Huelga policial: Cuando la anarquía tomó Lima
La tarde del miércoles 5 de febrero de 1975, Lima se convirtió en un polvorín. La Guardia Civil estaba en huelga, situación que fue aprovechada por vándalos para generar caos. Imágenes de aquel día muestran a estos delincuentes caminando despreocupados con televisores, radios, ventiladores y cuanto objeto pudieran robar de las tiendas. En Huellas Digitales recordamos esta huelga policial, considerada la más grande de la historia peruana.
Dos días antes de estallar la violencia callejera, Lima amaneció sin custodia policial. El personal subalterno de la Guardia Civil se había declarado en huelga. Unos mil policías se atrincheraron en el Cuartel de Radio Patrulla, en La Victoria.
El origen del caos
La de 1975 fue la huelga policial más grande de nuestra historia. La agresión física y verbal de un general del ejército a un subalterno de la Guardia Civil, la administración de ciertos bienes como la mutualista del personal subalterno, el cese de descuentos injustificados, las mejoras salariales y la reorganización de la Guardia Civil fueron los motivos que llevaron a las fuerzas del orden a paralizar sus labores.
Al amanecer del 5 de febrero, tropas del ejército tomaron por la fuerza el cuartel de Radio Patrulla deteniendo a decenas de policías. Mientras esto ocurría, Lima seguía desprotegida por segundo día.
Era el mediodía cuando se inició el saqueo en el Centro de Lima. Al no haber policías en las calles, grupos de agitadores incendiaron los edificios de los diarios Correo y Ojo, el viejo local del Círculo Militar en la plaza San Martín, el Centro Cívico; así como, autos y camionetas. Los vándalos rompieron puertas y escaparates de las tiendas para robar todo lo que pudieran cargar.
Vehículos blindados y tanques del ejército recorrieron el Centro de Lima para controlar a las turbas de vándalos. Con el paso de las horas, una tensa calma reinaba en la capital. El ejército repelió algunos intentos de continuar con el saqueo. Numerosos delincuentes fueron detenidos y transportados en camiones militares.
Como primeras medidas para reestablecer el orden, el gobierno suspendió las garantías individuales en todo el país y estableció el toque de queda en Lima y Callao, de 10:00 pm a 5:00 am.
El 6 de febrero fue decretado como día no laborable. Los efectivos de la Guardia Civil volvieron a custodiar las calles y las labores de limpieza pública se reanudaron. Los mercados fueron custodiados por el ejército. Las tiendas, las panaderías y las farmacias atendían a puertas cerradas. Los restaurantes no abrieron.
El saldo que dejó la huelga policial
Según fuentes oficiales 86 personas murieron, 162 resultaron heridas, y fueron 1012 detenidas. Unos 162 establecimientos comerciales fueron saqueados y varios edificios públicos destruidos. El Comercio publicó la lista de fallecidos.
La Policía de Investigaciones de Lima (PIP) montó un rápido operativo para recuperar parte de los robado. Unas 800 personas fueron detenidas por este saqueo en cuyo poder se halló ropa, lavadoras, refrigeradoras, motos, ventiladores y hasta muebles de sala y dormitorio. Al recorrer los callejones resultaron heridos unos 15 efectivos de la PIP.
Para el viernes, la normalidad volvió a la ciudad. Apresurados trabajadores abordaban los micros que circulaban por las calles. Los vendedores ambulantes regresaron a sus puestos en el jirón de la Unión y en el mercado mayorista las actividades se realizaban con tranquilidad. Los horarios para las misas se ajustaron a las condiciones del toque de queda. Los agentes del orden estaban en cada esquina.
(Lili Córdova Tábori)
Archivo Histórico El Comercio
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