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Cine 2017

En medio de la confusión audiovisual, todavía se puede detectar a valerosos realizadores que respetan el lenguaje cinematográfico. Uno de ellos es Martin Scorsese. Su filme “Silencio” ausculta la zozobra espiritual de unos jesuitas en el Japón del siglo XVII mediante unos planos potentes que congenian con las palabras. Y es tan grande Scorsese que, cuando leyó una crítica sobre “Silencio” publicada por un suplemento de “The Times” en la que incluso se subestima el lenguaje del cine, el realizador respondió con una carta-ensayo para salir en defensa de este arte. En estos tiempos de vértigo e inmediatez, la fascinante y vibrante serenidad de “Silencio” es una afortunada y necesaria anomalía.

También se lució este año el cineasta canadiense Denis Villeneuve al mando de dos brillantes cintas de ciencia ficción: “La llegada” y “Blade Runner 2049”. En la primera, Villeneuve invocó la humildad en la observación de la evolución humana. En la segunda, empleó recursos cinematográficos que no suelen ser vistos en filmes de gran presupuesto: ahí está la desdramatización de las imágenes, acaso con la intención de sintonizar con ese universo ensimismado, sin alma e híbrido –es difuso el límite entre lo artificial y orgánico, o entre lo virtual y lo real– que propone “Blade Runner 2049”. Otros autores que destacaron fueron James Gray, Sofia Coppola y Christopher Nolan. El primero hipnotizó con “Z, la ciudad perdida”, sobre un afiebrado periplo en la selva amazónica tan realista como espectral (o que va de lo tangible a lo irreal). La segunda recreó en “El seductor” una atmósfera femenina que es sugerente, sexual y, al mismo tiempo, amenazante u opresiva. Nolan, por su parte, presentó “Dunkerque” y aprovechó esa dimensión en trance propia de una guerra para dislocar el espacio-tiempo y acrecentar la incertidumbre con ambición y destreza.

En el campo de la animación, “Coco” –dirigida por Lee Unkrich– se llevó los aplausos. Inspirado en el Día de los Muertos de México, su relato coloca con imaginación, tino y sentimiento las piezas de tal modo que hay que ser un robot para no conmoverse o llorar cuando se descubre la verdad y se entona la canción “Recuérdame”. Una hermosa ficción sobre la memoria familiar.

HITOS Y QUIEBRES
Como ocurre cada año, la temporada del Oscar fue un oasis entre tantas franquicias rutinarias y superhéroes insulsos. “La La Land” y “Moonlight” –que dio el batacazo al ganar la estatuilla dorada a Mejor Película– cautivaron. La primera lo hizo con su historia de amor imposible, bailes y cantos, mientras que la segunda abordó el drama de un afroamericano gay. Lo que les juega en contra es que sus influencias sean tan notorias: la tradición del musical en “La La Land” y la estilización melodramática del inmenso director hongkonés Wong Kar-Wai en “Moonlight”. Asimismo, impactó “Sin nada que perder”, un thriller y western moderno situado en una Texas venida a menos en la que el sueño americano parece que nunca se concretó.

Meses después del Oscar, el ambiente del cine se remeció por las fricciones entre el Festival de Cannes y Netflix. El streaming choca con la pantalla grande y está alterando las reglas de la industria audiovisual. Por Netflix se estrenó “Okja”, del gran cineasta surcoreano Bong Joon-ho. La película no es lo más asombroso de este realizador, pero igual atrapa la atención con más de una escena delirante y ese lazo inquebrantable entre una niña y un cerdo gigante genéticamente alterado por una corporación.

Otro terremoto vino con las denuncias de acoso o abuso sexual que apuntan al productor Harvey Weinstein, quien impulsó de manera decisiva la carrera de cineastas como Quentin Tarantino. Este caso abrió una caja de Pandora y las denuncias contra él y una lista larga de personajes por esas presuntas conductas lamentables continúan apareciendo.

Entre las películas en español estrenadas, resaltó la chilena “Una mujer fantástica”, sobre una protagonista transgénero que debe lidiar con la muerte de su pareja y padece los prejuicios de la sociedad. Aquí Sebastián Lelio dirige con plausible criterio cinéfilo y esquiva el morbo.

En cuanto al cine peruano, hubo excelentes propuestas, aunque siga primando la incertidumbre. Será casi imposible que el Congreso decida aprobar el proyecto de la nueva ley de cine. Veremos.

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