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La función principal de las cejas es proteger los ojos –evitar que cualquier impureza entre a ellos (sudor, polvo, arena...), reducir el exceso de sol, amortiguar golpes en la zona periférica ocular, etcétera–. Pero también tienen un fin estético.
Los maquilladores insisten en que las cejas son el marco de la mirada, la enfatiza. Las asesoras de imagen concuerdan en que debemos distinguir la forma de nuestro rostro para saber qué tipo de cejas nos conviene más. Además, todos coinciden en que debemos trazarlas y definirlas cuidadosamente para destacar la belleza de cada mujer.
«Las cejas –decía Mónica Belevan en un ensayo publicado en la revista Etiqueta Negra– son los signos de exclamación de la gramática gestual». Y es verdad. Con una ceja bien levantada sugerimos sensualidad; si las fruncimos, malestar. Con ellas podemos crear el efecto óptico que deseemos: suavizar nuestra expresión o endurecernos la mirada. Así que anda al espejo, identifica la forma de tu rostro y escoge el marco que mejor demuestre tu belleza.
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Si tienes el rostro ovalado te viene bien cualquier tipo de cejas. Las más adecuadas son las anguladas. Pero si tu rostro es alargado, se sugieren las cejas rectas, horizontales y un poco separadas entre sí, para crear un efecto de recorte del rostro. Finalmente, si la forma de tu cara es cuadrada, conviene que lleves unas cejas semianguladas, para concentrar la atención en la mirada.
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