Redacción EC

Al menos 81 personas han muertos en dos días de violentas protestas desatadas en , según reportó la policía de Oromía, una de las nueve divisiones étnicas que conforman el país africano. El desencadenante fue el asesinato del popular cantante Hachalu Hundessa, pero que ha servido para reavivar la lucha de un pueblo históricamente marginado tanto en sus derechos políticos como económicos.

Hundessa, de 36 años, falleció el lunes tras recibir un disparo en un incidente que aún investiga la policía registrado en Gelan Condominiums, una zona de la capital Addis Abeba. Tras ello, el músico fue trasladado al Hospital General de Tirunesh Beijing, donde solo se confirmó su deceso. A las afueras del centro médico una multitud se congregó y tuvo que ser desalojada por la policía mediante el uso de gases lacrimógenos.

El asesinato conmocionó al país, que expresó su sorpresa principalmente por redes sociales. El primer ministro Abiy Ahmed expresó sus condolencias y señaló que se había “perdido una vida preciosa”. El embajador etiope en Washington se sumó a los pésames. Mientras que el magnate de medios e importante activista oromo, Jawar Mohammed, publicó en su cuenta de Facebook: “No solo mataron a Hachalu. ¡¡¡Dispararon al corazón de la Nación Oromo, una vez más! ¡Pueden matarnos a todos, nunca podrán detenernos! ¡NUNCA!”.

Al día siguiente, el Internet fue cortado en casi todo el país, una práctica utilizada anteriormente por el Gobierno Etíope para silenciar manifestaciones y reclamos populares. Lo que no se pudo controlar, sin embargo, fue el descontento en la calle. A lo largo de la jornada se registraron violentas manifestaciones en ciudades como Addis Abeba, Adama, Chiro, Harar y su natal Ambo.

El asesinato conmocionó al país, que expresó su sorpresa principalmente por redes sociales. Al día siguiente, el Internet fue cortado en casi todo el país. Lo que no se pudo controlar, sin embargo, fue el descontento en la calle. (Foto: Stephen Maturen/AFP)
El asesinato conmocionó al país, que expresó su sorpresa principalmente por redes sociales. Al día siguiente, el Internet fue cortado en casi todo el país. Lo que no se pudo controlar, sin embargo, fue el descontento en la calle. (Foto: Stephen Maturen/AFP)
/ Stephen Maturen

Hundessa creció repartiendo su tiempo entre cuidar el ganado de su familia y cantar en coros escolares. En el 2003, cuando tenía 17 años, fue arrestado por participar en protestas antigubernamentales. Pasó cinco años preso en la cárcel de Karchale Ambo, desde donde compuso la mayoría de las canciones que aparecieron en su primer disco “Sanyii Mootii” (2009).

Las letras de Hundessa estaban cargadas de mensajes políticos y buscaba unificar a la población oromo, llamándolos a resistir la opresión de la que históricamente han sido víctimas. En el 2013, gracias a su segundo disco “Waa’ee Keenyaa”, consiguió el primer puesto en el ránking de música africana en Amazon.

Dos años más tarde, cuando se desencadenaron las protestas en las que se demandaban al Gobierno de Hailemariam Desalegn una serie de reformas políticas y sociales, además de denunciar múltiples violaciones a los derechos humanos, una de las canciones de Hundessa fue adoptada como un himno de la indignación.

Hachalu fue la banda sonora de la revolución oromo, un genio lírico y un activista que encarnaba las esperanzas y aspiraciones del público oromo”, según el profesor de derecho en la Universidad de Keele, en Reino Unido, Awol Allo.

Nuevas protestas registradas en el 2018 también tuvieron la música de Hachalu como himno, provocando un cambio de gobierno y la llegada de Abiy Ahmed, también oromo, al poder.

Pese a ser el mayor grupo étnico en Etiopía -donde hay más de 90 etnias diferentes- los oromo “han sido sistemáticamente avasallados y discriminados desde que llegara al poder el rey Menelik II, a finales del siglo XIX”, según explicó el director del centro de estudio de religión y política en la Universidad de St. Andrews, Mario Aguilar, al diario El País de España en el 2016. Dicha represión obligó a desplazar a los oromo de la capital Addis Adebba y los ha hecho objetivo de un constante hostigamiento de las fuerzas policiales en los últimos años.

Pese a ser el mayor grupo étnico en Etiopía -donde hay más de 90 etnias diferentes- los oromo “han sido sistemáticamente avasallados y discriminados desde que llegara al poder el rey Menelik II, a finales del siglo XIX". (Foto: Stephen Maturen/AFP)
Pese a ser el mayor grupo étnico en Etiopía -donde hay más de 90 etnias diferentes- los oromo “han sido sistemáticamente avasallados y discriminados desde que llegara al poder el rey Menelik II, a finales del siglo XIX". (Foto: Stephen Maturen/AFP)
/ Stephen Maturen

La llegada de Ahmed al poder acabó con décadas de poder en manos de la minoría tigray e impulsó a importantes reformas democráticas como finalizar con el estado de emergencia impuesto por su antecesor, la amnistía a miles de presos políticos, la legalización de partidos opositores y el compromiso de celebrar elecciones. Ponerle fin al conflicto entre Etiopía y Eritrea, además, le valió el premio Nobel de la Paz en el 2019.

Sin embargo, las críticas en su contra han venido en aumento debido a la falta de federalismo y los constantes enfrentamientos étnicos que convirtierno al país en el segundo con más nuevos desplazados en el mundo. Sumado a ello está el aplazamiento de elecciones presidenciales programadas para este año debido a la pandemia de coronavirus.

En el caso de las protestas por la muerte de Hundessa, los manifestantes exigen que sus restos sean enterrados en Addis Adebba, lo que serviría como un fuerte mensaje del regreso de los oromos a la capital etíope. Sin embargo, el gobierno asegura que este se realizará en Ambo, por pedido de su familia. El velorio de la importante figura cultural está programado para este jueves.

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