"Imaginarios del subdesarrollo": una aproximación al Perú actual

En la bodega para comprar leche o en el grifo para el kerosene, Miguel Aguirre fue uno de los tantos niños que, junto a toda su familia, tuvo que hacer esas colas que en los años 80 se hicieron masivas e interminables debido a la hiperinflación del primer gobierno de Alan García. Esa situación inspira su obra "Cola", parte de la muestra "Imaginarios del subdesarrollo", que no solo reflexiona sobre el atraso de aquellas épocas, sino de las que se viven hasta hoy.

"A veces siento que estamos condenados a ser un país en vías de desarrollo eternamente. Hasta hace unos años se vivía en cierto estado de euforia por el aparente desarrollo económico, pero yo ahora me pregunto cuánto de eso responde a deudas y cuánto resistirá esa burbuja", señala el artista, quien durante varios años radicó en España y fue testigo presencial de la durísima crisis financiera que puso a ese país en una situación muy complicada. Con esa experiencia, percibe un paralelismo con el Perú que preocupa.

Y así, las colas –aunque ya no se realicen para comprar productos de primera necesidad– han quedado como un elemento constitutivo de nuestro país. "Se hacen largas colas en el banco, en el Metropolitano, en el Corredor Azul. Se hacen colas incluso vehiculares, en Javier Prado o en La Marina. Perú es el país de la cola. Y del que se cuela. Y del que hace negocio con la cola. Alguien debería escribir un libro sobre eso", agrega.

—Cruce de estilos—
Las dos piezas principales de la muestra son dos tejidos de gran tamaño en los que Aguirre se apropia de la gráfica de Augustin Tschinkel y Gerd Arntz, dos artistas de los denominados Progresistas de Colonia, cuyo trabajo estaba tan ligado al de los isotipos que parece estar a medio camino entre la pintura y el diseño gráfico. "Además, lo suyo adquiría una forma reivindicativa de las clases menos favorecidas –explica Aguirre–. El arte como medio para comunicar situaciones que ellos no creían justas. Por eso es un trabajo marcado obviamente por lo político".

En el primero de los tejidos se observa una larga cola de personas aguardando su turno; en el segundo, reactualiza una linografía de Tschinkel en la que se observa a un grupo de trabajadores con la imagen de una fábrica de fondo. Escena típica de la Europa de los años 30 que, en inquietante forma, adquiere una sorprendente vigencia en el Perú reciente.

Es en ese sentido que el artista apunta también a la teoría del curador Gustavo Buntinx, quien plantea un paralelismo entre la República de Weimar en Alemania (de 1918 a 1933, el período de entreguerras), y la transición en el Perú desde el fin de los regímenes militares (1980) hasta el autogolpe de Fujimori de 1992. "Ambas fueron épocas democráticas, pero de enorme convulsión", apunta Aguirre.

Y ese misterioso rizo temporal cíclico, traducido a dibujos, se impregna sobre los tejidos de la talentosa Elvia Paucar, quien fue la encargada de elaborar con lana de oveja las dos grandes obras. "A Elvia la conocí a fines del 2012 y desde entonces hemos trabajado nueve veces", detalla Aguirre. Una de esas piezas fue justamente la que le permitió ganar el reciente Premio Nacional de Artes Visuales. Por eso esta muestra ratifica el merecimiento.

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​Lugar: galería Lucía de la Puente. Dirección: Sáenz Peña 206-1, Barranco. Temporada: hasta el 12 de enero. Ingreso: libre.