(Foto: GEC)
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Melissa Cosmópolis

Verónica Frisancho, gerenta de Conocimiento del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), conversó con El Comercio sobre la situación y retos dentro del mercado laboral y en inversiones en Perú y Latinoamérica.

Desde el CAF, ¿qué acciones de liderazgo han implementado en Latinoamérica y en el Perú o cuáles se plantean implementar?

Yo dirijo es la Gerencia de Conocimiento y tenemos básicamente cuatro direcciones, una en particular abocada a todo lo que es temas de liderazgo y gobernabilidad, y estamos trabajando muy fuerte en esa agenda con los gobiernos de la región. En Perú ha habido también algunos acercamientos, y de hecho tenemos el lanzamiento oficial de nuestro programa de Liderazgo 2.0, que es una versión renovada del programa de liderazgo que CAF venía haciendo. Estos programas están muy orientados a los funcionarios públicos de la región, justamente para dotarlos de capacidades, un poco más de habilidades blandas y también sobre algunos temas de gobernanza con la apuesta de que los líderes formados en la sociedad civil, pero sobre todo en el sector público, puedan llevar a cabo agendas de desarrollo mucho más efectivas.

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Respecto al mercado laboral en Latinoamérica y Perú, ¿qué predicciones ven desde el CAF sobre el tema?

En general, si ves los grandes agregados, la región se ha recuperado “en términos de los niveles de empleo prepandemia”. Obviamente hay una gran heterogeneidad a través de los países en donde esta recuperación ha sido más lenta o más rápida, superando los niveles prepandemia, pero estas grandes cifras esconden distintas realidades. Por ejemplo, en el caso de Perú, la recuperación ha afectado el balance que había entre el empleo formal y el empleo informal, ha crecido más rápido el empleo informal, generando una caída en el empleo digno y formal y eso no nos ayuda. Ya partimos de niveles de informalidad bastante altos y ahora pues se han profundizado post pandemia, pese a que la recuperación laboral fue a niveles de prepandemia. La situación es diversa dependiendo de los países de la región, pero creo que el reto de la informalidad es un tema común a la región.

¿Que se necesita para combatirla como región?

No hay una ‘silver bullet’ o bala de plata. No hay una política, no es que tenemos que hacer una sola cosa en un solo sector, en un solo ministerio. Se trata de esfuerzos conjuntos y para mí un pilar clave son reformas en los mercados laborales. En el Perú al menos, pero también en otros países tenemos por años una tendencia a liberalizar estos mercados y a veces eso pone en riesgo a algunos sectores de la población que, si bien incluso son formales, no reciben beneficios necesarios ni la protección social que merecen. El otro gran pilar y justamente asociado a este punto es la protección social, que ahora en la región ha quedado un poco pensada para un hogar con un trabajador formal, una familia, hombre o mujer y niños. Esa realidad es bastante cambiante en nuestros países, la gente ya no tiene los típicos hogares hace 100 años.

El problema de la informalidad no desapareció con el crecimiento económico que experimentamos y, entonces, hay una urgencia por renovar nuestros sistemas de seguridad social y hacerlos extensivos a un nivel un poco más universal, no necesariamente a través del vínculo con el sector formal. Creo que eso es vital, porque seguir excluyéndolos lo único que hace es incrementar las brechas en la acumulación de capital humano y de habilidades y perpetúa el tema de la informalidad y rezago en cuanto a oportunidades laborales y educativas. [...] En ocupaciones laborales, por ejemplo, casi un tercio de los de los peruanos en este caso, para darte la estadística de Perú, tienen la misma ocupación que su padre y esto es una de las tasas de persistencia laboral ocupacional en particular más altas del mundo. Entonces, este ciclo sólo se puede romper con un paquete de políticas que vaya a apoyar la reducción de brechas sociales y de desigualdades desde una etapa temprana, en la etapa misma de la acumulación de capital humano desde la niñez temprana.

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¿El CAF cómo puede ayudar a cerrar estas brechas y a disminuir este mundo de informalidad laboral?

Me encantaría decirte que CAF tiene todas las respuestas, ojalá. Estamos trabajando en eso, porque una cosa linda de CAF es que está el brazo de financiamiento. Como banco de desarrollo multilateral, el acceso a financiamiento multilateral suele contribuir al desarrollo de varios países en la región que, quizás por sus propios medios, no pueden conseguir esa priorización en cuanto a políticas, pero eso viene acompañado de dos elementos clave que me parece que son la razón del éxito de CAF en la región y también por la que yo llegué a la institución: es apostarle a los temas de asistencia técnica y apoyar directamente a los gobiernos en la ejecución de esos préstamos y de esos proyectos.

