Enrique Castellanos

Luego de unos cinco años de bonanza – a pesar del hipo que significo la pandemia – para los mercados financieros, el 2022 ha resultado ser un año muy duro para las inversiones financieras a nivel mundial. Las bajadas en los precios de acciones y bonos -en lo que va del año en los diferentes mercados- hacen palidecer a los más avezados y experimentados inversionistas.

Las razones de estas reducciones son principalmente dos. Por un lado, con el fin de controlar la inflación norteamericana (8.3% anual a mayo), la FED ha anunciado diversas medidas de una política monetaria contractiva. La principal medida de esta política son las recientes subida y el anuncio de futuras subidas en la tasa de interés de descuento en el mercado. La consecuente subida del costo financiero a nivel mundial ha hecho retumbar los tambores de la recesión y espantado a los mercados a nivel mundial. La segunda razón es la guerra ruso-ucraniana. No solo por el fantasma de una posible conflagración mundial, sino también por el encarecimiento de las materias primas y la fractura del comercio internacional con estos países, ambos efectos con consecuencias recesivas para la economía mundial.

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Ejemplificando, en lo que va del año los principales índices bursátiles norteamericanos, Standard & Poor 500 y Dow Jones Industrial Average, los cuales miden la performance de las cotizaciones de las empresas más grandes y emblemáticas de USA han caído en promedio un 15% desde comienzos del año. Peor aún, el Nasdaq 100, índice de las 100 principales empresas tecnológicas (Apple, Amazon, Microsoft, etc.), vienen cayendo en 27% aproximadamente desde enero 2022. La renta fija o bonos corporativos y de gobierno en el mundo – en teoría inversiones muy estables y seguras - también han seguido la misma tendencia, cayendo sus cotizaciones en alrededor del 5% durante este 2022 o un 10% en los últimos doce meses.

El mercado financiero peruano no es una isla y también viene sufriendo los embates de esta tendencia mundial, pero a esto último sumémosle las últimas rebajas en la clasificación crediticia del Perú, efecto directo de la desastrosa administración actual. El Índice Selectivo de la Bolsa de Valores de Lima, que reúne las principales empresas que cotizan localmente, viene cayendo durante el periodo enero-mayo 2022 en 9% y, solo durante este mes de mayo, lo vienen haciendo en 14%. Los bonos del Gobierno y corporativos peruanos también sufren por la coyuntura mundial reducciones del orden del 10% en los últimos meses. Consecuencia de lo anterior, los valores cuotas de los diferentes fondos en las AFP también vienen siendo perjudicados. Si bien en los últimos doce meses de abril 2021 a 2022, el Fondo 2 sigue estando en positivo, aunque con un magro 1%, el fondo 1 registra una dramática caída de 5%. Peor aún, durante este año, en el periodo enero-mayo todos los valores cuota de los fondos registran variaciones negativas.

Dicen que el momento más oscuro de la noche es por definición el comienzo del amanecer. Y aunque la anterior frase es tautológica, es un buen ejemplo para decir que las cosas van y vienen. Los que ya tenemos algunos años invirtiendo en los mercados, sabemos que al final del día la plata en el mundo tiene – a grandes rasgos – tres únicos destinos: O se va a cash y se guarda en los bancos, o se va a bonos o está en acciones. En alguno de estos grandes tres baldes termina.

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En épocas de incertidumbre y temor la gente vende sus acciones, luego vende sus bonos y se refugia en cash. Pero si el mundo sigue rodando y luego de la noche viene el día, la gente se calmará y el cash en los bancos volverá a ser invertido lentamente en bonos y acciones atraídas por tasas de interés altas y precios de acciones muy castigados. Como dicen en la famosa película El Rey León: es el círculo de la vida, pero aplicada a los mercados financieros. Personalmente, lo único realmente preocupante es el tema geopolítico. Es decir, que la guerra entre Rusia y Ucrania escale a nivel regional (¿o mundial?). Esto último sí es un riesgo cataclísmico que marcaría un antes y después para la humanidad. Si este fuera el caso, nuestros problemas serán muchísimos mayores que los evaluados en el presente artículo. Todos esperamos que no sea así.

Así que, la receta para estas horas aciagas es la tranquilidad. No mire sus estados de cuenta todos los días, no se torture. No obstante y aunque suene contradictorio, esté muy atento a las grandes oportunidades que estas crisis financieras siempre ofrecen. En especial, si usted es aquella de esas personas que tuvo la visión de tener hoy cash en la mano y, sobre todo, tiene las agallas (a falta de mejor término) para tomar riesgos calculados en un mar muy picado.

Enrique Castellanos Profesor de la Facultad de Economía en la U. del Pacífico