados de entre 18 y 29 años en Estados Unidos tenían al menos un tatuaje y el 23% un piercing en algún lugar que no fuera los lóbulos de las orejas.
“Si quieren atraer y retener talentos, las empresas tendrán que superar los estereotipos negativos del arte corporal”, dijo Barrie Gross, un consultor de recursos humanos de San Francisco.
“Deberían preguntarse si lo que realmente importa para el desempeño laboral y la reputación de la empresa depende de un aro en la nariz o de un tatuaje”.
Mientras que algunas compañías ya han superado la percepción negativa que asocia a los tatuajes con personas de clase baja o pandillas, aún prefieren que los empleados oculten sus elementos de arte corporal en la mayor medida posible, especialmente cuando interactúan directamente con clientes.
La firma de contabilidad internacional KPMG recomienda a sus reclutas universitarios “quitar los piercings del cuerpo y cubrir los tatuajes que se encuentran a la vista” en el trabajo.
Del mismo modo, la cadena de tiendas estadounidense Macy’s pide a sus empleados que eviten los piercings faciales y los tatuajes “excesivos” que puedan distraer u ofender a los clientes. Un portavoz de Macy’s se negó a explicar lo que considera como “excesivo”.
El grado de flexibilidad con respecto al arte del cuerpo varía con las cambiantes necesidades de reclutamiento.
Por ejemplo, cuando el Ejército de Estados Unidos necesitaba atraer más reclutas para las guerras en Irak y Afganistán, flexibilizó su código de vestimenta permitiendo los tatuajes en el cuello y las manos.
Pero ahora, con el descenso en los niveles de las tropas, ha dado una media vuelta y ha prohibido el arte corporal en esos y otros lugares.
MANO DURA EN EL TRABAJO
En general, los empleadores pueden hacer valer sus códigos de vestimenta, incluyendo la prohibición de tatuajes y piercings que se encuentran a la vista, sin violar la ley.
A menudo sostienen que los elementos de arte corporal no son compatibles con la imagen de la empresa o que perjudican al negocio ya que ahuyentan clientes.
Por ejemplo, el Sistema de Salud de la Clínica Mayo dice en su política de vestimenta y decoro que el arte corporal a la vista “no refleja una apariencia profesional y es considerado inapropiado”.
Al entrevistar a gerentes de reclutamiento en Escocia, el profesor adjunto en gestión de la Universidad de St Andrews Andrew Timming encontró que existen actitudes negativas hacia los candidatos con tatuajes a la vista.
Incluso los propios reclutadores que tienen tatuajes también mantuvieron esa postura. Pero el director de recursos humanos le dijo a Timming que ellos no rechazan a los solicitantes a causa de sus propios prejuicios, sino que lo hacen porque creen que los clientes desaprueban el arte corporal.
Eso puede ser, pero un caso reciente en Canadá sugiere que las empresas deberían justificar sus prohibiciones del arte corporal con pruebas sustanciales que demuestren el impacto negativo.
El Hospital de Ottawa adoptó un código de vestimenta que requería que los empleados cubrieran los tatuajes grandes y que prohibía los “excesivos piercings visibles en el cuerpo”, afirmando que una imagen más profesional aumentaría la confianza del paciente y mejoraría la calidad de la asistencia sanitaria.
En respuesta a una queja del sindicato, el árbitro falló en contra del código de vestimenta y señaló que el hospital no había proporcionado ninguna razón legítima para violar “el derecho de los empleados a presentarse como mejor les parezca”.
Los empleadores también están bajo el riesgo de litigio si se oponen a prácticas religiosas o culturales que requieren tatuajes o piercings, o discriminan a las mujeres con arte corporal.
“La gente todavía tiene más problema con las mujeres y los tatuajes que con los hombres”, dijo Myrna Armstrong, profesora emérita del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas Tech.
“Un mayor número de mujeres acuden a clínicas de eliminación de tatuajes porque han recibido comentarios negativos y han tenido problemas tratando de vestirse de manera de cubrir sus tatuajes en el trabajo”, dijo Armstrong, quien ha investigado sobre el arte corporal durante más de 20 años.
Debido a que los viejos prejuicios tardan en morir, el enfoque más seguro para los solicitantes de empleo sigue siendo ocultar el arte corporal durante las entrevistas de trabajo, e incluso por un tiempo después de haber sido contratados.
Robertson esperó seis meses para revelar sus tatuajes a sus jefes y compañeros de trabajo en la empresa de recursos humanos de San Francisco.
“Primero quería establecerme y demostrar mis cualidades de gestión antes de que vieran mis tatuajes”, dijo.
Ese es el tipo de recomendación que brinda la oficinade orientación profesional de la Universidad de Carolina del Norte a los estudiantes que están tatuados o que llevan piercings.
Cuando los estudiantes no conocen las “normas culturales relacionadas con la vestimenta y la apariencia, normalmente aconsejamos que se inclinen por el lado conservador, eliminando los piercings y cubriendo los tatuajes visibles lo máximo posible”, dijo O Ray Angle, director de los servicios de carrera.
A veces, agregó, los padres toman medidas para garantizar que el arte corporal no ponga en peligro las perspectivas laborales de sus hijos. Recordó a un estudiante que había tatuado su espinilla durante las vacaciones de primavera sólo para que sus padres paguen para que se lo retire al graduarse.
Por supuesto que algunas personas valoran la auto expresión y la individualidad tanto, que se niegan a eliminar o a ocultar el arte corporal. Para ellos, es mejor revelar los tatuajes y piercings durante la entrevista de trabajo para ver cuál es la reacción del interlocutor.
Pegeen Reilly, por ejemplo, no tiene ningún reparo en mostrar los tatuajes en su brazo y su hombro en el trabajo, así como de colorear su pelo de color rosa o azul.
La gerente senior de 49 años de edad de la firma de pagos en línea PayPal considera que sus tatuajes y el pelo teñido son parte de su marca personal.
“La mayoría de la gente responde positivamente cuando soy auténtica”, dijo. “Claro, algunas empresas podrían hacerme una entrevista por mi currículum, pero no me contratarían después de verme en persona. Pero eso está bien; no me gusta estar donde no soy bienvenida”.