Y un segundo punto es el tema de conocimiento, que me atañe directamente. Mi visión para la gerencia de conocimiento es profundizar en este vínculo entre conocimiento y operaciones, que nuestro financiamiento venga atado a una base de evidencia generada por el conocimiento que mi equipo produce y que justamente alimenta el ‘pipeline’ de operaciones para los próximos años. Por ejemplo, en el reporte de desigualdades heredadas toma nota de todo el tema de movilidad social, pero abre puertas de potenciales proyectos muy concretos de desarrollo en la región y eso viene de la mano con el conocimiento que generamos desde CAF. Entonces, esos tres pilares son los que nos hacen distintos y nos ponen como una banca de desarrollo que puede contribuir bastante, tanto como por el lado del financiamiento como por el lado de una banca de conocimiento.

También hay un tema de migración muy importante, no solo en Perú, sino en la región, que viene de hace varios años, pero que en los últimos años se ha recrudecido. ¿Qué se puede hacer en conjunto con el CAF?

A veces hay estos shocks externos, hay shocks bajo los que no podemos “prepararnos”, pero no hay que perder de vista que, en muchos casos, esta migración más reciente que es por factores de ‘push’, como se dice en la literatura, de expulsión del propio país de origen, digamos, nos generan una migración desproporcionalmente calificada en comparación a las migraciones que se recibían en los años previos. Hay un potencial para aprovechar y estos migrantes pueden, de hecho, empezar a ayudarnos a tener mejoras en la productividad, contribuye en muchos casos a la sostenibilidad fiscal, porque aportan al fisco a través de su consumo o a través de impuestos al ingreso directamente, dependiendo del sistema tributario de cada país. No hay que perder eso de vista.

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CAF ha empezado a involucrarse un poco más por los temas de capital humano y la adaptación de los migrantes al entorno. Creo que hay mucho que hacer, sería una oportunidad perdida no invertir en la adaptación a la inserción de los migrantes en las economías regionales. Una apuesta de CAF justamente ha sido tratar de apoyar en la parte de acumulación de capital humano y reinserción en el país de destino.

¿Cómo hacer este balance para que la migración calificada, que puede obtener puestos de trabajo formales, ayudar a la economía y demás, no choque negativamente con los ciudadanos nacionales?

Ahí es la misma respuesta a muchas de las preguntas que tenemos sobre los desafíos de la región y es fomentar la inversión, fomentar la inversión pública, fomentar la inversión extranjera [privada], que de hecho en el Perú en el último trimestre se redujo tremendamente, como 12%. La única manera de evitar que esto genere una tensión es justamente que hayan más y mejores puestos de trabajo en la economía. Sin la inversión, esto es muy difícil de lograr. Obviamente esto viene atado a mejoras de productividad, por eso la inversión extranjera es clave, porque no es solamente la inyección de capital que viene, sino los años de inversión en ‘Research and Development’ de estos agentes extranjeros, y las políticas que introducen en el país, que normalmente van a contratar formalmente. Entonces, estos canales de inversión son fundamentales para responder a muchas de las problemáticas que tenemos.

En cuanto al financiamiento de proyectos climáticos, ¿cómo estamos como región? ¿Se puede hacer más?

A eso estamos apostando desde la CAF. De hecho, nuestra banca de desarrollo se ha propuesto que hacia el 2026 el financiamiento verde debería incrementarse al 40% de nuestra cartera total, lo cual es muy ambicioso. Para apoyar este crecimiento en la cartera verde, el área de conocimiento viene desarrollando una agenda de conocimiento en el tema. El reporte [que publicamos] al 2022 se focaliza en movilidad en nuestra región, pero los dos siguientes [reportes] que vienen, el que lanzamos este año, es sobre cambio climático y biodiversidad, y el del 2024 va a ser sobre transición energética. En el caso de la región, en parte se debe a la poca industrialización y al poco nivel de desarrollo de muchos de nuestros países, contaminamos más por el tema de las emisiones que provienen de la producción de alimentos y de cambios en el uso de la tierra, justamente es deforestación, para convertirse en zona de pastoreo o zona agrícola.

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En inversiones, ¿qué tan difícil es, incluso como CAF, lograr estas alianzas o ayudar a los estados a poder conseguir inversiones extranjeras frente a situaciones políticas que afronta toda la región?

