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Silvia Castrillón, bibliotecóloga colombiana y especialista en literatura infantil, visitó Lima la semana pasada, invitada por el Ministerio de Cultura a un encuentro de mediadores de lectura.

Castrillón es reconocida por iniciar en Colombia el debate sobre las políticas públicas de lectura con la creación de diferentes entidades: la Asociación Colombiana para el Libro Infantil y Juvenil, Fundalectura y Asolectura. Además, ha sido asesora de organismos internacionales en materia de lectura, escritura, bibliotecas y literatura infantil. Aprovechamos su visita para hablar del futuro del libro, de las bibliotecas y, por supuesto, de la lectura.

¿Cómo ha cambiado el papel de las bibliotecas con los avances tecnológicos?
Parece ser que hay mucha incertidumbre en cuanto al futuro del libro y de las bibliotecas. Yo sí creo que las bibliotecas han cambiado y tienen que seguir haciéndolo con el avance de la tecnología, ya que tienen mayores posibilidades de organizarse mejor, organizar mejor su información, permitir búsquedas más eficientes, sobre todo cuando se trata de información científica. Por lo general, las personas que manejan las bibliotecas y el Estado que tiene que invertir en ellas tienen cierta inseguridad sobre el valor de la lectura en la sociedad actual. Esa inseguridad se debe a que muchas personas consideran que el libro ha dejado de ser la herramienta para la búsqueda de información.

¿Cree que ese temor tiene alguna base?
No, porque eso se contradice con las estadísticas de producción de libros, cuando vemos que hay mucha gente que está interesada en el libro y la lectura. El libro en papel es todavía una herramienta que tiene futuro, no está en vías de desaparecer, pues es aún un instrumento (incluso tecnológicamente) muy moderno, que tiene menos fallos y mejores posibilidades de consultarse y de leerse. La tecnología falla por una u otra razón: se cae la red o se va la energía. En cambio, el libro siempre está ahí. Estar en contra de las nuevas tecnologías sería absurdo, pues traen muchas posibilidades en varios sentidos. Lo que debería preocuparnos en este momento no es si el libro va a desaparecer o no, sino si vamos a saber alentar a los demás o no en el descubrimiento de la lectura.

¿Cuál es la forma más adecuada para promover la lectura entre los niños en un contexto en el cual la tecnología móvil parece captar toda su atención?
Quienes pensamos que es importante que los niños descubran el valor que la lectura puede tener en la vida de las personas tenemos que apostar por acciones fuera del hogar. Y en eso deberían trabajar las bibliotecas y las escuelas. La escuela es la gran oportunidad para todos aquellos que no tienen posibilidades en el hogar. Y esto a veces ocurre por escasos recursos, e incluso por exceso de los mismos. Es decir, cuando se tiene una tableta, un televisor, una computadora, celulares y otros recursos en el hogar, el aula y la biblioteca escolar o pública se convierten en los únicos espacios que garantizan el acceso al libro. Y cuando hablo de acceso no se trata solo de poner un libro en la mano de un niño o de un adolescente, sino de realizar actividades que promuevan la lectura. No me refiero solo a estrategias lúdicas o recreativas, sino a ofrecer la ocasión de leer, a armar grupos de lectura y de conversación sobre lo que se lee. Promover, por ejemplo, la lectura de los clásicos, que son obras que han superado las pruebas del tiempo, libros de gran valor estético y literario que pueden movilizar el interés y la sensibilidad de los niños.

¿Cómo puede recuperar la biblioteca pública su relevancia en el entorno social?
Es a la biblioteca a la que le corresponde la labor de promoción de la lectura. La sociedad tiene otros espacios para incentivar y proponer otras manifestaciones culturales y artísticas. La única institución que la sociedad tiene para el acceso a la cultura escrita es la biblioteca. Es cierto que las mismas bibliotecas temen no ofrecer lo que la gente quiere, y esto es porque piensan que esta solo quiere diversión y espectáculo. Es una inseguridad en la naturaleza de sus funciones. La biblioteca tiene que garantizar el derecho a leer y escribir, un derecho que permite el cumplimiento de otros más. La lectura y la escritura ayudan a tomar distancia de la realidad y del mundo y conocer la condición humana, la forma en la que la humanidad ha resuelto muchas de sus angustias y dudas. La palabra escrita nos da posibilidades más amplias que la palabra oral, pues trasciende el tiempo y el espacio de otra manera.

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