La incertidumbre siempre nos persigue y ciertamente no favorece a la inversión privada. El tema es que, en el contexto actual, la inflación se está desacelerando en nuestra región y eso reduce el costo del financiamiento de familias y empresas. Eso puede ser un factor a nuestro favor para re-atraer a la inversión privada. De nuevo, aparece el rol de la banca de desarrollo multilateral, que nosotros podemos apalancar. Si hay un apoyo de CAF y se buscan hacer alianzas con el sector privado o se buscan hacer alianzas con otros inversores internacionales, pues hay mucha más posibilidad de que se lleven a cabo los proyectos y tengamos estas mejoras en la productividad y crecimiento del empleo.

Tenemos poco control sobre el contexto político. Lo que tenemos son herramientas sobre tratar de mantener nuestra estabilidad macro, que es una de las cosas que ha jugado a favor de Perú a pesar de todos los cambios que ha experimentado a través de los años, y en muchos otros países esta también es la fortaleza más grande que ha garantizado un cierto flujo de inversiones a pesar de los shocks globales, que no han sido solamente en la región, sino también relacionados con shocks globales.

¿Cuáles son los desafíos macro en la región?

Pues ese es uno de ellos: mantener la estabilidad macro, que pasa por mantener un déficit fiscal bajo y un nivel de deuda pública controlado. Acá también hay un montón de heterogeneidad a través de los países de la región. Por fortuna, en el Perú las cosas se ven muy bien. Por el momento, el déficit se mantiene bajo y se estima que para el 2023 va a ser como el 2,2% del PBI y la deuda es la más baja de la región, es cerca de un tercio del PBI. Comparado a otros países, estamos bastante bien. Entonces, ese es uno de los desafíos importantes. El otro desafío grande es el de incrementar la productividad, que pasa por un montón de políticas que discutimos antes y creo que es central para promover el crecimiento y crecimiento sostenible, sobre todo.

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¿Cuáles son las proyecciones para la región en cuanto a desarrollo económico y social o, por lo menos, qué es lo que se busca?

Las proyecciones son que, en cuanto al promedio, la región estaría creciendo entre 2%, 2,3%. Se espera que las tasas de crecimiento se mantengan alrededor de ese rango y lo que quisiéramos son tasas más grandes, porque normalmente las tasas de crecimiento que acompañaron a nuestros países en las décadas anteriores generaron algunos de los cambios que queríamos en cuanto a inclusión en el mercado laboral, por ejemplo. En cuanto a los temas sociales, lo que ha pasado con el COVID-19 es que se ampliaron las brechas estructurales que ya existían en nuestra región. Comentábamos el caso de la informalidad, o sea, era un problema existente, simplemente se amplió en el caso de Perú, pero también pasó lo mismo con la pobreza y con otros indicadores sociales, sobre todo los temas de género se vieron fuertemente afectados. Estas son brechas que, de nuevo, existían estructuralmente subyacentes a todos los otros retos que enfrentamos y que se vieron agravados con la pandemia, y estamos en una situación, al menos en Perú, donde los niveles de pobreza son mayores a los de prepandemia, a pesar de todo el avance logrado en las últimas décadas.

Si no hacemos algo, si además del crecimiento sostenido no tenemos políticas integrales de desarrollo social, reformas en el sistema de seguridad social, que no sea solo el Midis el que esté persiguiendo programas específicos, sino que sea una política más global, creo que va a ser difícil tratar de mover esos números en el corto plazo. Si haces simplemente una regla de tres, el crecimiento económico que se proyecta -que decíamos alrededor del 2%-, con las tasas de pobreza que tenemos actualmente, nos tardaríamos cerca de 80 años en reducir la pobreza a los niveles prepandemia. Entonces, no es posible continuar así, sino que necesitamos mover la aguja de una manera un poco más integral.

El tema que me gustaría resaltar es el compromiso, que también fue de las reuniones importantes por las que me vine a CAF, con la agenda de género y de inclusión. Cuando hablamos de que la productividad es baja en la región, hay un tema de que hay mujeres que no estaban en el mercado laboral y que serían sumamente productivas, que generarían grandes ganancias, y por un tema de exclusión no las estamos explotando. Hay un tema simplemente económico, obviamente hay un tema de derechos humanos también, como son los que pasan por violencia doméstica, para darte un ejemplo extremo, pero no hay una asignación eficiente de los recursos si tenemos trabas, de alguna manera, para que la mano de obra o el capital humano llegue a donde tiene que llegar, y entonces una apuesta de esa administración, además de la agenda verde, es justamente avanzar en la agenda social, con un énfasis en género, inclusión y diversidad. Eso también es un pilar fundamental del desarrollo de los próximos años en la región.

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